Suga tarareaba una relajante canción mientras lavaba los platos del desayuno.
Se mordía el labio inferior mientras tarareaba la tranquila melodía y era inevitable que una sonrisa se asomase por sus labios. Sin duda estaba feliz, algo contradictorio con su situación económica en ese momento, pero le restaba importancia.
Después de mucho tiempo, había pasado una agradable velada con Daichi.
El día anterior, después de recoger a su linda princesa del colegio -del que fue despedido, recordemos- la llevó a la casa de los padres de Daichi quienes la recibieron con millones de besos y abrazos. Algo que la niña hizo de vuelta. Almorzaron los cuatro juntos, y a la tarde fue a la estación de policía a buscar a su varonil policía.
Lo que no le gustaba de ir a buscar a Daichi, era Harada Naoto, un compañero de su esposo. Era un policía que lo acosaba sexualmente. Obviamente, él era un hombre que no se dejaba intimidar por nadie y ponía a ese asqueroso en su lugar, pero a veces temía que le hiciese algo cuando Daichi no estuviese cerca. Tuvo que soportar su asquerosa cercanía en lo que llegaba Daichi de su ronda por las calles. Escuchándolo decir lo hermoso que era, y el desperdicio que era estar con alguien tan recto como Daichi.
Sin duda, se contuvo en demasía el propinarle unas buenas cachetas para que dejase de decir tonterías. Tenía que mantener la imagen de buena esposa que tenía para los demás compañeros de Daichi. Y no podía rebajarse de tal manera por un hombre que no valía nada.
Cuando su hombre le vio, le dio un tímido beso y esperó sonriente a que se cambiase para que ambos pudiesen irse de aquel lugar.
Se agarraron de las manos y caminaron hacia su casa hablando del día que ambos habían tenido.
Daichi le contó de la cantidad de papeleo que seguía revisando cada día y como hacía sus rondas por las calles cuando le tocaba, a veces solo, otras con algún compañero, pero que en cada una de ellas tenía en mente a su cariñoso esposo.
Suga por su parte, había desistido en seguir buscando trabajo. No encontraba ninguna escuela que necesitase algún profesor de primaria, ni siquiera de suplente. Todos las solicitudes de profesor eran en la gran ciudad o en lugares también lejanos y él por muy necesitado por encontrar trabajo que estuviese, nunca dejaría atrás a su familia. Por lo que decidió en dar clases particulares. Ya sean en su casa con unos pocos niños o que él fuese a la de los niños. Y lo mejor de todo, era que ya había recibido solicitudes de padres de sus antiguos alumnos. Sin duda les diría que sí a aquellos padres para darle refuerzos a sus hijos, pero tenia que planearlo bien.
Ambos cocinaron juntos una cena con algunos besos de por medio, como siempre.
Prepararon una rica pasta con una salsa boloñesa para acompañarla. Hicieron pequeños panecillos manchándose un poco las caras por la harina; entre risas. Daichi sacó de una pequeña bodega para un par de botellas de vino; una botella de un rico y algo costoso vino francés que había comprado hace un par de semanas solamente para ese momento.
Porque aquel día, ambos celebraban once años de matrimonio.
Nada más graduarse de la preparatoria, quisieron enlazar sus vidas en matrimonio. Quizás fuese algo precipitado para ellos siendo aún muy jóvenes, pero se amaban. Y aún lo seguían estando: tan enamorado del otro como la primera vez que sus ojos hicieron contacto en el gimnasio del Karasuno para entrar en el equipo.
Cada año, se encargaban de hacer una bonita cena para ambos y cuando tuvieron edad para beber, Daichi empezó a comprar algo de vino para acompañar la velada. Al principio, fueron botellas que un sueldo de un trabajo de medio tiempo pudiese costear hasta que entrara al fin en la policía. Cuando Kaori nació, la dejaban con los padres de alguno de los dos estando realmente encantados de tenerla y mimarla.
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Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDO
FanficHinata huye a Brasil porque piensa que si se aleja de Kageyama es lo mejor para él y su futuro sin pensar en lo que eso causaría. Sin embargo, allí vuelve a ver a Miya Atsumu. Algo que cambia su vida. Ahora, casi nueve años más tarde y con una amor...