Capítulo 4

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Empujé a Theo por los hombros y aunque fue débilmente él cedió.

— ¡Aléjate Smith! ¡¿Qué crees que haces? —la poca cordura que quedaba en mí sirvió para que reaccionara.

Se tocó el puente de la nariz y exclamó.

 — ¡Me estas volviendo loco Sam! No dejo de pensar en ti, tus ojos me persiguen —golpeó el tablero del auto—. Diablos, ni siquiera sé porque carajos sueño con tus ojos desde antes de conocerte. Te estas metiendo en mi cabeza. Te paseas por mi mente desde mucho antes y sé que eres tú la que mi mente imagina, lo sé. Eres tú.

Me paralicé ¿Él podía recordarme? Eso no era posible habían pasado cuatro años y solo me vio una vez, ¡una maldita vez!

 — Ja, ja, ja, estás loco Smith, ¿Que consumiste eh? — dije seria. Su declaración me hizo reaccionar.

Bufó.  

— No estoy loco Sam, ni me he drogado si es eso lo que insinúas. Por absurdo que parezca tu estas en mi mente desde hace mucho tiempo.

Tomó mi rostro entre sus manos, obligándome a verlo.

—Antes de ti, solo eran un par de ojos grises deambulando por mi cabeza, me quitaban el sueño, me veían con ira, con desprecio y luego apareciste, entonces esos ojos tuvieron un rostro, una sonrisa, aunque hipócrita, pero una a fin de cuentas y una voz —sentía que me hablaba con el alma, como si fuera sincero—. Me estás calando hasta los huesos.

Debo admitir que me impresionó esa facilidad de palabra, tanto que pensé en ese momento que eran ciertas, pero a pesar de eso, pesaban más las que Alice me dijo una vez, las mismas que venían a mí al estar cerca de él; "Theo conquista a chiquillas inocentes como yo o.... Como tú, para luego dejarnos como una muñeca de plástico. Él es malo. Te dará el cielo en tus manos para luego arrastrarte en su infierno y aunque sabes que te quemará lo seguirás, lo seguirás porque, aunque él sea el que te provoque las heridas también será el único bálsamo que las calme."

Esas palabras habían estado resonando en mi cabeza durante esos cuatro años. Me había obsesionado tanto con Smith. Tenía grabada cada frase que Alice me había mencionado. Lo había investigado, estudiado el tipo de mujer que le gustaba, para poder tenerlo en la palma de mi mano, de haberme enterado antes de que él tenía una obsesión con mis ojos, creo que solo hubiese necesitado hacerle guiños y miradas coquetas para lograrlo.

Respiré profundo.

 — No sé, que mujer es la que mencionas Theo, pero te aseguro que no soy yo. Ni siquiera te había visto antes —alejé mi rostro de sus manos, Theo suspiro y las apartó—. Tienes problemas mentales.

Dicho eso me bajé de su coche, subí al mío. Lo único que necesitaba era llegar a mi apartamento y pensar, pensar mucho en todo. Me sentía en un total enredo, quería vengarme del perro faldero, desde hace mucho tiempo había imaginado e ideado la manera de hacerlo, apenas llevaba casi un par de semanas cerca de él y parecía que no encontraba una forma de llevar mis planes acabo.

Llegué a mi apartamento y me tumbé de inmediato en la cama, no paraba de dar vueltas sobre ella. Tenía que hablar con alguien y ese alguien era mi hermano.

— Hola Ryan.  

— Hola hermanita —sonreía a través de la pantalla—. Supongo que ya no estas molesta conmigo.

Esbocé una media sonrisa.  

— Parece que no. Tengo que contarte algo, bueno más bien sobre alguien.

Estaba dispuesta a compartir mi secreto con él, a confesarle mis planes. A pesar de lo abrumador que era el tan solo mencionar algo relacionado con ello.

A Través De La Ceniza (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora