Capítulo 115 : Un día bueno y no tan bueno

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4 días después de ir al mar, su temperatura volvió a subir repentinamente, tomó como de costumbre el medicamento, no había razón exacta para que le pasara eso.

Su reacción preocupó tanto al azabache como a la mujer que se sentía mal otra vez, pero su mente se llenaba de pensamientos tranquilos y consoladores, hasta cierto punto felices.

"Tal vez es una última reacción"
"Tal vez ya se curaría"
"Su hijo vendría a salvo"
"Todo estará bien"

Eso invadía su cabeza una y otra vez, estaría bien.

Después de varios minutos, su temperatura se quedó en media, pero no en alta ni en fiebre, aún así era algo alto y un poco preocupante.

Sintió una necesidad extraña así que se levantó y volvió a entrar en la habitación que sería del bebé en adelante.

Se sintió reconfortada al entrar, abrió la ventana y vió el pastizal siendo acariciado por el viento, quería salir pero eso no se podría ahora.

Bajó a la planta baja y se sentó en el comedor, un nuevo plato estaba siendo cocinado por el aroma que salía de la cocina.

- No escuché que bajaras -   salió de la cocina

- Si, me dió hambre y el aroma de la cocina era inevitable de no ignorar -

Sonrió.

- Siempre me gustó tu sinceridad -   sirvió la comida

La ojimiel sonrió.

- Y nunca supiste mentir -
- Eso es cierto, mi padre también me lo decía mucho -
- Y tiene razón -

Volvió a sonreír de su forma dulce de siempre, que apareció de nuevo.

- Bueno...espero y te guste -   se sentó frente a ella

- Siempre me gustará, no cocinas mal, de una vez te lo digo, o al menos ahora, no sé de antes - 

Ambos sonrieron.

Terminaron aquella comida y como ella lo había dicho, muy buena.

Se trasladaron al sofá y siguieron platicando de lo mismo.

En un momento hubo una pausa y Levi fue por un vaso de agua, la plática iba para largo, lo que era bueno.

Petra esperó pero de un momento a otro, comenzó a sentir un dolor punsante y luego expansivo.

Comenzó a encorbarse, luego pequeños quejidos comenzaron a salir de su boca, su ceño se frunció de dolor y preocupación.

- ¿Qué tienes? -  preguntó preocupado al volver al sofá

- Ya viene...-  Comenzó a jadear y gemir de dolor, ya era hora.

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