Capítulo 12

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Es la hora del almuerzo, por lo que Abril decide que es el momento de abandonar la cómoda postura en la que se encuentra con su hermana. Esta última se pone un short de chándal y juntas bajan al comedor, allí se encuentran con todos los habitantes de la casa, toman asiento la una junto a la otra, algo que provoca confusión en el catalán, pues por lo general la vasca suele sentarse junto a él o cerca, no como en este caso que se ha colocado en la otra punta de la mesa.
Durante la comida, los adultos se dedican a preguntarle a los jóvenes cómo les había ido la noche anterior, además de su hora de llegada, pues estaban sumergidos en profundos sueños y ninguno se percató de cuándo habían vuelto, no era algo que les preocupase, pues sabían que los más pequeños estaban en buenas manos y que si algún problema sucedía, los llamarían de inmediato, por lo que mantuvieron sus respectivos teléfonos con sonido en todo momento.
Sin embargo, Nerea estaba algo incómoda, y no era precisamente por el interrogatorio improsivado que se había formado a su alrededor, que también, sino porque sentía una mirada fija en ella, pero no una cualquiera, era su mirada, la del chico que semanas antes le había quitado el sueño con sus extrañas actitudes y que a decir verdad, seguía haciéndolo. No sabía cómo debía actuar tras el beso, pese a prometerse a sí misma que no se comería la cabeza, estaba claro que no lo estaba consiguiendo, y que miles de preguntas la seguían atormentando. Para ella ese beso había significado mucho, y temía que para el culé no hubiese sido así, o que no la viera de la misma forma, aunque para ser honestos, ni ella misma sabía cómo lo miraba o lo que sentía, en cambio lo que sí que tenía claro, era que nunca había experimentado algo así, y estaba muy confusa.
Una vez finalizada la comida, las mellizas subieron las escaleras para cambiarse y coger sus bikinis, una vez listas emprendieron su camino a la playa, para de esta forma continuar con el día que habían acordado dedicar única y exclusivamente la una a la otra. Llegaron a su destino, tendieron sus toallas sobre la cálida arena y se deshicieron de la ropa para tumbarse y tomar el sol. La tarde cundió bastante, le había servido para darso cuenta de lo mucho que añoraba pasar tiempo con su hermana, las dos solas, sin sus padres, Pablo, Dani o Álvaro de por medio. Además de que por momentos olvidaba el caos que tenía formado en su cabeza y en su corazón, algo que agradecía enormemente. Y todo gracias a Abril. Es cierto que ambas son muy diferentes, no sólo físicamente , también en cuanto a formas de actuar, aptitudes, pensamientos... Pese a que solían chocar bastante casi continuamente, sabían que la otra siempre estaría ahí, pasara lo que pasara, y que sino fuese así, estarían totalmente perdidas. Se complementaban a la perfección. Y su conexión era muy superior en comparación a la del resto de sus hermanos, al fin y al cabo habían compartido útero y nueve meses en un espacio muy reducido.
Admiraron el anochecer en la playa, recogieron lo llevado a aquel lugar y emprendieron el camino de vuelta, acompañadas por las canciones que se reproducían continuamente en el móvil de Abril, y aunque no eran del completo agrado de su hermana, les era inevitable bailar, cantar y reír mientras caminaban.
Una vez de vuelta a casa, avisaron de que iban a cenar en el jardín, solas.
Se ducharon y una vez con el pijama puesto volvieron a bajar.
El resto de los hospedados comía en el comedor, pero ellas se encontraban en la cocina preparando una enorme pizza a partir de la base que había en el congelador, además de palomitas, chocolates y refrescos. No era un lujo que solían darse, por lo general comían bastante bien, es decir, no eran las personas más saludables del mundo, pero de vez en cuando caía lo denominado "comida basura", no obstante, no de forma tan abundante como era el caso.
Una vez en el jardín, juntaron dos hamacas, colocaron la comida y pusieron una película en el ordenador portátil. La comedia española Padre no hay más que uno había sido la elegida aleatoriamente, por lo que no tardaron en llegar las risas.
Eran pasadas la una de la madrugada cuando la menor de las hermanas decidió subir a la habitación para descansar, necesitaba dormir, las pequeñas olas que habían en la playa horas antes, habían acabado con sus energías y su cuerpo pedía a gritos una cama.
Sin embargo, Nerea se quedó allí un rato, esta vez sin un libro, simplemente miraba las estrellas, hasta que una voz irrumpió en el silencioso jardín. No le hizo falta darse la vuelta para saber de quién se trataba, reconocería esa voz a kilómetros. Él.
Eric: No te he visto el pelo en todo el día. - ríe levemente comenzando a acercarse, provocando que los nervios comenzarán a apoderarse del cuerpo de la chica. Tomó asiento junto a ella, pero no se inmutaba. - ¿Te pasa algo? - preguntó tras varios minutos sin articular palabra alguna. -
Nerea: No... - musitó. -
Eric: Pues yo creo que sí, estás muy rara. - apuntó mientras la miraba. -
Nerea: Si lo dices por lo de hoy, le prometí a Abril que pasaríamos el día juntas. - contesta. -
Eric: No digo que no sea verdad, pero es que tengo la sensación de que me evitas, y me gustaría saber porqué.
Nerea: No te evito. - contradijo. -
Eric: Yo creo que sí. - repitió. - ¿Es por lo de la fiesta? - preguntó. - ¿Por el beso? -la vasca guardó silencio, sus mejillas se habían tornado a un color carmesí que incluso en la casi completa oscuridad era notable. - ¿Enserio? Estás así por lo del beso. - acabó sacando la conclusión. - Es una chorrada, no te rayes. - le restó importancia con un movimiento de muñeca.-
Nerea: - ese gesto enfureció y decepcionó a la chica. Que por primera vez se dignó a mirarle. Mierda, ha sido un error, está sin camisa, Nerea céntrate. Se decía a sí misma. - Perdona, pero para mí no es una chorrada. - se armó de valor clavando su vista en los ojos del catalán. -
Eric: Hombre, menos mal, estaba casi convencido de que eras muda.-reprochó cínico . -
Nerea: Eres un imbécil. -insultó mientras se levantaba. - Ha sido mi primer beso, y para mí es importante, muy importante. - al momento en que lo dijo, fue consciente de sus palabras y se arrepintió, comenzaba a caminar hacia el final del jardín para entrar en la casa, pero su voz la detuvo. -
Eric: ¿Así es cómo solucionas las cosas? ¿Huyendo? -dijo ya en pié. Aquello acabó de encender a la castaña, que rápidamente se giró y se aproximó a él hasta quedar frente a frente. -
Nerea: ¿Y me lo dices tú? - rió sarcástica. - ¿Qué desapareciste de repente y no supe nada de ti durante semanas? Qué me dejabas en visto siempre, y que de repente llegas a Donosti y haces como si no hubiera pasado nada. ¿Estás seguro de que soy yo quién huye?
Eric: Creía que esa tema ya lo habíamos hablado, y te pedí perdón. - reprochó. -
Nerea: Ese es el problema, que lo arreglas con un simple perdón, pero quién me asegura a mí que cuando el verano acabe no volverás a hacer lo mismo. - respondió un tanto dolida. -
Eric: Te lo digo yo. - contestó mientras ambos seguían con sus ojos puestos en los del otro. - Creía que estábamos bien. - añadió. -
Nerea: Ya... ¿Cómo en Barcelona, no? - se le escapó una pequeña risa burlona. -
Eric: Tienes razón, no cumplí mi palabra. - dijo cabizbajo bufando tras varios minutos de silencio.-
Nerea: Ya... - dijo haciendo una mueca triste y tratando de aguantar las lágrimas que se agolpaban en su ojos, odiaba discutir con alguien, y este siempre era el resultado. -


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¡Hola! Siento haber tardado tanto en actualizar, pero me están mandando muchas tareas y trabajos, así que lo que voy a hacer es subir un capítulo a la semana y si veo mucho apoyo subiré otro a lo largo de esta. Espero que os haya gustado el capítulo y que me dejéis saber vuestra opinión, ¿quién creéis que tiene razón? ¿Nerea o Eric? Os leo.
POR CIERTO QUE LA HISTORIA ES N°1 EN #ERICRUIZ Y NO PUEDO SER MÁS FELIZ, GRACIAS ENSERIO, POR TODO.
Ojalá sigamos creciendo poco a poco y que nuestra pequeña familia consiga nuevos componentes.
Espero que llevéis bien la cuarentena y recordad, NO SALGÁIS DE CASA 🥰❤️

Eclipse ~ Eric Ruiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora