Capítulo 13

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No había pegado ojo en toda la noche. Miles de vueltas en la cama, tantas que ya no quedaba espacio alguno por recorrer de ella. Abre los ojos lentamente. ¿Quién será el imbécil que pone la música tan alta a las...? ¡¿Tres de la tarde?! Se frota los ojos y vuelve a comprobar la hora de su despertador. Efectivamente, no era una confusión.
Mira a su izquierda, tiene sentido, la cama de Abril está hecha y no hay rastro de su melliza. Poco a poco se incorpora hasta quedar completamente sentada. Le duele mucho la cabeza, también los ojos. No falla, son los claros resultados de una discusión algo salida de tono y de una noche en vela, llorando. Bufa se vuelve a dejar caer sobre al colchón al recordar lo que sucedido hace apenas unas horas.
Reproches, palabras hirientes...
Tras aquella conversación para nada agradable, se había marchado a su habitación, dejando en completo silencio al castaño. Una vez arriba, se percató de que su hermana dormía plácidamente, algo que agradecía, no estaba en condiciones de dar explicaciones a nadie. Se tumbó en la cama y abrazó con todas sus fuerzas una pequeña almohada, intentado encontrar en ella el cariño que necesitaba en esos momentos, para seguidamente soltar pequeños sollozos que darían lugar a un río que se deslizaría por sus mejillas con más fuerza que el Manzanares en pleno invierno.
Se le nubla la vista sólo de pensarlo, por lo que pestañea varias veces para evitar que esas lágrimas que amenazan seriamente con salir, se queden en sus pupilas. No más llantos. Tras varios minutos suspira y se levanta de la cama, está agotada. ¿Cuánto ha dormido? ¿Tres horas? No está segura, pero tiene la teoría de que había sido incluso menos.
Camina perezosa al baño, es allí, cuando observa su reflejo en el espejo, donde confirma lo que suponía acerca de su tiempo de sueño. Tiene un par de ojeras que se verían a miles de kilómetros, por no hablar de sus párpados, están completamente hinchados y apenas puede abrir los ojos para ver correctamente. Se lava el rostro y recoge su cabello en un moño despeinado, se lava los dientes y sale del lugar, no tiene hambre, se le ha cerrado el apetito, por lo que no va a desayunar, así que decide cambiarse. Todo ropa cómoda, unos leggings antiguos y una camiseta larga bajo una sudadera aún mayor, le podría servir perfectamente cómo vestido. Tras calzarse sus amadas converse, ordena la habitación y baja a la cocina, dónde se encuentra a las mujeres de la casa.
Amaya: ¿Cariño qué te ha pasado? - se acerca preocupada al ver la más que evidente hinchazón de sus ojos, consiguiendo que las miradas de las otras tres se concentren en ellas. -
Nerea: Nada mamá, me he despertado así. - miente restándole importancia mientras su hermana enmarca una ceja, ambas saben que eso no es cierto. En cambio su madre no, pues Nerea no es una persona que acostumbre a discutir o al menos no tan fuerte, por lo general únicamente peleas tontas, además que cuando eso sucede, la progenitora nunca es conocedora de los hechos, sólo Abril. -
Amaya: Ay esos ojitos. - hace un puchero mientras la abraza, gesto que corresponde gustosa su hija. -
Dolo: Maite, ¿Hay manzanilla? - pregunta mientras se acerca a la mayor de las mellizas. - Yo creo que lo mejor que podemos hacer para que se baje un poco, es que te enjuagues los ojos. Verás que funciona. - aconseja. -
Dicho y hecho, a los pocos minutos se encontraba sentada en la mesa del comedor con bol lleno de dicha infusión y gasas. El proceso no era complicado en absoluto, sólo tenía que mojar aquella especie de venda en el agua y pasarla por los párpados que, lógicamente, estaban cerrados.
Dani: ¿Qué haces? - pregunta entrando al lugar acompañado de Eric. -
El culé tampoco tenía muy buen aspecto, portaba ojeras y parecía estar cansado, sin embargo, no era tan evidente como lo de chica.
Abril: Nere, que se ha levantado con los ojos súper hinchados y estamos intentando que se le baje la inflación. - informa mientras acaricia la espalda de su hermana, la cuál ni se inmuta y continúa con su tarea. -
Maite: Haber. - le pide a su nieta, que eleva la cabeza mostrando su rostro. - Ya están un poco mejor. - sonríe algo aliviada. -
Dani: ¡Ostia! - comenta asombrado al ver a su hermana. - ¿Mejor? Pero si está horrible. - cuestiona dudoso. -
Nerea: Yo también te quiero. - sonríe cínica en dirección al pequeño. -
Maite: Sí, tendrías que haberla visto hace una hora, entonces si que te hubieras asustado.-ríe ganándose na mirada de reproche por parte de la afectada. - Por cierto, cómo parece que funciona, necesito que me hagas un recado dentro de una hora más o menos. - le comenta a su nieta. - Necesito, que vayas a la casa de Itziar y le lleves una sopita y un bizcocho que le he preparado, la pobre está enferma. -informa.-
Nerea: Pero yaya, Itziar vive en lo alto de la montaña. - recuerda. - ¿Cómo voy a ir así?-se señala a sí misma. -
Dolo: Por eso mismo irás con Eric, que hoy no tiene muy buena cara y así le da un poco el aire. - entra en la conversación mientras acaricia la mejilla de su hijo menor. -
Eric: ¡¿Qué?! ¿Cuando hemos hablado eso? - pregunta molesto. -
Dolo: Es que no hace falta hablarlo, soy tu madre y punto. Además que es por tu bien. - recuerda con tono de obviedad a lo que el bufa y mira en otra dirección, derrotado. -
Maite: Salís a las cinco. - avisa para luego marcharse. -
Dicho y hecho, a la hora acordada ambos adolescentes se encuentran en la puerta trasera de la casa.
Nerea: ¿Vamos? Si no se nos va a hacer de noche. - advierte mientras se coloca bien la mochila con la comida, sin mirar siquiera al chico. -
Eric: Que remedio... - asiente de mala gana. -
Nerea: - suspira. - Mira, si vas a estar así todo el camino prefiero que te quedes. - suspira algo molesta. -
Eric: ¿Enserio? No jodas, yo también preferiría quedarme, pero le he prometido a mi madre que iría. - responde irónico mientras empieza a caminar dejando a la chica atrás. -
Nerea: Pero si no sabes ni dónde es. - comenta exasperada mientras le sigue el paso. -
El camino transcurre en riguroso silencio, nadie habla, es todo muy incómodo. Ha pasado más de una hora y ya han recorrido el bosque, están al pie de una colina algo empinada, en cuya cima se encuentra la casa de Itziar, una anciana que ronda los ochenta años, y a la que Nerea conoce casi desde que tiene uso de la razón. El catalán le quita la mochila sin previo aviso y se la coloca en la espalda para que su acompañante descanse. La vasca suelta un pequeño suspiro de alivio, ya le dolía la espalda por el esfuerzo de llevarla durante tanto tiempo.
Nerea: Gracias. - musita sin obtener respuesta alguna por parte del catalán. -
Una vez arriba llaman a la puerta, y les abre la dueña de la casa. La cuál los invita a pasar para que coman algo, están agotados y sus tripas no paran de rugir. Por lo que la señora les sirve parte del bizcocho que le habían traído, junto a unos bocadillos de jamón serrano y queso con una taza de Cola Cao bien caliente. Sí, es una mezcla un tanto extraña, pero Itziar es así. Los ojos del chico se abren al ver tal combinación, por lo que Nerea ríe levemente. La anciana se sienta con ellos y comienzan a hablar mientras acaban con lo servido, es un alivio para ambos, estaban muertos de hambre , pero sobre todo para la castaña, pues es su primera comida del día.
Una vez acaban, se ofrecen a ayudar en las tareas del hogar o en lo que necesite debido a la condición de enferma de la anfitriona.
Son las ocho de tarde cuando se dirigen a la puerta. Y nada más hacerlo una brisa fría les azota el cuerpo, produciendo un escalofrío en ambos. Dirigen su mirada al cielo, no tiene muy buena pinta, está repleto de nubes negras que amenazan con descargar toneladas de agua sobre el lugar en cualquier momento. No se ve el final de la colina, la niebla es demasiado espesa.
Nerea: Será mejor que nos demos prisa si no queremos mojarnos. - apunta mirando a su alrededor, a lo que el chico asiente y comienzan a bajar con sumo cuidado de no caerse.
Para cuando llegan al final de la loma, pequeñas gotas empiezan a caer del cielo.
Joder, piensa la chica sabiendo que el camino de regreso a casa se alargará.
Eric: Por allí. - señala mientras se dirige a dicho lugar.-
Nerea: No Eric, vas en sentido contrario, además ahí muchos barrancos. - apunta, pero el chico hace oídos sordos y continúa su camino, a lo que ella bufa. -
La lluvia comienza a coger mayor intensidad, por lo que le sigue  molesta por su actitud y con el objetivo de que ambos tomen el camino adecuado que los lleve a casa. Le ha perdido de vista, maldita niebla. Comienza a buscarlo con desesperación mientras lo llama, ha escuchado un trueno y sabe que es cuestión de minutos que el tiempo empeore, se conoce éstas tormentas veraniegas como la palma de su mano. Un grito se oye a un par de metros, es él. Sigue su búsqueda aún más asustada que antes, acercándose al lugar del que proviene la voz.
Nerea: ¡Eric! - grita agobiada mirando a todas partes.- ¡Eric! - repite. - ¡Dí algo por favor!







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¡Hola! Como habéis apoyado bastante el último capítulo que subí, aquí os dejo otro aunque no se haya cumplido la semana. Espero que os guste mucho. ¿Qué creéis que pasará ahora? Os leo.
Cuidaos y no salgáis de casa 🥰❤️

Eclipse ~ Eric Ruiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora