13. POR ARTE DE MAGIA

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Surrealista, así describiría la situación

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Surrealista, así describiría la situación. Para variar el caballero imbécil es mi acompañante al pueblo central del reino del norte, denominado Lihert, el trayecto de la residencia de los Duque al pueblo equivale a unos treinta minutos en caballo.

Los alrededores de la mansión Wadlow han estado impregnado de vandalismo, la guerra ha dejado las secuelas en los pobres, mientras los aristócratas derrochan hasta saciarse. Tadd el capitán de las tropas decidió mandar a Deacon conmigo. Las otras veces me han acompañado cualquier sirviente varón.

Han pasado dos días desde mi último intento de huida, por activa o pasiva aparecía dicho sujeto al que me apetece tanto matar.

En el camino entre los árboles me seguía con su caballo negro, vino armado con su espada y un arco con flechas. Gracias al pedido desorbitado de Arlime me llevé una carreta, de lo contrario hubiera tenido que viajar en su caballo.

Mi vista se fijó en el frente evitando cualquier tipo de contacto, él en su defecto me observaba, sentía como sus ojos se posaban en mi analizando hasta el mínimo movimiento.

Deacon me huele mal desde el momento uno, la extravagante línea rosa de su rostro desapareció por arte de magia. Mala espina me daba desde que me enteré de sus intenciones.

-¿Tardarás mucho en hacer las compras? -preguntó él -. Si terminas podemos dar un paseo y comer en donde quieras.

Aguanté las ganas de reírme en su cara. ¿Desde cuándo somos tan cercanos? Desde nunca. Puede que por su cabeza pasarán ideas inocuas, ninguno vestía los uniformes.

Él lucia tan apuesto, la camisa blanca se acentuaba a cada milímetro de su toso musculado, sus pantalones de piel marrón tierra ayudaban a pecar a la imaginación. Tengo ojos como toda persona, pero sé que es imbécil y nadie cambia de buenas a primeras.

-Después de las compras regresaremos -contemplé la nada sin prestarle atención. Tenía en bandeja de plata la oportunidad de escapar para siempre de las garras de los Blumer, salvo un pequeño detalle ellas me necesitan con urgencia y desesperación.

Despistar a Deacon es sencillo, en cuanto pasa alguna moza su atención se desplaza a la novedad y tengo dinero, podría arreglármelas sola. La única pega, mi inconsciente conciencia, las ayudaría como siempre y la gratitud obtenida será ficticia.

-¿Tanto te disgusta estar conmigo? Me he tomado el día libre para salir juntos, eres una desconsiderada -me recriminó.

-Vos un experto mentiroso.

Cada pasó se sumó en silencio hasta llegar al ajetreado Lihert, el pueblo más grande del norte, territorio del Duque Wadlow. Las calles atestadas de gente me permitió burlar a Deacon.

Aproveché que el amarró a los caballos para huir al lugar solicitado, entre todo el personal me pidieron que fuera yo por una razón alarmante.

Caminé dejándome llevar por sus calles de piedra a rebosar de voces, mis piernas sabían muy bien a donde dirigirse. A diferencia del resto de casas mi destino era una deteriorada casa llana gris, abrí la puerta haciendo sonar la campanilla de entrada.

El cartel en su fachada no era conveniente, pues no existe ser humano que no conozca a Landiel, mago, curandero y vidente, famoso por sus predicciones.

-Déjame adivinar Leah.

La voz de Landiel endulzo mis oídos, trabaja para aquellos que pagarán sus descomunales honorarios, pero me agradaba. Él conoce mundo y escucharlo hablar me evadía de mi cruel realidad.

Sentado en su extravagante sillón verde chillón se encontraba Landiel, sus largos cabellos plateados estaban sujetos en una perfecta coleta, hasta su bata azul eléctrica estaba impoluta. Zarandeó un frasco entre los dedos de su mano izquierda.

-¿Lo sabía? -me di cuenta de la absurda pregunta que le formulé.

-Hay muy pocas cosas que no sepa de este mundo -mostró sus brillantes dientes en una medio sonrisa, su mano libre junto sus ojos violetas me indicaron que tomará asiento en una de las dos sillas que se encontraban alrededor de su mesa.

Me senté recorriendo el sombrío lugar, por muy espeluznante que fuera lo encuentro fascinante. La campanilla sonó dando la bienvenida a su sudoroso Deacon ¿Cómo me ha encontrado?

De Cunas AltasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora