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Se fueron de inmediato a la mesa o más bien pequeño comedor, solo tenia como cuatro sillas, era algo obvio pues JungKook jamás invitaba a nadie por dos razones; la primera era que no le gustaba tener gente en su casa y la segunda era que no tenia amigos.

— Se me olvido preguntar ¿Te gusta el pollo?. — Sonrió tal como un niño travieso.

— No, pero hoy podría comerlo. — Dijo mientras sacaba dos platos de la alacena.

— Eres tan amable. — Le dio una sonrisa dulce.

— Lo sé. — Uso una pose de diva.

— A propósito, no me has dicho tu edad. — Sirvió un pedazo de pollo en cada plato. — Yo tengo dieciocho añitos. — Hizo cara angelical.

— Yo debería tener cien. — Se puso serio. — Pero tengo veinte. — Sonrió.

— ¿Estas hablando en serio?. — Se sorprendió y con esto abrió la boca ligeramente.

— Si, de hecho yo conocí a tu abuelo y bisabuelo. — Contó.

— ¿Estas jugando verdad?. — Tomó una tortilla y la enrollo.

— No, mira es extraño, han pasado como más de cincuenta años desde que los lobos desistieron, mis hermanos envejecieron pero yo seguía igual, el más sabío de nosotros dice que esto pasa por una razón. — Explicó. — Sigo buscando la verdad. — Miro su pollo y entonces le dio una mordida.

— Wooa. — Parecía un pequeño niño entretenido en un cuento de hadas. — Es increíble. — Sonrió mientras le daba una mordida al pollo.

— Eso creo. — Pensó. — ¿No estás preocupado por lo que te dirá tu padre?. — Pregunto preocupado.

— La verdad si pero lo hecho, hecho está. — Volvió a comer.

— ¿Volverás en la noche?. — Pregunto tratando de que no se notará su tristeza.

— ¿No quieres que me vaya? ¿cierto?. — Sonrió.

— Yo no dije eso. — Fingió enojo.

— Entonces si me iré, si no vuelvo hoy en la noche mi padre de verdad me matará. — Tallo sus brazos. — Tengo que hacer una buena escusa. — Pensó.

— Diles que hiciste ofrenda de luna por haber ganado o no se cualquier cosa que los halage a ellos y nos ofenda a nosotros. — Sintió enojo.

— ¿Sabes que?. — Pregunto y el otro negó. — No pondré escusas, debo ser valiente. — Se alentó a sí mismo.

— Suerte con eso niño. — Río burlón.

— ¿Cómo me dijiste?. — Frunció el seño.

— Niño. — Lo reto. — ¿No te has visto a ti mismo?. — Pregunto. — Te ves tan pequeño, no parece que tuvieras dieciocho. — Hizo una seña formando una altura pequeña.

— ¿Y tu te has mirado?. — Lo señaló.— Te vez grande, no pareces de veinte, tan alto. — Se burló.

— Me estas halagando pequeño niño. — Sonrió victorioso.

— ¡No soy un niño! Soy un ángel. — Sonrió de forma angelical.

— Bien. — Sonrió. — Pequeño ángel. — Lo miro a los ojos.

— Tu serás... — Pensó. — Gran lobo. — Lo miro directo a los ojos.

— Me gusta eso. — Sus ojos acabaron en los de JiMin.

— Ya tenemos apodos. — Sus ojos brillaron.

— No sabía que era tan bueno conociendo personas. — Aplaudió para si mismo.

— Y no conociste a cualquier persona. — Negó en una sonrisa. — Conociste a el pequeño ángel Park JiMin. — Hizo pose de flor.

— Y tu conociste a el Gran lobo Jeon JungKook. — Le guiño el ojo.

— Fue todo un placer. — Lo señaló con el pollo en manos.

— El placer es mio. — Repitió el acto mencionado.

Río. —  Sigamos comiendo. — Le dio una mordida.

— Por supuesto. — Volvió a comer su pollo. — ¿Después de comer adonde quieres ir?. — Pregunto levantado una ceja.

— Yo quiero. — Pensó. — Explorar el bosque. — Sus ojos brillaron.

— Lo conozco como la palma de mi mano. — La señaló.

— Estoy seguro de eso. — Empezó a reír.

En ti esta mi verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora