Humo.

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Poché.

Llegamos muy temprano al motorhome de Daniela, mientras ella recibía sus charlas junto a su equipo, yo trataba de buscarle una camiseta blanca de tela muy delgada para ponerse debajo del traje de carreras. Habíamos pasado dos días enteros en Shanghai, la acompañé a sus prácticas y luego a la pole position, la cual se metió al bolsillo logrando salir en el primer lugar en la carrera de hoy.

Daniela despertó muy temprano, de madrugada, para ser exacta, se le notaba algo inquieta, pero no dejaba de sonreír, a las seis y treinta de la mañana nos recogió Manuela para traemos a este lugar, Daniela, había insistido en que fuera su acompañante, en que viera la carrera junto a Manuela en la sala neutra, donde los dueños de las escuderías y algunos invitados lo hacían. Acepté encantada, ella lograba hacerme sentir importante con tan poco.

Cuando estuvo lista, salimos hacia la zona de pits, donde empezaría la concentración máxima previa a la carrera, nunca había vivido todas esas emociones tan de cerca, parecía una aficionada con un pase vip a boxes. Todos corrían, Lu gritaba por la radio, era una chica de mí estatura, de piel blanca y cabello oscuro, tenía un mechón violeta a un costado, sonreía muy a menudo, pero inmediatamente se ponía seria, de esas personas que navegan en la ambigüedad del ser. Bastante temperamental, pero sé reconocer a un ser de paz.

Caminé al rededor del monoplaza de Daniela, bastante bajo, de un color naranja fuerte con algunas partes en azul brillante, bastante llamativo, encima de el se encontraba el casco con su nombre escrito en letras cursivas y la bandera de nuestro país al lado, su color era azul como el cielo y las respectivas calcomanías de los sponsors de la escudería, alcance a pasar la yema de mis dedos sutilmente por el.

—Es un diseño bastante sencillo, pero me encantó— Daniela sostuvo mí cintura y dejo caer su cabeza en mí hombro —Me lo regalo Juca—.

—¿Puedo diseñarte uno?— Sonreí, pose mí mano encima de la suya.

—Puedes— Suspiró —Esto ya está por empezar, Juliana estará contigo, Manuela también, espero lo disfrutes, te quiero aquí cuando gane, este triunfo será para ti— Me giré y le di un suave besito.

—Espero que la pizza llegue caliente— Respondí.

—Soy la mejor y más rápida repartidora del mundo— Me abrazó, fue un abrazo largo y cargado de un sentimiento bonito, pero no evité pensar en el riesgo que ella corría cada que se subía a ese monoplaza.

Salí del lugar luego de darle un par de besos más y encomendarla a Dios. Juliana me esperaba, me saludó y brindo un vaso con lo que supuse era whiskey, lo tomé y dejé en una mesa apenas pude. No tenía ganas de nada, ni de comer, ni de beber, quería que la carrera acabara y poder estar en cualquier lugar sonriendo con la piloto.

Pasaron unos veinte minutos para que la carrera empezara, en la segunda vuelta hubo un choque que sacó a tres competidores de la carrera, la bandera amarilla estuvo paralizando la competición por cerca de ocho minutos.

Todos en esa sala estaban emocionados, gritaban en diferentes idiomas, faltaban quince vueltas para el final, Manuela estaba bastante nerviosa, Juliana se esforzaba por explicarme cada detalle que sucedía, mí corazón latía muy lento, el tiempo no pasaba, definitivamente no quería volver a estar ahí, el peligro se respiraba a toneladas, si la vida me puso a Daniela en mí camino para quererla, me quitaría el amor por la F1 femenina.

—Gio cada vez se acerca más a Daniela— Decía Manuela.

—Faltan cinco vueltas, ya debieron de haberle dado la orden que se quedara en el segundo lugar— Habló Juliana.

KILÓMETRO 7 - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora