Un mes después.
Daniela.
Las mañanas en el barrio Montecarlo en Mónaco, solían ser soleadas y frescas, hace tres días llegué de Shanghai, directamente a este lugar mágico y envuelto en un espeso aire de realeza. Tenía tres semanas sin ver a Poché, se había ido con el equipo a principios de Mayo al evento en España y Holanda. En China me quedé con mis padres y Crim, quien fue contratado para ayudarnos en lo que fuera necesario, no hacía falta, pero el se negó a rechazar la oferta de Juliana. Durante un mes le dí inicio a mí tratamiento, empecé a tener sesiones con Kim de Sutter, una muy buena amiga sicóloga.
Realmente sentía paz en mí corazón, no me hacía falta correr, me hacía falta vivir. Está mañana llegan todos los organizadores del evento Km7 que se llevará a cabo en esta ciudad, y me hace ilusión ver a Juliana, a mí novia y mis amigos, han sido una fuente de apoyo increíble en este proceso que apenas empieza, pero que no me quita las ganas de seguir adelante. Mis padres se regresan a Colombia está misma semana, deben retomar sus vidas, y yo, continuar con la mía, tenía pensando proponerle algunas cosas a Juliana y hacer parte de su evento.
El celular empezó a sonar y al ver de quién se trataba colgué la llamada, Manuela llevaba quince días tratando de convencerme de dar una entrevista a una revista Colombiana famosa, pero eso era lo que menos me interesaba, no quería lástima, no quería caos, quería tranquilidad.
-Hija, vine a ayudarte a organizar para ir por los chicos al aeropuerto- Dijo mamá con una sonrisa hermosa.
-Por fin- Sonreí de vuelta y moví mí lenta silla hasta el baño, ella me sujetó por la espalda y me ayudó a sentarme en una silla dentro de la ducha. Me miró un momento y me sonrió con tristeza -No estés triste má, solo acuérdate cuando yo era una bebé y tú me bañabas- Le acaricié las mejillas y ella me dió un beso en la frente.
-Eres mí bebé- Me desordenó el cabello.
Me quité la camiseta y el top, mientras mamá se encargaba de las prendas inferiores. Disfruté ese baño, jugue con mí madre hasta cansarnos, terminó igual de empapada que yo.
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-Los nervios te tienen hija, no tu a ellos- Mí madre tomó mis manos para evitar que siguiera moviendolas.
-Cuando Poché se fue, me dejó en el hospital en esa camilla, la extraño má, y quiero contarle que las cosas han mejorado, quiero que me vea, que esté orgullosa- Hablé con algo de desesperación, ilusión y nervios al mismo tiempo.
-Es imposible que esa enana no esté orgullosa de ti, ella debe venir con ganas de pilotear ella misma ese avión, para llegar a tus brazos, ya falta poco para que lleguen y puedas estar estos días con ella- Mamá se levantó de la silla y empezó a empujar mí silla -Vamos a dar una vuelta, al llegar vi unos bolsos divinos- Sonreí y pensé en comprarle algo a mí hermana.
La situación en la que me encontraba no era del todo fácil, todo se me hacía difícil, mis débiles brazos son quienes más han sufrido, me ha tocado las dos última semana empezar a ejercitarlos para poder intentar valerme por mí misma. Desde que todos se fueron a cumplir con su deber y me quedé con mis padres he tenido una idea rodando en mí cabeza, una idea que se que quizás nadie apoyará, pero debo manifestar.
Mamá compro un par de bolsos de marca y una bufanda para papá, un detalle para Juliana, que aunque no era su hija, la había adoptado como tal, y a Poché le compró una pulserita bastante delicada y especial. Yo, de tanto buscar algo para ella, terminé comprando algo para las dos, escogí un par de camisetas gigantes, idénticas, de una banda musical bastante reconocida, para dormir.
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KILÓMETRO 7 - Caché
FanfictionVelocidad, motores, grandes premios, clandestinidad y mucha soledad llevan a dos mujeres a enfrentarse a la carrera más importante de sus vidas. El amor. Adrenalina, la palabra perfecta para definir a Daniela Calle, piloto profesional de la Fórmula...