Virginia retiró el termómetro de mi frente con sumo cuidado como si su tacto fuera capaz de quebrarme.
-treinta y seis, bueno al menos la temperatura ya cedió -dijo observando el aparato-. Continúa descansando. Ordenare que te suban un caldo de pollo.
Salió dejándome sola en mi recámara.
Llevaba dos días con temperatura, malestar de cuerpo y un cansancio horrible. Me sentía tan inútil, hasta el ir al baño era como cruzar una travesía.
Me hice una bolita en la cama y mis párpados cedieron al cansancio. No mucho después el sonido de golpes en la puerta me hizo abrirlos.
-Sam, tienes visita -anunció Virginia desde afuera-. Vamos a entrar.
No esperaba a nadie, a la única que había estado viendo era a Virginia. Odiaba admitirlo, pero era la única que se había preocupado por mi estado, de hecho, fue la que noto mi mal y me obligó a descansar.
-Los voy a dejar solos -anunció.
Pasos resonaron en el cuarto, una fragancia masculina llegó hasta mis fosas nasales despertando todos mis sentidos, como si se tratase de un golpe de energía a todo mi cuerpo provocando que volteara prácticamente al instante.
-Estas aquí -susurré atónita temiendo que no fuera real sino una ilusión de mi mente.
Su andar me pareció el más lento del mundo al venir hacia a mí. Me moría por arrojarme a sus brazos, por sentir su calor envolviendo mi cuerpo. Finalmente tomó asiento frente a mí.
-Muñeca -su aliento mentolado impactó en mi subiendo el latido de mi corazón.
Dudosa extendí mi mano para tocarlo y era real, realmente estaba ahí frente a mí. Sin pensar más me arrojé a sus brazos dejando que su aroma me tomara. ¿Alguna vez han sentido que un abrazo puede detener el tiempo para siempre? Bueno eso intentaba en ese momento de alguna manera quería quedarme así por la eternidad sintiendo los latidos de su corazón contra mí.
-Te he extrañado tanto -murmure contra su pecho.
Me apretó contra él y sé que lo hacía para preservar el momento como yo. Lo apreciaba tanto como yo y compartíamos el mismo miedo... No volver a estar de la misma manera.
-Recuéstate debes descansar.
Cada palabra que emitía enviaba torrentes de electricidad a mi cuerpo. Era como si el tiempo no pasará siempre se sentía como la primera vez que hablé con él, como la primera vez que lo vi.
-No te veo hace mucho y vienes en modo mandón -bromeé.
Una sensual sonrisa de lado apareció en su rostro.
-Tenemos mucho de qué hablar.
-Así es -concorde-. Y sería buena idea que también contemos nuestros secretos.
Arrugo sus cejas viéndome confundido, se veía tan tierno cuando hacia eso.
-Yo no tengo secretos contigo.
No era esa la respuesta que esperaba, porque obviamente sabía que existían y no es que el hecho de que su padre fuera un criminal iba a afectar lo que sentía por él, porque en serio eso no pasaría. Podía arder en el mismo sol y eso no haría que dejase de verlo de la misma manera.
- ¿Ni siquiera sobre tu familia? -mordí mi labio inferior tratando de contener las emociones que se adueñaban de mí.
-Theo te lo contó ¿no es así?
Edward no era estúpido y era obvio que sabía a lo que me refería. Y yo realmente quería entender todo.
-Hace un tiempo tuvimos una persecución al salir de mi apartamento rumbo al trabajo, él fue muy hábil y no nos pasó nada -paré buscando indicios en el sobre algo, pero no había nada-. Luego me comento lo que pasaba con tu padre y lo que pasó con tu madre.
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A Través De La Ceniza (EDITANDO)
RomanceMuchos secretos. Mentiras. Engaños. Dolor. Una parte de la historia que no ha sido contada... ¿Qué pasaría si tu mejor amiga se quita la vida? ¿Hasta dónde llegarías por vengar su memoria? ¿Qué estarías dispuesta a cambiar, a dejar para cobrar su d...