El sobre.

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Flashback.


Daniela.

Salí con los apellidos revueltos de la oficina de mí cuñado, con las cosas claras y con el corazón roto. Un corazón que encontró un culpable.

—¿Todo en orden?— Poché me ofreció su mano para que me acercara a ella.

—Sácame de aquí, llevame lejos— Le pedí mientras la abrazaba.

—Lo que sea por ti— Tomó mí mano y empezó a caminar con determinación fuera del edificio. Abrió la puerta del copiloto para mí y luego tomó ella el volante.

=====

Me llevó a la pista donde nos conocimos, estaba vacía, algunos de los barriles que rodeaban la improvisada pista estaban esparcidos por el lugar. Estacionó muy cerca de las gradas, se bajó y no esperé a que me abriera la puerta, bajé tras ella. Caminé hasta las gradas y me senté en silencio, Poché, se devolvió a la camioneta. Observe el silencioso lugar y, empecé a recordar aquella noche donde la vida me empezó a cambiar.

—¿Qué pasa por esa cabecita?— Preguntó mí novia luego de sentarse a mí lado.

—Aún no entiendo, ¿Cómo lograste ganarme aquella noche?— Sonreí.

—Amor, es que tú eres brutica, talentosa, pero brutica— Le di un codazo y empezó a reír.

—En serio, explicame— Le pedí.

—Te lo dije una vez, dejas que lo obvio te domine. Estás tan metida en una zona de confort que no arriesgas, no juegas, no te diviertes— La miré atenta, estaba escuchándola, pero también admiraba cada gesto en su rostro. Es hermosa —Las personas que te admiramos y hemos seguido toda tu carrera, nos damos cuenta que solo estás desesperada por ganar y no por jugar— Escuché la última frase y solo se me ocurrió bromear.

—¿Estás admitiendo que eres mí seguidora número uno?— Pregunté con tono de burla.

—¡Jamás!— Empezamos a reír —Antes de conocerte no, ahora, me haré un tatuaje de tu perfecta cara en la frente— Dijo con tanta seguridad que me espanté. Ella empezó a reír.

—Eres una tonta, pero después de todo, mí cara en tu frente arreglaría un poco la tuya, le daría algo de estilo— Me burlé.

—¡Ja!— Se quejó —Este rostro perfecto no necesita nada más— Se puso de pié y cruzó sus brazos. Me levanté y simplemente la besé. María José, podía convertir el momento más jodido y oscuro, en uno lleno de luz y felicidad.

Luego de molestar y caminar un buen rato, bajamos hasta los barriles que estaban a la orilla de la pista, me senté sobre ellos. Nos quedamos en silencio un par de minutos hasta que observe que Poché tenía algo en sus manos. El sobre rojo que contenía las fotos de Juca con una mujer que no era mí hermana.

—¿Qué haces con eso?— Fruncí el ceño.

—¿Recuerdas el número?— Preguntó sin mirarme. 

—Si— Susurré.

—¿Llamamos?— Preguntó. Clavó sus ojos verdosos en mí, con una intensidad que me llenó de seguridad.

—Pues sí, llamemos— Saqué el celular de mí pantalón y se lo entregué. Ella con delicadeza despegó la solapa del sobre y empezó a digitar los números.

—Creo que este número es de Estados Unidos— Comentó. Suspiré.

Activó el altavoz. Alcanzamos a escuchar tres tonos y directo al buzón. Repetimos esto una vez más, obteniendo el mismo resultado. Suspiramos al mismo tiempo y empezamos a reír.

KILÓMETRO 7 - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora