Mis amigos, el amor y yo.

4.8K 517 195
                                    

Poché.

Al despertar no encontré nada más que oscuridad en la habitación, la noche había caído inminentemente, traté de moverme un poco y tener algo de contacto con Daniela, a pesar de mis esfuerzos fue en vano, me senté de golpe en la cama provocando un leve mareo, talle mis ojos buscando una mejor visibilidad, pero la oscuridad era densa, me acerqué a la mesa de noche y encendí la lámpara que allí se encontraba, para mí sorpresa estaba sola.

-Daniela- Llame sin obtener respuesta alguna. Me puse de pié y recorrí el lugar sin hallarla, tomé mí celular y al desbloquearlo encontré un mensaje de la piloto.

Calle 🏁🏎️

Te veías tan tierna durmiendo. Discúlpame por irme sin despedida, nos vemos en unos días. Me gustas rayo.

Un suspiro se me escapó y ese sentimiento tan bonito de empezar a extrañar a alguien me inundó.

Usted me gusta, pero lo que no me gusta es que se desvanece señora. Espero tengas un bonito viaje, por favor avísame cuando llegues.

=====

-¿Qué pasa por tu cabeza?- La crespa caminaba por la habitación con un cigarrillo en la mano -¿Qué crees que dirá Juliana? ¿Cómo crees que se va a poner todo? Solo lo estás complicando, Poché- Se sentó frente a mi, mirándome fijamente, esperando una respuesta.

-Realmente no me interesa, Amalia- El enojo por el reproche de mí amiga no se hizo esperar -Me vale madres lo que piensen u opinen los demás, a ti, nadie te impidió meterte con Nela, a Juan, nadie le impide acostarse con cuánto tipo se le atraviese, ¿Por qué putas tengo que dejar de vivir yo?- Terminé alzando la voz, la actitud de mi amiga me tenía indignada -¿Acaso tu escogiste querer a tu esposa? ¡No! Solo apareció, se enamoraron, se casaron y acá están- La miré fijamente - Amalia, quiero que me des una explicación del porque no debo ser feliz- Sentí la mano de Nela en mí hombro, la miré.

-Amalia, yo también quiero escuchar tus razones- Habló la morena, apretando un poco su agarré en señal de apoyo.

-Ustedes no entienden nada, nosotras vinimos a trabajar, no a estar de amoríos, necesitamos que María José este concentrada todo este año, que de lo mejor de ella para que podamos darnos a conocer- La rubia miró a su esposa esperando algo de comprensión.

-Amalia, entonces voy a pedir un cuarto separado y este año nos vamos a concentrar todas, haz de cuenta que dejaste a tú esposa en Bogotá, ¿Okay?- La morena me sonrió.

-¿Estás loca? ¿Te la fumaste verde?- Pregunto la rubia colocándose de pié.

-Acá la única loca eres tú, ¿Quién te crees para prohibirle a la gente querer?- La morena se le acercó y la tomo por los hombros -Deja que Poché sea feliz, no te metas en la vida de nadie, tú no eres nadie para opinar nada, ella vino acá a contarnos su felicidad, y tú, como una estúpida egoísta tratas de dañar su momento, ¿Qué pasa por tu cabeza?- La rubia me observo fijamente.

-Lo siento, haz lo que te venga en caga mija, pero no pierdas el Norte, recuerda porque estamos aquí- Caminó hasta el balcón. Me levanté de mí lugar, miré a Nela y salí de aquella habitación.

El sentimiento de decepción no se hizo esperar, no entendía en muchas ocasiones a las personas, a veces, creen que porque se preocupan tienen derecho a opinar demás, creen que porque han tenido experiencias variadas, los demás correremos la misma suerte. Bajé rápidamente por las escaleras de servicio al Bar del hotel, me senté en la barra y pedí un mojito con extra de Bacardi, el mesero lo puso frente a mí y en un par de tragos lo acabé.

KILÓMETRO 7 - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora