21. SIN PLAN

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Hablar con mis hombres en el entorno de la mansión nos ponía en peligro, nuestras palabras podían llegar a oídos de terceros y todo el sacrificio sería en vano

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Hablar con mis hombres en el entorno de la mansión nos ponía en peligro, nuestras palabras podían llegar a oídos de terceros y todo el sacrificio sería en vano.

Tadd tuvo la consideración de darme tiempo para recuperarme antes de encargarme patrullar el territorio, los caminos del bosque se han convertido en escenarios violentos, aparte de los atracos, el numeró de caso de seres abominables aumentó en este último mes.

—¿Le gusto el regalo? —. Winston me pregunto, el pelirojo de ojos grises era un inconsciente, la mayoría de veces que hablaba era para decir algún disparate.

—Anoche se lo di.

Al ser caballero era el que estaba al mando, todos eran mis hombres antes de ir a la guerra, montados a caballo armados hasta en las botas trotábamos hasta las fronteras del segundo territorio más extenso del norte, Zerdly.

A ellos los consideraba mi familia, confiaba tanto en ellos, que estaba al tanto de todo lo relacionado con Leah.

Intentemos poner el practica el plan B. Nuestra mente pensante fue el encargado de idearlo y ejecutarlo, Jezziel lo llevaría a cabo. Arlime era la jefa de las sirvientas, la mucama principal, un hueso duro de roer, con tan solo verla se sabía que los esfuerzos serían en vano. Esa mujer se desvivía por el Duque Uriel.

Una vez fallido el B, pasemos al C, la otra sirvienta que se turnaba con Leah era Ivy o como se llamé, resultó ser tan codiciosa, estando con unos de los cocheros me coqueteaba conmigo, traicionera, se volvería en mi contra.

Plan D, poner celosa a Leah, me sabía su nombre perfectamente, existen muy pocas personas con las agallas de enfrentarme. Fracasó tras fracasó, lleguemos a la conclusión de cero planes.

—Iremos según lo acordado —elevé la voz lo suficiente para que me escucharán los de atrás —. Sin plan, iremos improvisando.

Conseguir la debilidad de los Blumer es igual a obtener la de los Wadlow. Daba la casualidad que la única persona viva que trabajo para el antiguo Barón era la prepotente de Leah.

—A las mujeres le gusta las joyas que tal, un anillo —. Desde mi izquierda me golpearon las incoherencias del pelirrojo.

—Es sobrepasarse, recuerda Deacon no puede casarse —. Jezziel le refrescó la memoria al despistado.

—Si le gusta, se parece tanto a Rhocan —. Winston era el más impulsivo de nuestro grupo, directo al grano eso fue lo que me fascino de él hace 8 años.

Rhocan casi la tenía olvidada, al principio la veía reflejada en Leah, esos ojos verdes que destellaban hasta en la oscuridad más profunda.

—Que te habíamos dicho —. Kevin lo regaño, pateándole el trasero al caballo de Winston. El rubio de ojos azules intervino en el momento justo, un poco más y lo mataba.

—¿A qué te muerdo? —. Winston sacaría su artillería pesada y es algo que no podía consentir.

—Concentrar vuestras fuerzas para pensar como traerla a nuestro bando —acabé con la chispa que desataría una pelea.

—Tú mismo has dicho que te encargabas —. Hoy mataba a Winston, una cosa era encargarse y otra dar posibles tácticas—. Voto por el anillo.

Levantó la mano derecha observando al resto de compañeros, todos lo ignoraron.

—Es muy extraño —miré a la mente más brillante, a Jezziel—. "Todos se van a enterar de quien sois" —repitió la frase que les conté.

Leah se delató aquel día, sabía algo. Si fuera Briseida la mataría, ¿quién mantendría con vida a la posible causa de su destrucción?

—Un Advolrt la persiguió, son tranquilos, solo atacan cuando se sienten amenazados—. Otra variante dicha por Kevin.

—Sabe usar un arco —. Punto para Jezziel.

—No soporta a Deacon —. En conjunto paremos a los caballos mirando al pelirrojo sonriente —. Eso también es raro, a todas les gusta Deacon —parpadeó incrédulo, con un gestó le indiqué que se acerca—. Su comportamiento, su forma de hablar, venga ya, la llaman la sirvienta aristócrata, por sus aires de grandeza. Al menos que tengas dinero y poder no va a estar de nuestro lado.

Por una vez en su vida aceptó, poder para vengarse de las humillaciones puedo ofrecerle, pero lo que no me di cuenta es su comportamiento, sé que no es una sirvienta. Le entregaron una lista de compra sin decirle lo que contenía, por lo tanto, sabe leer.

Era un idiota o imbécil como ella me denominaba, pensé que era una exmercenaria en el pueblo y solo actuaba con temor.

—Eres tan tú Winston, no cambies —le di unos golpecitos leves en sus mofletes cuando llego a mí.

—Gracias hombre — Winston se rascó la nuca sonrojándose. Ordené a Devil a proseguir con un movimiento de piernas

—No es un halago —. Jezziel se equivocó.

De Cunas AltasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora