De vuelta.

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DIEZ MESES ATRÁS - UN DÍA DESPUÉS DEL ACCIDENTE

JULIANA CALLE.

La mañana estaba bastante fría, es como si el mundo se adaptara a lo que estaba sintiendo en ese momento, la angustia y tristeza mas inexplicable del mundo. Daniela estaba hospitalizada, con una mínima posibilidad de mejora, a la cual, me aferraba con fuerzas. Sentada en el piso del salón, admirando aquel departamento escuche voces en el pasillo, deje la taza de té en el suelo y me levante, bastó un segundo para que se escucharan un par de golpes en la puerta, camine hasta ella y abrí. 

—Hola— Aquél hombre de traje negro, contextura delgada y un pésimo español  me sorprendió.

—Hola. ¿Que sucede?— Me retiro de la puerta y camino hasta el sillón, donde me quedo de pie mirando como aquel tipo ingresa al lugar cerrando la puerta con delicadeza. 

—Supe lo de Daniela, espero que se recupere pronto...— Tomo mi mano y me invito a sentar —...estoy acá para hablar de otros asuntos— Su sonrisa era extraña, dibujaba tristeza, pero nada en él, denotaba aquel sentimiento. 

—No tengo cabeza para nada, Aizu, encárgate de cualquier cosa que tenga que ver con el evento, habla con Juca— Suspiré, intente ponerme de pie, pero de nuevo tomo mi mano de una forma delicada y no me lo permitió. 

—Juca— Susurro, saco un sobre de color rojo de su saco y me lo entregó. No entendí nada, era el típico sobre que usaba para enviar razones, cheques o cualquier cosa que se tratara de él. 

—¿Qué es?— Pregunte mientras despegaba el sello que lo mantenía hermético. 

—Solo observa su contenido— Me apresure, el contenido no me tomo por sorpresa, no me extraño, no causo ningún sentimiento. Eran fotos de Juca con otra mujer en la cama. Suspire, en mi cabeza solo existía la necesidad de ir a la clínica y saber del estado de salud de Daniela. 

—Estas como grande para los chismes, ¿No?—  Lancé el sobre a la mesa de centro. 

—Es mi mujer— Susurro con pesadez y amargura. Con esa información la cosa cambiaba, tenia claro que un jefe Yakusa no perdona traiciones y en lo primero que pensé fue en la muerte de Juca, quien quizás, lo merecía. 

—Ve al grano, ¿Que quieres?— Pregunté sin quitar mis ojos de los suyos. 

—Mis creencias son claras, son diferentes a las tuyas. No conozco la palabra perdón, Juliana, vengo por ti, el se metió con mi mujer, debo hacerlo sufrir de la misma forma— Sus pupilas se dilataron, su pecho se inflo. Temblé. 

—¿Vienes a obligarme a tener relaciones contigo?— Pregunté arrogante, me puse de pie y camine a la cocina. Me siguió. Soltó una carcajada. 

—Jamas te obligaría a nada— Se sentó en el mesón de la cocina, sonreí con cinismo. Tomé un par de copas y serví algo de vino tinto. Le entregué la copa y me senté a su lado. 

—Pues dime una cosa, ¿Qué harás sin mi?. Digo, Km7 no funcionara jamas sino estoy— Tomé un sorbo y deje caer mi cabeza en su hombro. 

—Eres tan segura de ti misma que te admiro. Juliana, debo arrebarle a Juca lo que más ama, y eso ere tu— Recostó su cabeza sobre la mía, su perfume causo que cerrara los ojos. 

KILÓMETRO 7 - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora