Capítulo 22

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Los días pasaban lentamente, casi agónicos. Para mi desgracia no había podido coincidir con Ed a ninguna hora, ambos teníamos agendas muy ocupadas esos días y se nos puso imposible la situación. Por otro lado ver a Gio era una tortura, quería encararlo y contarle que sabía todo, no hallaba manera para hacerlo ¿Cómo decir que mi hermano lo delató?

-Sam, Virginia necesita verte -anunció Auria desde el umbral de mi oficina.

Me quebraba la cabeza maquinando sobre que era lo que pensaba esa mujer. Todo el tiempo buscaba estar cerca de mí o de Ryan, aunque a este último parecía caerle bien ¿Qué buscaba ganarnos para estar con Erik? Ya estábamos grandecitos para eso.

-Anda Sam, quita esa cara. Tengo entendido que Virginia está haciendo un buen trabajo. Además tienes motivos para estar más alegre -Dijo con voz cantarina y entrando a la estancia. Tomó asiento frente a mi escritorio y prosiguió-. Me enteré por ahí que pronto será tu cumpleaños.

-Hace cuatro años que no celebro esa fecha.

Dolía como el demonio cada que llegaba ese día. Era un dolor insoportable, la agonía que me consumía era tormentosa. Todos mis fantasmas se juntaban para hacerme sufrir, para jugar con mi pasado, con mis recuerdos, con mi culpa.

-Lo siento, Sam yo no quise incomodarte.

No me percaté de la forma tan hostil y arisca en la que le hable a la rubia.

-No pasa nada... Es que nada más esa fecha no se me apetece celebrarla. Ni siquiera me gusta que me feliciten.

Lo último lo disparé como una advertencia. Tenía plena conciencia de que Auria era una persona muy cálida, detallista y pendiente de los demás. No quería desairarla y aunque al inicio me comporté como una auténtica malnacida, no quería repetirlo. No me lo perdonaría.

Ella solamente guardo silencio ante mi contestación.

-Seguramente Virginia necesita los estados de cuenta y facturas de este mes -tomé las carpetas con los datos y junto a Auria salimos de la oficina.

Sin pedir permiso entré a los aposentos de la socia de Erik.

-Adelante Sam, por supuesto que puedes pasar.

Rodé los ojos.

-Creo que ya entré -pronuncié acompañado de una sonrisa hipócrita.

Virginia suspiro y palmó sus piernas.

-Ay Sam. Será mejor que nos pongamos a trabajar.

-A eso vine pero tus comentarios incoherentes nos detuvieron.

Puedo jurar que el rechinar de sus dientes se había escuchado hasta China y, aunque me gustaba fastidiarla teníamos demasiados pendientes, así que me puse a hacer lo propio.

Llevábamos un par de horas revisando todo y ya me sentía incómoda, Virginia se quedaba a ratos con la mirada fija en mí.

-¿Soy o me parezco? ¿Por qué no dejas de verme? -bufé al captarla nuevamente con sus ojos sobre mí.

-¿Podrías dejar de ser tan grosera?. Únicamente te observaba.

-Créeme me di cuenta. Lo que no entiendo es por qué. No me digas que que te gustó. Te aclaro no eres mi tipo, no podría salir contigo, ya estás mayorcita.

Sonreí con sorna.

-Déjame decirte que no es el caso... no podría salir contigo. Eres demasiado inmadura para mí.

Sonreí, esa vez de forma genuina.

-Sigue así y me caerás bien.

Virginia me imitó.

A Través De La Ceniza (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora