Capítulo 21

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—Quien debería dejarme en paz es él, no yo... Al parecer todavía no haces que me olvidé —siseé venenosa—. Tienes que hacer un mejor trabajo.

Habría dado hasta lo que no tenía por poder retratar a la maraña de pelo en ese momento. Toda su expresión desencajada, sus fosas nasales palpitantes por la irá y la presión que ejercía mordiendo sus mejillas interiores, me generó una satisfacción increíble.

—Tú solo complicas la vida de Edward —respondió con un aire hostil.

—Deja que sea él quien lo decida —me volví hacia él para encararlo—. ¿Qué prefieres Ed?... ¿A mí complicado tu vida, o la tranquilidad de la maraña de pelo?

—Sam, por favor vámonos —Kara se acercó a susurrarme al oído—. No es necesario que le hagas esto a la chica.

A lo mejor y ella estaba en lo correcto, lástima que yo no era de las que hacía lo correcto.

Edward que hasta ese momento se encontraba a unos cuantos pasos de nosotras, mudo y con la expresión de una roca, palideció sin saber que decir.

—Respondele Ed —arqueé una ceja—. Creo que tu amiga se merece una respuesta.

Simplemente no dijo nada. Su mirada brincaba de su acompañante a mí y aunque hacía el intento de hablar su boca nada más articulada sin sonido alguno.

—Creo que ya tienes tu respuesta —en ese momento me sentía victoriosa. Ella no podía simplemente venir a querer ser más que yo en la vida de Edward, podíamos ya no estar juntos y eso no significaba que podía pisotearme, ni ella ni nadie. Era muy egoísta, lo sabía, solo que algo tenía ella que me alteraba y ese algo podía ser Ed—. ¿Satisfecha?

—Sam, por favor, vámonos —intervinó de nuevo mi cuñada.

La tal Cali, si ese ere su nombre, de pronto pareció enmudecer. Su boca fruncida, y el rechinar de sus dientes aparentemente no la dejaban pronunciar nada y su postura belicosa estaba apaciguada.

—¿Necesitas algo más? —insistí al ver su falta de respuesta.

La chica salió disparada del lugar, acto seguido Ed quiso seguirla, pero aferré mi mano a su brazo frenándole el paso.

—Tú y yo tenemos que hablar. Me tienes que explicar que pretendes dejando esas notas.

—Te repito, Sam yo no sé de que carajo me hablas —sus ojos permanecían fijos en los míos—. No entiendo de lo que decís.

La sinceridad en su voz me abrumaba. Lo conocía. Sabía cuando él me mentía, cuando me hablaba desde lo más profundo de su corazón. Desgraciadamente en ese momento me inclinaba más por la segunda opción.

—Necesito que hablemos, porque todo te inculpa, Ed —terminé la oración casi susurrando. En el fondo de mi no quería creer que de verdad él fuera el culpable. Sin embargo, él tenía una conexión inexplicable con todo lo que sucedía con Alice, eso me generaba incertidumbre.

—Esta bien, lo hablaremos todo. Todo lo que quieras —un destello de compresión y dulzura rondó por sus ojos. De pronto sus manos aprisionaban mis mejillas—. Tranquila, no me gusta verte preocupada.

Inconscientemente cerré mis ojos dejándome llevar por la calidez de su voz. El vínculo que poseíamos era demasiado fuerte. Nos conocíamos tan bien, que sin decir palabra fácilmente interpretábamos las emociones del otro. Podíamos ser unos cabros el uno con el otro, pero también podíamos ser el complemento ideal.

Edward dejó reposar su frente sobre la mía, el aire de su respiración chocaba en mis labios.

—Todo estará bien, Sam —una sonrisa se expandió en sus labios, aunque, fue pequeña, fue una auténtica que me dejaba un toque de tranquilidad en el organismo—. Lo que sea lo solucionaremos.

A Través De La Ceniza (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora