Poché.
Las mismas cuatro baldosas, llevaba más de dos horas caminando entre las mismas baldosas. Luego de acabar con el padre de Aizu y observar como Daniela caía inconsciente nos trasladamos a la central eléctrica, ahí estaban acondicionados espacio para todo.
—Poché— Aizu detuvo mi frenético ir y venir. Lo miré esperando alguna noticia. No dijo nada.
—¿Qué pasa?— Pregunté perdiendo la paciencia.
—No puedes perder el control. Una persona sin control es una persona muerta— Se acercó y me tomó por los hombros —Quizás sucedan cosas difíciles ahí dentro, pero tu espíritu se fortalecerá— Lo miré, cerré lo ojos y dejé que la paz inundara mi ser. Respirar, soltar y fluir.
—Gracias, ¿Haz hablado con Juliana?— Me alejé de él para recostarme a un barandal que estaba justo encima del jardín donde Aizu nos invitaba a unir el alma con la naturaleza.
—Le he contado todo y solo me pidió que desapareciera de su vida— Soltó un pesado suspiro, lo miré directo a los ojos y entendí que el mundo, ese día, se le acabó a ese hombre.
—Solo deja que se le pase— Respondí tratando de amortiguar el doloroso momento.
—Poché, ve a ver a Daniela— El cuerpo se me erizó al escucharlo. Me negaba a enfrentarla.
—Más tarde no la vas a encontrar, Juliana se la va a llevar— Me tomó de los hombros y sentí como las piernas me flaquearon —Las debilidades son mentales, nacimos para ser seres fuertes— Me abrazó fuerte. Atrapada entre sus brazos sentí como el mundo me caía encima aún sin entrar a esa habitación.
—Daniela es diferente que su hermana, estoy segura que ella si me escuchará— Le dije al separarme de él.
—Deseo de todo corazón que cuentes con mejor suerte que yo— Me regaló una sonrisa torcida. Empecé a caminar al pasillo que me llevaría a la habitación donde estaba Daniela. Me detuve y di media vuelta.
—Daniela es perfecta— Dije sin pensar.
—Juliana también lo es— Respondió alzando la voz. Sonreí cagando algo de paz, me detuve frente a la puerta y di tres pequeños toques.
—¿Quién?— La voz de Juliana se escuchó justo del otro lado.
—Poché— Respondí.
—¿La asesina? ¿La matona de la mafia japonesa?— Grito con sarcasmo. Al final del pasillo pude observar como Aizu se llevaba la mano a la frente.
—Necesito hablar con Daniela— Dije con carácter severo. Después de escuchar susurros la puerta se abrió y Juliana salió.
—Entra, pero no cierres— La voz de Daniela era sería. Entré y la vi doblando alguna ropa y empacando todo en una mochila pequeña.
—¿Qué haces?— Pregunté mientras tomaba asiento en la pequeña cama.
—Tienes diez minutos para explicarme— Cerró la mochila y se sentó en el sillón al otro extremo de la habitación. Su mirada era intimidante, me sentía como en una corte siendo juzgada por mis delitos.
—¿Te vas?— Pregunté. Apretaba mis manos para tratar de ganarle al nerviosismo y concentrarme.
—Nueve minutos, María José— Miró su reloj rápidamente y volvió su mirada a mi.
—No sé que decirte, no sé cómo explicarlo— Clavé la mirada al piso, empezaba a hundirme. La verdad era esa, no tenía idea de cómo pasó todo.
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KILÓMETRO 7 - Caché
FanfictionVelocidad, motores, grandes premios, clandestinidad y mucha soledad llevan a dos mujeres a enfrentarse a la carrera más importante de sus vidas. El amor. Adrenalina, la palabra perfecta para definir a Daniela Calle, piloto profesional de la Fórmula...