Cambio corazón por motor

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Poché.

Llegué a la villa, estaba muy cansada. La carrera había resultado como se esperaba, Calle ganando, Kari de segunda y yo perdiendo. Lo cierto, es que, las dejé ganar. Mi tranquilo Veloster tiene el mismo motor de Daniela, pero al escuchar el reto de Karina, quise aprovechar para acercarme un poco a la odiosa Daniela, quien durante toda la mañana se había comportado como una de esas famosas prepotentes que tanto detesto.

—Poché— La voz suave de Aizu detuvo mi andar. Lo observé en el jardín con su elegante traje negro, pero está vez no llevaba su característica corbata. Me acerque con las manos en los bolsillos y la mirada en mis tenis.

—Buenas noches— Susurré.

—¿Qué fue todo ese circo en la pista?— Su voz fue severa.

—Sabia que estabas ahí— Alcé la cabeza y su mirada estaba en dispersa —Intento ponerla en su lugar, solo se ha comportado como una niña tonta—.

—Pretendes acercarte y luego, ¿Qué?— Preguntó.

—Le daré veinticuatro horas de lo mejor de mi y luego  le quitaré toda mi atención. Daniela me ha golpeado el orgullo, se ha reído de mi, me ha humillado...—.

—La amas— Me ví interrumpida, fue un golpe bajo.

—Lo hago, pero ella no sabe amar— Me cruce de brazos.

—Me pasó lo mismo con Juliana, también me despreció, pero yo sería incapaz de causarle un mal. El amor se vive de varía formas, a veces, estamos del lado del que lastima y otras en el del lastimado. Conoces a ese par de mujeres, no son malas, son solo personas que luchan por el bienestar de su familia, se vieron amenazadas, ¿Qué harías tú en su lugar?— Suspiré, sentía mareo de tanto pensar.

—Me llamó basura— Susurré.

—Lo somos. Somos una basura para el resto de la gente, matamos personas, nos dedicamos a cosas ilícitas— Suspiré.

—Ellas hacen lo mismo con Kilómetro 7, ¿Por qué nos juzgan?— Pregunté.

—Por miedo. Ellas aman a dos personas que cruzan los límites— Me miró y rodeo mis hombros con su brazo —¿Un trago?—.

—Que sean dos— Empezamos a caminar hasta la terraza, Aizu tenía un bar con pequeñas muestras de licor proveniente de todo el mundo. Estaba obsesionada con un tequila reposado de color azul, no sé que tenía, pero me encantaba.

—Hoy cenaré con Juliana— Soltó mientras servía dos copas de vino tinto.

—¿Funcionó?— Recibí la copa y se sentó a mi lado.

—No sé cómo agradecerte, puedes pedirme lo que quieras— Sonreí.

—Yo te debo la vida, es lo mínimo. Fue sencillo explicarle algunas cosas, Juliana es adulta, ella entiende— Tomé un sorbo de vino.

—¿Cómo lo hiciste?— Preguntó.

—Daniela nos dejó solas un rato luego del desayuno, aproveche para hablarle claro, solo le dije que tenía que escucharte, después de todo, arriesgarte tu vida por ella, por el amor que se tienen— Tomé todo el vino y dejé la copa en la barra.

—Solo espero poder solucionar algo con ella. María, deberías hacer lo mismo— Nos quedamos en silencio un rato.

—¿Dónde irán?— Pregunté para acabar con el silencio.

—La llevaré al jardín de Jí, será algo tranquilo, solo quiero que me escuhe— Asentí, sentí la necesidad de hacer lo mismo, quería que Daniela me escuchara, pero tenía claro que Daniela era distinta, tenía que obligarla a que me escuchara.

KILÓMETRO 7 - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora