Capítulo 29

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Las paredes blancas me tenían mareada. Los hechos todavía me aturdían. Nora murió, el chico murió, existía la posibilidad de ser familia de Edward, eso último no lo había compartido con nadie, únicamente me mantenía lo más distante de ambos hasta poder dar con la verdad. Todo era un caos ¿Valía la pena todo lo que estaba pasando? Veía en retrospectiva y mi vida era de locos, pasé de tener una fracción de mi vida controlada a ver cómo todo se iba de mis manos.

Virginia, su hermana y su padre venían a diario, con el último me daba cierta vergüenza por las condiciones en que nos habíamos visto la primera vez. Trataba de ignorar a todos cada que venían, fingía dormir o pedía no ver a nadie para no tener que lidiar con ellos. Erik, Ryan, Theo, Edward y mi círculo de amigos me daban toda la atención que podían, venían a diario y aunque Ed no la estaba muy bien no dejaba de estar pendiente de mí, era la compañía que más disfrutaba.

Unos golpes en la puerta llevaron a mis ojos a esa dirección.

-Sam, hola -Cara entraba saludando con la mano-. Me dijeron que podía pasar a verte.

Sonreí para ella.

-Me da gusto que estés aquí.

-Quería saludarte antes de ir al supermercado para ver si se te ofrecía algo.

-Muero por fruta fresca, aquí no es muy buena.

Ambas soltamos una pequeña risa cómplice.

-También quería preguntar si luego, ya cuando salgas de aquí ¿Quisieras volver al apartamento o seguir en casa de tu padre?

-Que bueno que lo preguntas, pues la verdad no quiero volver al apartamento, ese lugar lo tuve gracias a Clara y no quiero nada ella -suspire-. Te agradecería mucho que le devuelvas las llaves.

-De hecho de eso quería hablarte -estrujaba sus dedos entre sí y su pierna se movía casi frenéticamente-. Ese apartamento y todo lo demás que crees que lo dejó tu madre, no es así.

Me aturdió un poco esa respuesta, y solo aguardé a que continuará con lo que iba a decir.

-Erik te dio todo eso Sam, me enteré hace unos días, fue casualidad, pero él no lo hizo con mala intención.

Al contrario de molestarme, sentí una calidez extraña en mi pecho, no tenía explicación en ese momento, pero ahí estaba presente.

-Déjalo, ya hablaré con mi padre.

Su rostro se relajó e inmediatamente su puso más tranquila. Se acercó a besar mi coronilla antes de despedirse.

-Te veré luego, por cierto creo que tus padres pasarán a verte.

El gesto que esbozo me confirmó que noto que eso me incomodaba, aunque si era realistas y sincera no me sentía incómoda por ver a Erik.

Dejé a la pelirroja marchar, y solo me dediqué a cerrar mis ojos para aparentar dormir, así evitaría ver a esa mujer.

Pude percibir los pasos entrando a la habitación, como acomodaron algo y luego todo fue silencio, me negaba abrir los ojos y verle.

-Al parecer no despertará -habló ella.

-A lo mejor no quiere verte -así era mi progenitor directo e hiriente, un orgullo eso de él.

- ¿Ya vas a empezar?

-Clara, no sé a qué regresaste. Te lo juro que quiero comprender lo que pasaba por tu cabeza hace tantos años y no lo entiendo.

-Nunca lo harías.

-Tienes razón, nunca podré, porqué te lo di todo y no fue suficiente. Me dediqué a ti, a pesar de que todos me advertían de que no me convenías y yo, yo me cegué, me até de manos y me amordacé por gusto propio, ni siquiera puedo decir que fue por ti porque nunca lo pediste.

A Través De La Ceniza (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora