Eclipse ~ Eric Ruiz

Capítulo 29

Los días próximos a aquella conversación transcurrieron con cierta rapidez entre exámenes, trabajos, exposiciones... La típica agobiadera que por lo general tienen los alumnos en los últimos coletazos del primer trimestre, en especial los que cursaban bachillerato, pues eran conscientes de todo lo que estaba en juego.
Suena el timbre por la institución, dando por finalizada la hora y a la vez paso al ansiado recreo, Eulalia Martínez no se lo piensa dos veces, se levanta con rapidez y comienza a recoger los exámenes sin dejar que los adolescentes dispongan de minuto alguno para finalizarlo u añadir algún que otro detalle.
Daniela: Me ha dado por todos lados. - bufa mientras salen de clase. -
Nerea: Ha sido el examen de inglés más difícil de toda mi vida. - apunta. - Oye, ¿la segunda y la tercera era del tema 7?-cuestiona dubitativa, a lo que su amiga asiente. - Pero dijo que eso no entraba. - comenta molesta. -
Daniela: ¡Exacto! Sólo dijo que el 5 y el 6. - apoya en el mismo estado anímico. -
Bajan el último tramo de escaleras, dirigiéndose a la puerta de salida, donde se encuentran a sus amigos, quienes charlan tranquilamente.
Daniela: ¿Qué hacéis aquí? - pregunta confundida una vez llega a la altura de los chicos. -
Paula: Está lloviendo mucho y no dejan salir a nadie, así que nos vamos a tener que conformar con la comida de la cafetería. - informa con una sonrisa de suficiencia. -
Tras múltiples quejas entre ellos mismos, las cuales no sirven en absoluto, pues no van a poder cambiar la decisión tomada por los docentes del centro, se dirigen a la mesa situada al final del local del que dispone cada instituto.
Nerea: Teníais razón... - hace una mueca de asco al probar su bocadillo de queso, dejándolo sobre la superficie y haciéndolo a un lado. -
Marc: ¡Pues pa' mí! - exclama a la vez que lo coge, a lo que la vasca le lanza una mirada que muestra lo confusa que está, además de otra mueca. - ¿Qué? No es el mejor bocadillo del mundo pero tengo hambre. - habla tras darle una mordida y con la boca llena. -
Nerea: Todo tuyo, chaval. - se levanta para comenzar a caminar, alejándose de allí. -
Tras aproximadamente dos minutos llega a su destino, el aseo de alumnas, el cuál está vacío. Se acerca a la puerta de uno de los cubículos, con intención de entrar, amaga con agarrar el pomo, pero es en ese momento cuando alguien abre y sale rápidamente, sin percatarse de su presencia, provocando de esta forma un pequeño choque de cabezas. Se lleva la mano a la frente con dolor.
Nerea: Disculpa, creí que estaba libre. - comenta mientras mira a la chica. -
Marina: No te preocupes, no te había oído entrar. - le resta importancia con un gesto. - Es la segunda vez, parece que el destino quiere que choquemos. - ríe levemente haciendo referencia al día en que se conocieron. -
Nerea: Oye, no quiero que parezca que me meto donde no me llaman, pero ¿Qué haces comiendo aquí? - cuestiona señalando el paquete de galletas que sujeta. -
Marina: Mis amigos han salido antes de que lo prohibieran, yo he tardado un poco más porque estaba en una exposición y no me ha dado tiempo. - explica brevemente. - Además, no quiero comer sola fuera. - añade. -
Nerea: Si quieres te puedes sentar con nosotros. - ofrece. - Sólo somos Dani, Paula, Marc y Joe. - informa. - Vale, disculpa, pero creo que te acabo de nombrar a personas que a lo mejor ni conoces. - ríe levemente. -
Marina: No preocupes, los conozco de vista. Y no sé si ir, no quiero incomodar a nadie. - responde tímida.-
Nerea: No seas tonta. Espera que entre al baño y vamos. ¿Vale?

Muchos pensaréis que está loca por el hecho de invitar a una de las participantes de su sufrimiento de las primeras semanas en la ciudad a comer con ella y sus amigos. Pero en honor a la verdad, no había pensado en ello, le era indiferente en ese momento. Simplemente estaba actuando de la forma que creía correcta, ella también tuvo que comer en un pequeño cubículo sola durante una temporada, muchas chicas la veían y no hacían nada por integrarla, hasta que llegó Luna. Luna. Como la echaba de menos, la necesitaba.
El caso es que sería un día, mañana la castaña volvería a estar con quien acostumbra sin problema alguno.
Vuelven a la cafetería y toman asiento junto al resto. Casi al instante, dos castaños y un pelinegro se acercan a ellos.
Joel: ¿Qué pasa tíos? - saluda sentándose seguido de Carles y Eric. -