Han pasado varios minutos, no ha vuelto a escucharse ningún otro ruido, parece que las explosiones han cesado. Por fin se atreve a elevar la cabeza, topándose con el caos. Con mucha dificultad, la cual es fruto de todos los golpes que se ha llevado en pocos minutos, apoya las rodillas en el suelo, para posteriormente sentarse sobre los talones de sus propios pies. Examina todo cuanto la rodea, una tarea bastante complicada de llevar a cabo, por lo que coloca el exterior del antebrazo sobre la frente, entrecierra los ojos intentado enfocar la vista, pero al igual que la última vez, previa a aquella explosión que la había desplazado varios metros, fracasa en el intento. Pólvora, humo y fuego, lo único que es capaz de divisar. El aire se contamina aún más con cada segundo que pasa. Comienza a toser, su pecho sube y baja fugaz, con agitación, le cuesta respirar. Mueve el brazo que no está ocupado de arriba a abajo con movimientos rápidos, usándolo a modo de abanico, tratando de disipar algunas partículas que se encuentran suspendidas, flotando en el ambiente. Las personas que ocupan el lugar lloran desoladas, otras gritan horrorizadas. Ella era de las que observaba todo sin ser capaz de articular palabra alguna, incapaz de salir de su asombro, y con múltiples lágrimas en los ojos. Vuelve a cerrarlos, con fuerza, y aprieta los labios, ahoga un sollozo al ver cuerpos de niños, adolescentes, adultos, ancianos, que yacen en el suelo sin aparentemente vida. Destruidos, desfigurados. Sirenas se escuchan a lo lejos. Se pone en pie con excesa dificultad, lleva una mano a su bolsillo trasero para tomar el móvil, necesita llamar a su padres. No está. Debe haberlo perdido en el reciente incidente. Da un paso, seguido de otro y otro, está caminando, o al menos eso intenta, pues cojea. Luces. Azules, rojas y amarillas. Rodean el espacio público, pese al ruido se puede escuchar, además de las sirenas anteriormente nombradas, motores de vehículos. Una chica que aparenta su edad abraza con fuerza, lo que queda de una persona mayor, el contenedor del alma, alma que ya había abandonado aquel lugar, no tenía vida.
Para su sorpresa, encuentra el aparato electrónico, por lo que lo toma, esperanzada de poder hablar con sus seres queridos, pero en eso se queda, en una esperanza que flota en el olvido, pues trata de encenderlo, pero la pantalla está completamente estallada y negra con rayas de colores por algunas secciones.
Los equipos de emergencia entran en la plaza para empezar a hacerse cargo de los heridos. Escucha un sollozo extremadamente cerca de ella. Una niña a medio metro, está sentada en el suelo, ocultando el rostro entre sus pequeñas manos. Se acerca cautelosa y se pone a su altura, de frente.
Nerea: Hola pequeña. - susurra lo suficientemente alto como para que la oiga. -
Eleva el rostro, conectan miradas. Es rubia, de ojos chocolate y debe rondar los nueve años. Su cara cuenta con algunos rasguños, aún ensangrentados, debido a los recientes sucesos, además de lo que parece polvo. Sus labios forman un puchero, que si hubiera sido visto en otras circunstancias habría resultado de lo más adorable, el labio inferior no para temblar. La pequeña se tira de inmediato a los brazos de la donostiarra, que por algún motivo desconocido, le produce confianza. La adolescente le corresponde de inmediato, acariciando sus rizos en un intento de tranquilizarla.
Nerea: Tranquila, estás a salvo. - le susurra sin cesar en sus caricias, dejando algunos besos en su cabeza. -
Dos minutos, son solos ciento veinte segundos lo que dura la tregua.
"¡Todo el mundo al suelo!"
Alguien relativamente cerca de ellas comienza a gritar. Mira a su alrededor tratando de encontrar la nueva amenaza. Pasea su vista por aquel espacio público. Se detiene en la fuente situada en el medio de la plaza. Allí, un hombre de raza blanca, cabellera oscura y barba, sujeta la punta de un cable, la cual acaba en un pequeño botón rojo, amenaza con pulsarlo. Aquello conecta con un cinturón repleto de circuitos y alambres de diversos colores. Rojo, azul, amarillo. Cuando obtiene la atención de casi todo el que allí se encuentra, cosa que no tarda en suceder, presiona con la yema del pulgar derecho el furúncolo. Activando la bomba que portaba en su cuerpo, estallando en mil pedazos, llevándose con aquel acto más vidas. Para así ponerle el broche de oro a aquella trágica tarde, que a más de uno atormentaría por el resto de su vida. La explosión tiene una fuerza infinitamente mayor a las otras que ya habían sucedido. Aún en el abrazo, la adolescence tira a ambas al suelo. Los monumentos situados en la plaza empiezan a romperse, el yeso y la piedra salen disparados sin rumbo fijo. Varios escombros de tamaño considerable se dirigen hacia ellas. Es peligroso ponerse en pie o intentar huir, por lo que en un movimiento rápido, rueda por el suelo, colocando el cuerpo de la pequeña bajo el suyo, usándose a sí misma como escudo, de tal forma que todos los golpes recaigan únicamente en ella.
Cierra los ojos con fuerza, frunce los labios formando una línea, deseando que todo acabe lo antes posible, y esperanzada de que nada le llegue a la cabeza, de salir con vida.
Ahoga un grito cuando siente, lo que cree que son fragmentos de alguna estatua caer sobre sus piernas, mientras que otros componentes dejan nuevos rasguños en su espalda. ¿De verdad este iba a ser su final?
ESTÁS LEYENDO
Eclipse ~ Eric Ruiz
FanfictionEsta es una historia sobre Eric Ruiz, más conocido como Minibuyer. Espero que acompañeis a nuestros protagonistas durante esta historia. Votar y comentar vuestra opinión sobre la novela,pero siempre de forma constructiva,si hay comentarios negativos...