Capítulo 42

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No es un beso largo, rápido o apasionado. Más bien todo lo contrario. No dura más de diez segundos, en los que parecen disfrutar completamente de los labios del otro, creyendo que con aquel acto conseguirían sanar a la persona que tienen delante, sanarla del sufrimiento con el que han acarreado las últimas semanas.
Se separan con suma lentitud sin romper el contacto visual. Nerea pasa la lengua por sus labios, un gesto muy propio de ella. Suspira antes de sonreír, acto que imita el catalán, sumamente aliviado. No lo malinterpreteis, simplemente tenía miedo de que la chica se arrepintiera de aquello pese a haber sido ella quien había tomado la iniciativa, pero por suerte, no era el caso. Son varios los minutos que se rellenan con el silencio. El cual la donostiarra decide romper.
Nerea: Te echaba de menos, Eric. - confiesa al mismo tiempo que sus ojos se tornan rojos, cristalizados. -
La piel de ambos se eriza ante aquella última palabra. Su nombre. Lo recordaba. Es incapaz de contener las lágrimas,por lo que deja que estas corran por su rostro, sin miedo de que alguien las vea.
¿Qué imbécil dijo que los hombres nunca lloran? No lo había olvidado, y eso le hacía inmensamente feliz.
Eric: Yo también. - admite mientras sorbe de la nariz. - Por favor, no vuelvas a darme un susto así en la vida, pensé que te había perdido y aunque suene demasiado moñas, no sabía ni quería saber como iba a ser todo sin ti. Te necesito. -añade mientras nuevas lágrimas llenan su rostro. -
Nerea: - le mira seria varios segundos. - No prometo nada. - comenta burlona mientras le seca las mejillas, a lo que el chico rueda los ojos y ambos ríen levemente. -
Abril: Hola. - susurra asomándose por el marco de la puerta. - ¿Podemos pasar? - cuestiona con notable nerviosismo. -
Eric: Claro. - asiente rápidamente. - En un rato vuelvo. ¿Vale? - informa a la mayor de las mellizas, quien acepta con un movimiento leve de cabeza. -
La donostiarra fija su mirada en la entrada de la habitación una vez el chico ha abandonado esta. Dos hombres y una adolescente se encuentran allí en pie. Comienzan a acercarse. Frunce el ceño su nariz se inunda de lo que cree que son frutos rojos, le resulta demasiado familiar, pero no consigue recordar porqué. Sacude la cabeza levemente, en un intento fallido de aclarar sus ideas.
Álvaro: ¿Cómo te encuentras? - pregunta una vez a su lado. -
Nerea: ¿Por qué estáis llorando? - ignora al chico. -
Pablo: Digamos que hemos pasado unos días bastante jodidos.-se limita a contestar, evitando pensar en el dolor, la opresión que siente en el pecho al ver ese comportamiento tan frío por parte de su hermana. -
Nerea: Oye, ¿Nos hemos visto antes? Me sonais que flipas. - admite sin apartar la mirada de las tres personas allí presentes. -
Pablo: Probablemente. - finge una sonrisa. - ¿De dónde eres?
Nerea: De Donosti. ¿Vosotros también sois de País Vasco? Es que para lo poco que habéis hablado se os nota mucho el acento. - indaga. -
Álvaro: Si, de hecho tenemos familia allí. - responde aguantando las lágrimas para luego guardar varios minutos en silencio. -
Nerea: Perdona, pero. ¿Cómo te llamas? - llama la atención de la rubia. -
Abril: Abril. - se limpia las lágrimas rápidamente, cuando esto ocurre la vista de la castaña se fija en su muñeca, donde reposa una fina pulsera de plata. -
Nerea: ¿Abril? - repite para sí. -
Escuchar aquel nombre produce que una corriente recorra su cuerpo. Como acto reflejo lleva la mano su cuello, sintiendo sobre esta algo duro y frío. Un collar. Toma el pequeño círculo que se sitúa justo en la mitad delantera. Lo observa.
Nerea: ¿Puedo ver tu pulsera? - pide con una pequeña sonrisa, a lo que la chica asiente y le tiende la mano. - Son iguales. - murmura comparando ambas joyas. Su pecho comienza a subir con rapidez y suspira intentando procesar toda la información que se está amontonando en su cabeza seguida de flashbacks con recuerdos. - ¿Abril Odriozola Arzallus? - mira a los ojos a la adoleste, quien emocionada asiente con efusividad. - Eres mi hermana. - concluye con lágrimas en los ojos y la mirada perdida, al igual que las otras tres personas allí presentes. -
Para cuando se quieren dar cuenta ya están unidas en un fuerte abrazo. Ese tan esperado y necesitado por parte de ambas. Mientras los dos mayores las observan incapaces de creer lo que estaba ocurriendo.
Doctor: Nerea sufre amnesia. Recuerda los hechos más recientes, como lo que ocurrió hace unas semanas, pero no hace tres meses. Es cuestión de tiempo que recupere la memoria al completo. Lo dicho, nada de presiones. - sentencia el médico varias horas después. - En cuanto a la movilidad sólo tenemos dudas de las piernas, por lo que estaremos haciéndole pruebas los próximos días. Si todo sale bien se podrá ir a casa el domingo, pero sino tendremos que esperar para ver como evoluciona. - finaliza para marcharse de la sala de espera. -

~ Cuatro días después. ~

Recostados en la camilla de hospital. Allí se encuentran los dos. Uno en cada lado. La donostiarra apoyada en el pecho del culé quien tiene un brazo en su espalda mientras mueve los dedos, acariciando la tela de la ancha sudadera que su acompañante porta. Cubiertos por una manta de lana en un intento de no morir debido al frío con el que Febrero estaba azotando la ciudad catalana. Ella extremadamente concentrada en su lectura. Él observándola embelesado. De nuevo Defreds, esta vez con Cuando abras el paracaídas. El segundo de los muchos libros que el gallego ha sacado al mercado. Aquel momento transporta a ambos a aquellas noches de verano en Donosti. Hay que ver todo lo que llovido desde entonces. Una montaña rusa de emociones para ambos, pero que en momentos como este, se dan cuenta de que cada risa, cada lágrima, cada noche en vela... Todo ha merecido la pena.
Nerea: Te conocí, y en ese mismo instante supe que no quería separarme de ti. Tenía miedo de ser simplemente alguien más para ti y que un día aparecieras y me dijeras que todo se acababa.
Tenía miedo de enamorarme de ti y que desaparecieras.
Pero me has demostrado que apareciste para quedarte y besarme siempre con las mismas ganas.
Y cada vez que suena la Niña voladora, sonreiremos. Y aunque yo no sepa bailar, lo intentaremos. - finaliza con una sonrisa. - ¿Nos tomamos un descasito? - propone alzando la cabeza para mirar al chico, quien asiente. -
Nerea se gira para dejar el libro sobre la mesilla antes de volverse hacia Eric, esta vez quedando a la misma altura. Cara a cara. Deja un pequeño beso sobre los labios de la adolescente antes de titiritar y volverla a abrazar sin romper el contacto visual.
En la travesía de aquellos últimos cuatros días habían desarrollado una relación distinta. No podían llamarse novios, pues no había tenido lugar ninguna propuesta. Sin embargo, se trataban como si lo fueran, en especial cuando estaban solos, donde los besos no eran ningún tabú, tampoco los tonteos y la distancia era casi imposible.
Nerea: Mañana vuelves a grabar con La Élite. - recuerda acariciando su mejilla. -
Eric: Sí, me muero de ganas. Juanlu y Kolde no pueden venir, Kolde tiene partido y Juanlu un trabajo, pero estará La Élite Madrid. Por lo que me han dicho Vitu, Gavi y Spurs vienen en el AVE de las ocho. - informa. - Grabaremos durante toda la mañana y luego por la tarde llegaré a tiempo para los resultados de las pruebas. - asegura. -
Nerea: No te preocupes por mí, no quiero que estés corriendo todo el día. Te llamo cuando sepa algo. - comenta, a lo que el catalán niega con la cabeza. -
Eric: Sabes que eso no va a pasar, estaré aquí. Ya te he dicho que estoy contigo en esto. - apunta para luego besar su frente. - ¿Tú qué vas a hacer mañana?
Nerea: Danna va a venir para explicarme unas cosas de clase así que estaré haciendo tareas y trabajos. No quiero repetir, tengo que ponerme las pilas, bastantes vacaciones he tenido ya. - bufa con una mueca de fastidio, a lo que el chico ríe. -





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¡Hola! Por fin tengo un huequito para escribir y actualizar. Siento la espera y que sea tan corto, pero espero que os guste mucho. Ya sabéis que os leo.
Cuidaros mucho.
¡Besos!
🥰❤️

Eclipse ~ Eric Ruiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora