Capítulo 41

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Amaya ahoga un grito antes de comenzar a llorar, se siente mareada, demasiado. Rápidamente es rodeada por los brazos de sus tres hijos presentes, Álvaro, Pablo y Abril, junto a su marido, quien se suma de inmediato. Todos imitan su acción, incapaces de creer que ya no está con ellos, se niegan a aceptarlo. Tras varios minutos se separan. Cae al suelo, haciendo un ruido seco con las rodillas. Dos enfermeros que salían de la habitación en la que yacía el cuerpo, ahora sin vida de su hija, corren para socorrerla. Llevándola a otro lugar, acompañados por Pedro, su compañero de vida. Abril mira al culé, quien al escuchar la noticia y antes de ello, dejaba fluir las lágrimas por sus mejillas, la única diferencia, era que esta vez lo hacían con mayor rapidez. Siente rabia, a la par que impotencia y desesperación. La había perdido, y ya no había vuelta atrás. Todo había terminado. No tendrían un fueron felices y comieron perdices. Cuanta razón tenía Verónica Lodge, uno de los personajes principales de la que era una de las series favoritas de la donostiarra. "Romeo y Julieta son la excepción, no la regla."
Le tocaría vestirse de luto, y ver como la persona que se había convertido en su motivo principal para levantarse por las mañanas y ser feliz era enterrada tres metros bajo tierra, en una caja de madera.
X: ¡Doctor Álvarez, tiene que venir ya! - grita una enfermera desde la puerta de la habitación. -
Aquello llama la atención de todos los que allí se encuentran, desconcertándolos. El profesional hace lo propio, con la misma expresión de confusión que el resto. Tras casi una hora, la puerta se vuelve a abrir, dejando ver saliendo de esta a aquel señor de mediana edad con bata blanca, esta vez, a diferencia de la anterior manchada de rojo, sangre. Asustando a los que allí se encuentran, aún asimilando la noticia.
Doctor: Sinceramente no sé cómo decirles esto, porque ni siquiera yo sé que ha pasado. - admite acercándose a los hermanos Odriozola y Ruiz, Dolo y Andrea, quienes al enterarse no dudaron en partir hacia el hospital, en el caso de la castaña porque estaba con su novio, Javi. - Está viva. - informa, provocando que los ojos de todos se abran hasta tal punto de parecer que iban a salir de sus órbitas. ¿Cómo qué estaba viva? -
Álvaro: ¿Perdone? - pregunta, el que parecía ser el portavoz del grupo, agitado. -
Doctor: Entró en una parada cardiorrespiratoria muy grave, seguida de un bloqueo cardíaco y por si fuera poco tenía un derrame pleural, por suerte conseguimos parar este último. Creímos haberla perdido, su corazón había dejado de latir, pero no sabemos que ha pasado que su cuerpo ha reaccionado minutos después. Hemos tenido que volver a intervenir, pero ha sido con éxito. Éstas cosas no se ven nunca, de hecho es el primer caso que tengo en toda mi carrera como profesional. Su hermana es toda una luchadora. Ha despertado, pero como le dije hace unas semanas hay muchas probabilidades de que hayan perdido la memoria y la movilidad. - explica mientras se limpia las manos con un papel. -
Rápidamente los hermanos Odriozola se unen en un abrazo, nuevas lágrimas ocupan sus ojos, esta vez de alegría. Eric, imita la acción pero con su madre, quien sonríe ante lo que está ocurriendo, pero una parte importante es por la reacción de su hijo, no es tonta y lo conoce lo suficiente como para saber que entre aquella chica y él había algo, pese a que el catalán siempre lo negara, pero es que no podía disimular la sonrisa que aparecía en sus labios cuando escuchaba su nombre o la veía, era imposible.
Pablo: ¿Podemos verla? - más que pregunta, suplica. -
Doctor: Esperen 10 minutos a que se saquen todos los instrumentos, y podrán entrar a la habitación, eso sí, de uno en uno, y nada de decirle cualquier cosa que le pueda hacer forzar la memoria, está débil, y lo mejor es que vaya a su ritmo, sin presiones. - advierte antes de marcharse. -
Álvaro: Papá y mamá deben estar en otra habitación para que mamá se tranquilice, ¿Quién entra primero? - cuestiona mirando a sus hermanos. -
Abril: Eric. - sentencia girándose hacia el chico, quien al escuchar su nombre se ha sobresaltado creyendo haber oído mal. -
Pablo: Pero... - intenta quejarse en vano, pues es interrumpido. -
Abril: Pablo qué te meto un zape. - amenaza. - Pasa Eric primero y punto. Se ha pegado las dos semanas aquí prácticamente todo el día, es lo justo. -añade, a lo que ambos adultos levantan las manos en señal de rendición, mientras la chica le giña un ojo al culé, puede que le esté empezando a caer bien pese a que se niegue a admitir tal echo. -
10 minutos, tal y como había dicho el médico, es el tiempo exacto que tardan en dejar limpia aquella habitación. Se dirige a la puerta dubitativo, agarra el pomo con una mano y justo antes de entrar da una última mirada a los allí presentes, en especial a los hermanos Odriozola, queriendo asegurarse de que no haya ningún signo de molestia por el echo de entrar él primero, cosa que confirma cuando los tres asienten con la cabeza. Suspira, y abre la puerta con falsa decisión, nervioso por lo que podrá encontrar en aquella camilla. Una vez dentro vuelve a cerrar tras de sí. Su vista se posa en el cuerpo la chica, el cual continúa en la misma posición que siempre, con las únicas variaciones de que han levantado el respaldar de la cama, haciendo que quede casi sentada, y en segundo a la par que último lugar, su cabeza está girada hacia la enorme ventana que hay a su izquierda, desde donde se puede apreciar gran parte de la ciudad, que debido a las altas horas de la tarde, se encuentra casi a oscuras, únicamente iluminada por las farolas y vehículos que avanzan por la carretera. Parece estar concentrada.
Cuando siente una presencia en el lugar vuelve su rostro hacia el lado contrario con el único fin de averiguar de quien se trataba. Al hacerlo descubre a un chico castaño, el cual se acerca cauteloso y toma asiento en el sillón que hay junto a la camilla, a la izquierda. Le resulta familiar, pero es incapaz de reconocer a aquel adolescente que le mira atento, sin pronunciar palabra alguna con ojos cristalizados. Tras unos pocos minutos, sin ser consciente de lo que hace eleva la mano más cercana a este, colocándola frente a su rostro, acompañando aquel acto con movimientos suaves de muñeca y dedos, era la primera vez que lo hacía. Seguido de aquello, toma la mano del chico misterioso, quien se sorprende ante su acto consiguiendo que un escalofrío recorra su espina dorsal y todo su cuerpo en sí. Guía su mano hasta su rostro, colocándolo en la zona baja de su mejilla, de tal forma que la palma haya quedado situada junto al mentón, mientras en ningún momento se ha cortado el contacto visual entre ambos, el mismo que comenzaron cuando él se sentó a su lado. Por un momento cierra los ojos, disfrutando de el tacto de su mano, sintiendo el calor que emana de esta. Aspirando el olor que le proporciona inexplicablemente esa sensación hogar.

Eclipse ~ Eric Ruiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora