I [200425]

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Aun recuerdo cuando mi madre me contaba esas historias de hombres lobos antes de dormir, mientras ella me decía maravillas, otros me decían que debería de odiarlos pues ellos habían matado a muchos en nuestra aldea.

Nuestros antepasados tuvieron una ardua pelea con esos lobos, había un mito de que existió un lobo fuerte, uno de los más grandes y poderosos que casi acaba con nosotros pero después le paso algo y desistió.

Pero mi madre era diferente, ella quería la paz y siempre me inculcó que no debo odiar a nadie que debo saber perdonar.

No les he dicho mi nombre, me llamo JiMin hijo del jefe de esta aldea, acabo de cumplir mis dieciocho años.

Soy alguien bastante curioso, me gustaría saber que había pasado con los lobos, ¿donde estaran?, ¿aún existirán?, son preguntas que siempre rondan en mi cabeza.

— ¿JiMin?. — Llamó mientras movía su mano tratando de llamar la atención.

— Perdón, no te había escuchado. — Contestó saliendo de sus pensamientos.

— No te preocupes. — Sonrió. — ¿En quien pensabas?. — Lo miro alzando la ceja derecha. — ¿Sigues pensando en tus sueños?. —

— No Tae. — Negó. — Era otra cosa, ya sabes mañana es el Día Sagrado, ese día en el que los lobos "perdieron". — Hizo una mueca.

— Por qué el "perdieron". — Frunció el seño sin entender.

— No es nada. — Dio una sonrisa fingida.

— Bueno... — Paro. — Vamos a buscar la ropa que nos han hecho. — Suplico con ojitos de cachorro.

— ¿Estas seguro?. — Miro la hora en un reloj en la pared.

— Si, no va a pasar nada, no iremos muy al fondo del bosque. — Se levantó.

— Bien. — Se levantó igual.

TaeHyung y JiMin se dirigieron hacia el bosque a casi tarde noche, a pesar de que podrían a ver ido mañana por la mañana no lo hicieron, los dos jóvenes querían ahorita.

Durante todo el camino se mantuvieron callados, concentrados hacía dónde irían, pero a pesar de eso JiMin se sentía extraño, sentía una mirada entre todos esos árboles, trato de ignorarlo.

Al llegar a donde el costurero se encontraba, entraron pero grata fue la sorpresa de JiMin al enterarse de que su vestimenta le faltaban retoques y que tendría que recogerlo mañana, en cambio el de Tae ya estaba.

— Mira para que mañana no se atrase con sus práctica de ceremonia, vengalo a buscar a las cinco de la mañana. — Dijo mientras seguía costurando.

— Bien, no se preocupe, yo vendré. — Sonrió con algo de preocupación.

— ¿Estas seguro?. — Susurro Tae.

— Si. — Lo miro. — Gracias, mañana vendré. — Se despidió.

— Lo esperare. —

Después de salir de ahí ya era de noche pero aún así pudieron llegar a sus casas a salvo.

— ¿No quieres que te acompañe mañana?. — Pregunto Tae.

— No es necesario, iré rápido, tu prepárate. — Sonrió casi a la entrada de su casa.

— Bien, mañana ve con cuidado. — Se alejo un poco.

— Lo haré, ahora ve a tu casa y descansa. — Se despidió.

— Descansa también. — Eso fue lo ultimo que dijo.

Al entrar a su casa noto algo sola la sala pero al entra al comedor todo estaba alumbrado, como dije sus padres eran los jefes los cuales se llamaban; HyoJong y HyunAh, y su hermana menor ChaeYoung. Estos estaban poniendo la mesa, en cuanto su hermana lo vio esta sonrió.

— Hermano, llegas justo a tiempo para cenar. — Corrió abrazarlo.

— Si hermanita. — Le dio un beso en la frente. — Buenas noches padre, madre. — Se sentó en la mesa.

— Buenas noches. — Su padre se sentó.

— ¿Cómo te ha ido hijo?. — Pregunto su mamá con dulzura.

— Muy bien mamá. — Sonrió.

— Están preparados para mañana. — Su padre parecía emocionado.

— Papá tu eres el único emocionado. — Chae sonrió.

— No es verdad, toda la aldea esta feliz por esto, ¿y por que ustedes no?. — Curioso.

— Querido, tu hija estaba jugando. — HyunAh trato de ayudarla.

— Eso espero por que no hay razón por la que no estar feliz, mañana se celebra el día en el que esos asquerosos lobos dejaron de atacarnos y matarnos. — Soltó con odio.

JiMin al escuchar esto sintió sus ojos picar, como si quisiera llorar también apretó el propio asiento con un leve enojo, así se sentía por lo que su padre acababa de decir.

— Recuerdo cuando mi padre me contaba que su padre había vencido a esos feroces escorias, y desde ahí la paz nació. — Sonrió con triunfo.

— Padre. — Sus ojos se tornaron negros por unos instantes tan pequeños. — Puedo retirarme. — JiMin se levanto débil.

— ¿Te sientes bien hermano?. — Chae se levantó preocupada.

— Ve. — Lo miro serio.

— No te preocupes estoy bien. — Le sonrió a su hermana, en cambio con su padre se sintió una mirada pesada.

Después de eso JiMin se dirigió a su cuarto un poco mareado pero al llegar a su cuarto, sintió un poco más de tranquilidad, se sentó en su cama mientras miraba la ventana abierta y por ella estraba la luz de la luna, quiso apreciarla más así que se volvió a levantar para dirigirse a la ventana, ya que estuvo ahí miro la luna suspirando.

— ¿Qué me sucede?. — Le pregunto a la luna, tal como si le escuchara.

En ti esta mi verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora