XII [200523]

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— Deberíamos ir a comer la tarta. — Susurro tímido. — O se enfriara. — Intento quitar la mirada.

— Vamos. — Tomó las cucharas entre sus manos y sonrió.

JiMin no pudo evitar sonrojarse más con la sonrisa que el lobo le había dado, su sonrisa era tan encantadora.

Camino detrás de él hasta llegar nuevamente a la sala, se sentó soltando un suspiro tratando de entender por qué se sentía así, jamás había sentido algo igual.

— ¿Qué le suceden a tus mejillas?. — Pregunto señalando las propias. — Aún esta roja tu herida. — Se acercó a el.

— No es nada. — Sonrió nervioso mientras tocaba sus mejillas.

— Mmh bien. — Se alejo despacio. — Y cuéntame, tu padre te regaño. — Se dispuso a servir un pedazo de tarta en el plato.

— Si tu supieras. — Dio un suspiro cansado.

— Cuéntame que paso. — Sirvió lo mismo en otro plato.

— Mi padre se enojo mucho por lo que le dije. —

— ¿Qué le has dicho?. — Le dio un plato con una cuchara.

— Llegue y el me pregunto "¿Donde has estado?", yo le respondi "Sólo no quise estar presente" cuando dije esto supe que peleariamos, de ahí el dijo "¿Qué has dicho?" y yo reuní mucha fuerza para decirle "Odio esta celebración tuya", de ahí empezó a decir lo que siempre dice "Deberías estar orgulloso, tu aldea se libero de esos lobos". — Hablo con burla lo ultimo. — Yo le respondi "No me gusta tu odio hacia esa gente" y entonces el grito "¡No son gente, son bestias!", yo me enoje mucho y entonces le grite "¡No son eso bestias!". —

— Woa. — Sorprendido. — Ahora me siento un poco mal por hacer que te pelearas con tu padre. — Sonó triste.

— No debes sentirte así, se lo merecía, tiene el ego más grande que Asia. — Empezó a reír.

— Ahorita que tocamos el tema de tu padre y eso. — Dio la primera probada a la tarta que no había tocado por escuchar a JiMin. — Esto de verdad es delicioso. — Saboreo. — Pero volviendo al tema, por que tus ojos son azules si los de toda tu familia son café oscuro o claro. — Señaló sus propios ojos.

— No lo sé, siempre me he preguntando lo mismo. — Se tocó levemente cerca de los ojos para después comer su tarta.

— Eso me recuerda una profecía que contaban en mi familia. — Contó. — Era sobre que la Luna tendría un hijo el cual nacería en Luna azul y tendría ese color de ojos, jamás hubo una Luna azul en ese tiempo. — Metió otro pedazo en su boca. — Hubo una hace como. — Pensó. — Creo hace como veinte o dieciocho años. — Tomó otro trozo.

— Espera, eso quiere decir que ¿la Luna si tuvo un hijo?. —  Sus ojos soltaron un peculiar brillo.

— Eso dice la profecía. — Confirmó.

— ¿Las profecías en tu familia se cumplian?. — Metió una cucharada más en su boca.

— Algunas. —

— ¿Me dices una que si paso?. — Se acercó más.

— Hubo una profecía que decía que existiría un lobo, uno fuerte, el más grande y fuerte lobo que allá existido. — Contó con algo de tristeza.

— Espera, es lo mismo que contaban en mi familia, fue el lobo que ellos "derrotaron" creo que le decían. — Pensó.

— Gguk. — Pronunciaron los dos al mismo tiempo.

— Era un gran lobo, pero por su culpa todos caímos. — A JungKook se le tensaron los músculos. — Fue su culpa. — Dijo con dolor.

— No se que allá pasado con ese lobo pero te aseguro que no es su culpa, todo tiene una razón, todo tiene una verdad. — Tocó su brazo.

— Eres tan dulce JiMin. — JungKook lo miro a los ojos.

— Gracias. — Se sonrojo. — Mmh creo que debería volver. — Se levantó nervioso.

— ¿Por qué?. — Se levantó con el.

— Mi padre llegará pronto, si no me encuentra me matará, el no sabe que no estoy en casa. —  Empezó a preocuparse.

— Entonces te llevo. — El lobo salió primero de la casa.

JiMin lo siguió hasta afuera y cuando se encontraba ahí vio a JungKook en su forma lobuna, el pequeño sonrió pues sabía que este lo llevaría sobre el y seria divertido.

— Vamos, sube. — Se agachó y este no se hizo del rogar, subió.

Al estar arriba sintió como el lobo corrió rápido, tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba cerca de pasar al otro lado donde su aldea se encontraba.

— Ve rápido, suerte. — Bajo al menor de el.

— Gracias por todo gran lobo. — Agradeció con una sonrisa.

— Nos vemos luego pequeño ángel. — Devolvió la sonrisa.

Y eso fue lo ultimo que dijo pues se regreso corriendo ya que era peligroso estar de día por acá, cualquiera lo podría ver y eso seria muy malo.

Mientras tanto el otro empezó a correr hacia su casa, rogando por llegar a tiempo y que su padre no se enojara más, que de por sí se enojaria, recordemos que el tomó su tarta de mora.

En ti esta mi verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora