Costa.

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Daniela.

Poché seguía enojada tras el suceso sexy en la camioneta, yo por el contrario estaba feliz, sentía que la vida empezaba de nuevo, que todo tomaba un rumbo distinto y que podría alcanzar grandes cosas, por primera vez me sentía completa, no se me obligaba a nada, solo era yo, Daniela.

—¿A dónde irán?— Valentina preguntó mientras tomaba asiento a mi lado en la sala de su casa.

—Llevaré a Poché a un lugar muy especial para mi— Le respondí mientras caía en cuenta de un detalle —Vale, ¿Podrías conseguir el pasaporte de tu hermana y traerlo sin que lo noté?— Le pregunté tomándola por sorpresa.

—Claro que puedo, pero deberás contarme tus planes— Sonrió.

—Primero tráeme el pasaporte, date prisa antes que baje— Sonreí nerviosamente.

—Dalo por hecho, espérame acá— Salió corriendo en dirección a las escaleras, subió tan rápido que pensé que se caería.

Pasaron unos diez minutos en los cuales estuve entretenida en el celular, terminaba de cuadrar todo para que la estadía en la costa fuera lo más cálida y tranquila, tenía unas invitadas y charlaba con ellas para que la llegada al hangar privado en el aeropuerto El Dorado, sea puntual y sin contratiempos, el vuelo salía a las ocho y treinta y cinco de la noche y la puntualidad era necesaria. Unos pasos bajando las escaleras me hicieron guardar el celular en la chaqueta y prestar atención, esperaba a cualquiera de las dos hermanas Garzón, para mí sorpresa quien bajaba era Poché con una maleta mediana, pero casi de inmediato Valentina la alcanzó corriendo.

—¿A dónde van? ¿Por qué no me llevan?— Tomó la maleta de su hermana y se apresuró a bajar las escalas.

—Si crees que son suficientes cinco minutos para empacar, pues vamos— Respondí rápidamente, Poché me miró extrañada.

—¿En serio?— Preguntó Vale.

—Cinco minutos— Respondí mientras me sacaba el celular del bolsillo de la chaqueta para escribirle que debía recordar empacar el pasaporte —Revisa tu celular, son cinco minutos— Le mostré mi celular para intentar que entendiera la indirecta, miró su celular y corrió escaleras arriba.

—Era un fin de semana para las dos, ¿No?— Poché estaba recostada al marco de la puerta con los brazos cruzados. Sonreí un poco.

—El lugar es enorme, solo veremos a Val cuando vayamos a comer— Caminé hasta ella y la abracé —¿Sigues indignada?— Le di un besito en la frente.

—Juegas conmigo a tu antojo, Daniela— Su voz era una mezcla de mimos y frustración.

—No juego contigo, solo hago que nuestra relación sea divertida, sé que ambas esperamos que ese momento llegue y juro que llegará— Suspiró resignada y fortaleció su agarre —Te amo— Susurré.

=====


Ya en el aeropuerto caminando hasta el hangar privado, alcanzamos a observar como Nela y Amalia nos esperan sentadas en las escaleras de aquel vuelo privado que nos llevará a las hermosas playas de Salvador de Bahía, Brasil.

—Daniela— Escuché a Poché quejarse —Nuestro fin de semana— La miré y fue absolutamente jodido no sentir tanto amor.

—Tendremos nuestro fin de semana, no las vas a notar, juro que te voy a encerrar en nuestra habitación y no verás otro rostro que no sea el mío— La abracé por la espalda y mientras seguíamos caminando dejé besos en su cuello.

—¿Qué tal si evitan hacer esas cosas frente a mí?— Valentina se quejó, y caminó con un poco más de velocidad hasta llegar donde estaban las chicas.

KILÓMETRO 7 - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora