El Príncipe y la Rana » jjk ✔️

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✦✧✧𝙷𝚊𝚗𝚂𝚎𝚞𝚕✧✧✦

No podía creer lo que estaba presenciando, papá se separó de aquella mujer bruscamente y se apresuró en abrir la puerta de la casa, desapareciendo de la escena. Me fijé de nueva cuenta en la fémina, notando que sonrió antes de subir al auto y arrancar.

Un silencio incómodo inundaba el ambiente, no podía quitar la vista de la ventana a pesar de que ya no había nadie, y sólo escuchaba la respiración pesada de TaeYong.

— No sé qué decir —Lo escuché hablar a mi lado, mas no lo miré.

— Créeme que yo tampoco —Negué mientras secaba la lágrima que resbaló por mi mejilla.

— No entiendo porqué mamá hizo eso —Finalmente decidí voltear, el peli blanco mantenía una expresión de tristeza.

— Está metiéndose con un hombre casado, TaeYong —Dije sin remordimiento, era la verdad.

— Tú padre tampoco es un santo —Lo observé incrédula—. ¿Quién sabe desde cuándo engaña a tu madre?

— Ella lo besó —Aclaré—, como si fuera una...

Me detuve antes de decir algo de lo que sabía me arrepentiría después, pero a TaeYong no pareció agradarle mucho.

— ¿Una qué, HanSeul? —Rió, pero sin una pizca de gracia.

— TaeYong...

— No es necesario que digas nada, ya lo entendí —Rompió el contacto visual y sólo se dedicó mirar al frente, escuché el sonido de los seguros y entendí lo que quería.

— Lo siento Tae —Susurré antes de salir, la cajuela se abrió y tomé las bolsas lo más rápido que pude para luego correr hacia la entrada sin mirar atrás.

Me recosté en la puerta con lágrimas en los ojos, avancé entre la oscuridad hasta encontrar un interruptor y salté en mi lugar al ver a mi padre sentado en uno de los sillones de la sala. Me quedé observándolo durante unos segundos pero no se inmutó.

Suspiré y dejé las bolsas encima de la mesa, luego de un debate interno decidí sentarme cerca de él.

— ¿Qué tanto viste? —Habló despacio, con un tono de voz apagado.

— ¿Cómo... —Pensé que no se había dado cuenta de que estábamos ahí.

— Te vi cuando Hana se acercó —Explicó, aún no me miraba a los ojos.

— Así que se llama Hana —Solté una risa sarcástica, comenzaba a enojarme—, ¿por qué papá?

— Es complicado —Después de decir aquello por fin me miró—, hay cosas que no sabes aún.

— Creo que ya me he dado cuenta de eso —Me acomodé mejor en el sillón, estaba dispuesta escuchar su versión de la historia—. Te escucho.

— Tu madre y yo nos divorciamos —Dijo sin más, con un deje de pesar.

— ¿Qué? —Sentí mi estómago revolverse por la sorpresa.

— Fue el día en el que llegué borracho —Le tembló la voz diciendo lo último, bajó la mirada a sus pies nuevamente.

— ¿Por qué? —Esta vez lo dije con un tono más fuerte, reteniendo mis inmensas ganas de llorar.

— Tu madre y yo hemos tenido problemas desde hace un mes, cuando me contacté con ella dijo que no sabía cuándo iba a regresar de China —Narró—. Tuvimos una pelea y decidimos que lo mejor era separarnos.