33. SIMPLE BESO

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Ante la negativa hizo crujir los huesos de su mano, un grito inundo mis oídos cuando de una patada Deacon lo desplomaba de rodillas frente a mí,

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Ante la negativa hizo crujir los huesos de su mano, un grito inundo mis oídos cuando de una patada Deacon lo desplomaba de rodillas frente a mí,

—Agotas mi paciencia, estaríamos mejor sin escoria como tú—. Hacia tanto que el Deacon irrespectuoso y mortífero aparecía frente mí.

Con una elegancia fúnebre resonó el crujido, en este caso el animal le rompió el codo haciendo que gritara y llorara de dolor. La escena me superaba ver como los huesos rasgaban la piel en el sentido contrario al que deberían estar era repugnante. Oculté mi rostro entre mis manos, el miedo era el que me inundaba, ¿Cómo una persona podía causar esos estragos con un leve movimiento?

—Leah vete —ordenó fríamente Deacon.

—Ayudadme — imploró el recién manco. Un escalofrió me recorrió entera.

Otra en estas circunstancias partiría dejando que acabase con semejante individuo, pero no podía voltearme y fingir, que fuera unos desgraciados abusivos no significaba que tenía que ser como ellos.

—Deacon —me costó parecer segura, casi tiemblo al retirar mis dedos. Frente mí se encontraba la bestia desatada, sus venas del cuello se notaban a leguas de distancia, fruño el ceño enroscando sus ensangrentadas manos a la garganta del herido—. No vale la pena.

Di unos pasos acercándome, los ojos marrones que me hipnotizaron ese mismo día estaban vacíos, muertos, conquistado por una oscuridad paranormal. La sed de sangre se manifestaba con los hechos, Deacon asfixiaba sin contemplaciones tiñendo de morado el rostro del otro.

La adrenalina me consumía, parecía que eran a mí a quien dejaban sin respiración, con cada entrada a mis pulmones de aire me dolían y mis pulsaciones se disparaban, valiente acaricié sus manos asesinas.

—Lo vais a matar —busqué con énfasis el iris de sus pupilas fallando por completo—. He decidido perdonarlo —. La presión que ejercía Deacon disminuyó dibujando una retorcida sonrisa que me trastornó.

—Puede que lo perdone una vez muerto—continuó su deplorable acción. Solo me quedaba una última carta, el nuevo objetivo de mis manos fue su cara, exigí que me mirara sin desviaciones.

—Vos no sois él, no sois un asesino —. Sus parpados se cerraron y su manía de morderse el labio inferior apareció—. Cada uno elige, es vuestra decisión.

Deacon me aparto de él bruscamente, lo veía frustrado mezclándose entre la masa de árboles de la entrada. Me encantaría calmar al caballero de la muerte, aunque debía de encargarme del soldado con escasas fuerzas que se tambaleaba por los escalones siguiendo a Deacon.

 Me encantaría calmar al caballero de la muerte, aunque debía de encargarme del soldado con escasas fuerzas que se tambaleaba por los escalones siguiendo a Deacon

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"¿Desde cuándo os dejáis manipular?" Rhocan insistía en molestarme, unos segundos atrás me incitaba a matar al desgraciado y ahora se burlaba de mí.

Fuera de la vista de curiosos cerca de la metálica verga me desplomé llevándome las manos a la cara. La impotencia me generaba odio hacia mí mismo, fracaso tras fracaso me sentía inútil, era incapaz de lograr la disculpa de un borracho.

Leah tuvo suerte de que no encontrara nada en la mansión o la suerte fue mía de que ella estuviera presente, habría disfrutado partirle el cuello o ahorcarlo con mis propias manos, eso aprendí con la pelirroja que me torturaba diariamente.

"¿Vais a llorar? Comportaros como un hombre, estáis perdiendo el tiempo del que no disponéis, terminad antes de que todo se torne". Lo más triste de todo era darme cuenta de que los demás tenían razón, Rhocan nunca miró por mí, ella siempre fue un ser egoísta, estaba tan cegado.

—¡MUÉRETE DE PUTA VEZ! —me levanté gritando furioso, asimilar que has sido la herramienta de una maldita bruja no es plato de buen gusto.

La silueta del vestido negro lujoso con un elaborado recogido se evaporó mostrándome a una asustada chica con unos ojos verdosos aguados. Nada salía como quería y me jodía tener que usarla como estaba previsto, si hubiera encontrado lo que me exigieron a estas alturas estaría de camino a la capital pudiendo dejar todo atrás.

No tenía fuerzas para mirarle a la cara, sé que Leah estaba cayendo en mis redes, la manera en la que me miraba mostraba interés, aún que mantenía la distancia, cosa que agradecía enormemente.

Mis rodillas tocaron la tierra mojada, mi vista se perdió en la nada observando de reojo como la sirvienta caminaba para enfrentarme. Seguro me cantaría las cuarenta, reclamando una explicación, actuaría mintiéndole.

Desconcertado era catalogarlo bajo, Leah me acompaño en la pegajosa tierra y me abrazó, su aliento chocaba contra mi oreja izquierda, su aroma me embriagaba consiguiendo que las lágrimas que llevaba reteniendo hace años escaparan, estaba tan cansado de toda esta mierda. Le devolví el gesto arrinconándola en mí, mis manos descansaron a la altura de sus caderas y escondí mi rostro en el hueco de su cuello.

—Ya pasó —quería consolarme—. Estoy aquí con vos, no estáis solo —. Con dulzura jugaba con mis cabellos. Agradecí a mis adentros que viniera, era lo contrario a Rhocan, me transmitía tanta paz —. ¿Mejor? —preguntó justo cuando me separé rompiendo la unión de ambos. Asentí mientras ella retiraba las gotas que quedaban en mis mejillas—. Así estáis menos feo.

Una sonrisa se coló en mis labios, sin pensar sujeté su mano izquierda depositando un leve beso. Leah se sonrojó mirando para otro lado y mi autocontrol creo que se esfumó. Me desplomé hacia delante cayendo sobre ella, nuestras respiraciones se mezclaron, apoyé mi pesó sobre mis codos evitando aplastarla, mi mirada se desviaba a sus labios, desde aquella vez que me enfrentó quise hacerlo.

—¿Puedo besaros? —pregunté meloso, jugando con mi la punta de mi nariz por sus mofletes.

—¿Vos que creéis? —. Leah era impredecible, solo ella sabía la respuesta. Lo único que tenía en mente era besarla, ¿qué podría salir mal por un simple beso?


¿Qué pensáis? ¿Habrá o no beso?

Os propongo un juego, definir con una palabra a los personajes protagonistas. Por ejemplo: Deacon atormentado y Leah luchadora.

De Cunas AltasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora