XX [200617]

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Habían terminado de comer, guardaron los platos y vasos, se dispusieron a entrar al agua fresca pero incluso antes de eso reposaron unos quince minutos pues le podría hacer mal.

Pero había una cosa que le apenada mucho, y era quitarse la ropa para ponerse una mas cómoda para nadar en el hermoso río.

— Yo me puedo voltear si quieres. — El otro sólo asintió apenado.
JungKook se voltio por un lapso se tiempo corto, escucho el "ya" de su pequeño ángel y en seguida voltio encontrándose con un JiMin con shorts cortos y playera holgada.

— Deja de mirarme así. — El sonrojo volvió aparecer.

— ¿Cómo te estoy mirando?. — Se acercó a el.

— Cómo si me quisieras comer. — Agachó la mirada.

— Puede ser. — Susurro en su oído para después alejarse.

JiMin pudo observar como este sin pudor alguno se quitó la camisa dejando ver nuevamente su trabajado cuerpo y su tatuaje. De ahí empezó a desabrochar su pantalón hasta bajarlo y quedar solamente en ropa interior.

El pequeño estaba babeando ante esto aunque no quisiera aceptarlo.

— ¿Nos vamos a meter al agua o seguirás mirándome así?. — Río mientras volvía acercarse esta vez para tomar su mano y guiarlo hacia el agua. — Ven. — Se dispuso a meterse primero.

— ¿Está fría?. — Pregunto antes de meterse.

— No. — Negó. — Ven. — Extendió sus brazos y el menor se fue a ellos.

— Está algo fría. — Se aferro al fuerte cuerpo del lobo.

— Te abrazaré. — Posicionó sus manos sobre la cintura y este se sonrojo. — ¿Estas mejor?. — Sus cuerpos estaban pegados.

— Si. — Susurro. — Me gusta todo lo que hay aquí, es muy hermoso. — Sonrió admirado todo de nuevo.

— Entonces también te gustó. — Lo miro.

— ¿Co-omo?. — Tartamudeo un poco.

— Dijiste que te gustaba todo lo que había aquí osea que yo también. — Río al ver como este bajaba su mirada.

— Kookie. — Hizo círculos en el pecho de el lobo con nervios.

— ¿Quieres nadar?. — Pregunto sonriente.

— Si. — Sintió como JungKook le soltaba.

Así que procedió a moverse en el agua, se sumergió en esta dejándose llevar por lo refrescante que era, sentía la presión del agua querer llevárselo pero no podía.

En cuanto a JungKook el se encontraba sobre una piedra admirando a su pequeño ángel nadar, no sabia bien que le hacía sentir el pequeño, solo sabia que le encantaba estar con el, abrazarlo y oler su exquisito olor, adoraba tenerlo con el.

Paso un rato de estar en el agua y entonces ambos se salieron del agua, JungKook colocó una toalla alrededor del cuerpo de su menor quien se encontraba ligeramente temblando.

— Cambiate, traje un manta así tendrás menos frío. — Se voltio un momento a esperar el "ya" de JiMin.

— Listo. — El otro se volteo y se dispuso a enrollarla en la manta.

— Me voy a cambiar rápido. — Ahora era el pequeño quien se volteaba.

— Términe. — Pero al regresar su mirada a el, lo que se encontró fue un JungKook con vaqueros y el torso descubierto dejando ver aún su tatuaje.

— ¿No tienes frío?. — Pregunto mientras observaba como se sentaba junto a él.

— No. — Negó para luego acercarse a el. — Quiero olerte. — Y con eso bastó para que JiMin dejará a la vista su cuello.

— Delicioso. — Olfatio hasta llegar a su oído. — Me estoy asiendo un adicto a ti. — Susurro delicadamente provocando un escalofríos en el.

— Kookie. — Susurro mientras cerraba los ojos.

— Pequeño ángel. — Dijo para después besar su cuello, dio una leve mordida que lo hizo jadear despacio.

Le volvió a morder.  —  Mmh. — Jadeo para luego rodiar su cuello con sus brazos.

— Debo parar. — Jadeo. — O no me podré contener. — Susurro.

— Si. — Dejo de rodear su cuello.

— Pero eso no quita que no quisiera contenerme. — Susurro en su oído. — Pero debemos irnos, esta por anochecer. — Lo tomo de la cintura para levantarlo.

— Vamos. — Sonrió una vez que estuvo de pie.

Realmente era confuso lo que pasaba, por que ninguno era claro con el otro sobre lo que sentían, los dos adoraban la compañía del otro, jamás habían sentido sensación como esta, era única.

Después de que JungKook se colocó su playera tomaron sus cosas y se encaminaron primero hacia la casa de JungKook para dejar una que otras cosas y luego iría a dejar a su pequeño ángel.

Lo subió sobre su espalda como era costumbre hasta llegar al límite del bosque, que es donde se despedían, con algo de tristeza dentro.

— Hasta mañana gran lobo. — Lo abrazo. — Regresa con cuidado. — Acarició su espalda.

— Hasta mañana pequeño ángel. — Se metió nuevamente en su cuello. — Cuídate. — Dejo un beso en el.

Se separaron, uno sonriente y el otro rojo como un tomate, ya era costumbre que esto pasará, la pregunta era como todo había llegado a este punto, a un punto de necesitarse mutuamente.

En ti esta mi verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora