Vietnam

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Daniela Calle - Gp Vietnam.

—Debes acelerar y aprovechar el aire limpio que deja Gio, crea la oportunidad y justo en la curva trece la superas por dentro— La voz de Lu, mí jefe de mecánicos, retumbaba en la radio.

—¿Cuantas vueltas faltan?— Pregunté mientras observaba el nivel de la gasolina y por encima del volante media el desgaste de mis neumáticos delanteros.

—Faltan seis vueltas y tienes a Del Piero a tres segundos detrás de ti. Reportame niveles— Pidió.

Lo que más odiaba de la F1 era el sudor, ese sudor que me tocaba soportar bajo ese traje de neomex, en cada carrera perdía tres kilos aproximadamente, pero al día siguiente, en mí descanso, los recuperaba, el hambre era voraz, algo muy normal.

—Tengo combustible solo para cuatro giros más, y los neumáticos están al límite, ¿Tendré oportunidad de entrar a los pits?— Pregunté bastante tensa, iba a trescientos veinte kilómetros por hora, tenía la boca bastante seca, me dolían un poco las palmas de las manos y debía tener mis sentidos alerta ante todo, en el retrovisor logré observar a la chica italiana de la escudería RedBull. Mí mente repetía una exigencia. Estar en el podio, en la primera carrera de la temporada.

—Negativo— La voz de Lu fue baja, resignada —Baja un poco la velocidad, lo importante es quedar entre los mejores diez y empezar a sumar puntos, volquemos los esfuerzos en Gio— La comunicación se cortó, me habían dado la orden de perder el podio. El enojo se empezó a apoderar de mi, conocía mí auto, las últimas dos semanas lo había llevado al límite y sabía que podía alcanzar un poco más.

—Prefiero quedar volcada en la mitad de la pista a abandonar una posibilidad— Fue lo último que dije antes de presionar un botón en el volante y desconectar la conversación con mí equipo.

La bandera blanca avisaba que entrábamos en la última vuelta, era ir por todo o nada, en ese momento recordé lo que Poché, una noche me dijo de camino a la malla.

"Quiero que en cada pista te conviertas en una repartidora de pizzas, si llega fría o tarde, te lo descuentan de tu sueldo"


Aceleré, cinco curvas restaban, y mis ganas de abandonar el segundo lugar no aparecían, al contrario, quería ir por el primer lugar, el que era ocupado por mí compañera de equipo. Una luz roja y el sonido de una alarma insistente me alertó, la gasolina estaba en ceros y empezaba a ver escamas en los neumáticos, restaban un par de curvas y la recta final a la meta.

"Crea la oportunidad y justo en la curva trece la superas por dentro"

Recordé claramente la instrucción de Lu, pero  sería en la curva veintidós, en la última curva de la última vuelta. El tablero señalaba una velocidad de trescientos cuarenta kilómetros por hora, la diferencia con Gio no existía, solo bastaba un error, uno que yo tenía que fabricar y aprovechar.

Cerré los ojos una milésima de segundo y suspiré, estábamos en la curva veintiuno, bajé la velocidad y mí compañera hizo lo mismo. Confíanza. Aceleré, tomé la última curva por dentro y la superé, aceleré lo más que daba, la velocidad subió de trescientos veinte a trescientos sesenta kilómetros por hora, lo siguiente que sucedió no lo recuerdo muy bien.

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Dos toques en la puerta del Motorhome lograron sacarme de la siesta que disfrutaba, abrí los ojos y decidí quedarme recostada esperando a que el sonido se repitiera y así sucedió, me levanté, tomé mí cabello en una cola alta, me miré al espero y salí, al abrir una sonrisa automáticamente se dibujó en mí rostro.

KILÓMETRO 7 - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora