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Al día siguiente, apenas faltaban dos horas para irnos a la playa, pero me encontraba en medio de una crisis: ¡no había traído mi bikini! No se trataba de un olvido en casa o en la de Shawn; literalmente lo había dejado atrás. Aaliyah salió del baño y me observó con confusión, notando que aún no había preparado mi bolso para la playa. Traté de mantener la compostura, pero mi frustración era evidente al admitir mi falta. Aaliyah, comprensiva como siempre, se ofreció a prestarme uno de sus bikinis, pero lamentablemente solo había traído uno consigo. Ante esta situación, decidí resignarme a no meterme al agua y optar por algo simple con un short. Sin embargo, Aaliyah se negó rotundamente, insistiendo en que tenía que unirme a ella en el mar para evitar la compañía empalagosa de su hermano y Camila. Con determinación, propuso una solución: ir de compras. Aunque inicialmente me resistí a la idea, finalmente cedí y nos dispusimos a arreglarnos. Mientras yo tomaba mi bolso y billetera, Aaliyah se peinaba y preparaba sus cosas. Juntas salimos de la habitación y nos dirigimos hacia el ascensor, momento en el que nos encontramos con Camila saliendo de su habitación.

— ¿A dónde van? — preguntó ella.

— Martina no tiene bikini. Vamos de compras antes de ir a la playa — explicó Aaliyah con rapidez.

— Ah, entiendo — dijo Camila— ¿Puedo ir con ustedes? — agregó.

— ¿Y Shawn? — inquirí.

— Se me cayó del bolsillo — respondió Camila, mientras Aaliyah ahogaba una risita— No es un niño chiquito, puede cuidarse solo — aseguró.

— Solo pregunté dónde estaba — la observé y luego miré a Aaliyah.

— ¡Ah! Está en el gimnasio — señaló hacia ninguna parte.

— Bueno, si quiere venir, apuremos el paso, el tiempo vale oro. Y tenemos una hora — dijo Aaliyah.

— Oh, entendido. Iré por mi bolso — dijo Camila, corriendo hacia su habitación.

— ¡Te esperamos abajo! — exclamé.

Subimos al ascensor y nos dirigimos al lobby del hotel.

Unos cinco minutos más tarde, Camila bajó con su bolso. Salimos del hotel y nos dirigimos a un centro comercial en Vancouver. La única que conocía un poco era Aaliyah.

Estuvimos veinte minutos recorriendo el centro comercial hasta que nos adentramos en una tienda.

Empezamos a revisar los percheros en busca de algo que me gustara o que fuera lindo y discreto. Quería algo que me cubriera; no quería enseñar demasiado frente a Shawn, sería incómodo. Además, no estaba segura de qué se pondrían Aaliyah y Camila, no quería parecer provocativa ni nada por el estilo.

— Necesito su ayuda — expresé.

Ellas asintieron y comenzaron a buscar bikinis para mí.

— ¿Qué te parece esta? — Aaliyah me mostró un bikini muy diminuto, tanto que podría considerarse bastante revelador.

— Es bonito — comenté— pero ¿no crees que es demasiado provocativo? — sugerí.

— Mar — intervino Camila— ¡Es la playa! Aquí puedes mostrar lo que quieras — afirmó sin más.

— Da igual — hice una mueca.

— ¿Y qué te parece este? — dijo Camila, mostrándome una bikini tipo malla, que más bien parecía un body dorado llamativo con detalles de cadenas.

— ¿Voy a la playa o a una sesión de fotos? — bromeé confundida. Ellas rieron.

Exploré los percheros y encontré un traje de baño que cubría bastante. Tenía tiras finas cruzando la espalda y una frase en la parte delantera, no tan provocativo y de color negro. ¿Qué más podía pedir?

Conociéndote ~ SMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora