11. MANDAR AL CUERNO

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—¿Interrumpo? —

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—¿Interrumpo? —. Desde atrás nuestro alguien pregunto. Reconocí la voz al instante, el extraño con el que Deacon habló esa noche. Asocié la voz con el nuevo rostro, varias veces lo he visto, era uno de los soldados que se encontraban en la entrada el día que fregué.

—Si interrumpes —Deacon se levantó plantando cara al moreno de ojos claros, sus ojos reflejaban al infinito cielo —. Hazme un favor Jezziel y piérdete.

Con cara y nombre del desconocido me uní a la conversación, el nuevo sonreía triunfal cruzándose de brazos, me adelanté hablar antes de que estos dos decidieran discutir.

—Estaba a punto de irme —fui a moverme cuando Deacon me capturó el codo derecho.

—Terminemos de hablar primero —. Tan rudo como el primer día que lo conocí.

—Hablaremos cuando dejéis de mentirme, mientras tanto cuídese Sir Deacon.

Me libre de su agarré y me marché, estaré sumamente ocupada planeando mi huida, hoy me escapó de los Wadlow y Blumer, aunque sea muerta.

Me libre de su agarré y me marché, estaré sumamente ocupada planeando mi huida, hoy me escapó de los Wadlow y Blumer, aunque sea muerta

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—¿Qué? — alzó la barbilla Jezziel —. Te iba a mandar al cuerno.

Su justificación me enfureció, lo más probable es que así fuera, Leah no me trataba como el resto de mujeres.

—Casi —articulé con la mano haciendo el gesto de poco —. La tenía a punto —. Frustrado pasé mis manos por mi cabello alborotado.

—¿Enamorarte? Por favor no sigas al pie de la letra los métodos de Winston —. Jessiel parpadeó sentándose sin temor —. Leahes inteligente, pasamos al plan B.

Llevo tiempo detrás de Leah, cautivar a alguien es agotador. Volví a la posición anterior dejando a Jessiel a mis espaldas, el frío escalón me recordó donde me encontraba, en la Mansión Wadlow.

La castaña de ojos verdes me daba quebrantos de cabeza, lo he probado todo. Tomar la iniciativa con el género opuesto es una novedad, no necesito ganarme a ninguna, ellas son las que tiene que hacerse merecedoras de mí.

Escuché de todo por parte de mi escuadrón, flores, chocolate, rescate, prestar atención mientras te habla, mucho más, la lista es interminable. Todos mis intentos fueron fallidos, una de las chicas me vio con las flores y se las quedó, lo mismo con el chocolate. La soberbia de Leah no es muy habladora y el rescaté fue una mierda, ella sola se salvó. Ha este pasó no alcanzaré mi objetivo.

—Plan B hermano, sé que no te gusta, a grandes remedios para grandes problemas —adjuntarse tanto con Winston le hacía hablar como él.

—Veo más factible a Leah — Jezziel bajó hasta quedarse a mi lado viendo a la manada de inconscientes que disfrutaban de la tarde.

—Mejor la olvidamos, en cualquier momento... —me viene con lesiones a mí, lo que me faltaba.

—Es algo personal, detente, es una orden —. Para ser sincero me da algo de lástima, cada vez que la veía traía un nuevo moratón.

—Me contaste que es una niña —. Jezziel continuó persuadiéndome, cuando tomó una decisión no desisto hasta realizarla.

—No tan niña —reí por lo bajo—. Es una mujer atractiva.

—Deacon recuerda como acabaste la última vez —fue a sermonearme nuevamente.

—No soy el ingenuo Deacon de antes, sé muy bien qué hacer con ella.

Lo miré a la cara alzando mis cejas, llevamos mucho tiempo juntos, es como parte de mi familia. Tiene razón de seguir sintiendo pena por ella no podré matarla cuando esto acabé.

—Tú ganas — descendió unos escalones parando en seco —. Espero que no se repita la historia, no me digas que no intente advertirte.

Jezziel se fue hasta los demás, con cada paso vi su estado de ánimo, tenía miedo al igual que todos, al igual que yo, un fallo y estamos muertos.

Si antes tenía dudas ya me las resolvió, Leah sabe más de lo aparenta y odia a la Duquesa, hacer que opté por nuestro bando cada vez es más fácil, al fin y al cabo, ¿quién no desea dinero y poder?

De Cunas AltasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora