Capítulo 40

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Catorce días. Dos semanas y seguía sin abrir los ojos. Sin proporcionarles la felicidad que suponía mirar aquellos iris café oscuro con destellos y manchas color oliva. O su sonrisa, no era perfecta pese a que hacía casi un año le habían quitado el aparato dental, pues su boca era demasiado grande e inevitablemente algún hueco extremadamente pequeño debía haber, pero pese a ello, más de uno podría jurar que era la más bonita que habían visto en su vida. Y es que la importancia no recaía en la perfección, sino en la persona.
Habían ferminado nuevas esperanzas. La castaña llevaba tres días con un nuevo respirador artificial, haciendo más visible su cara. Ya no portaba aquella aparatosa máscara que le proporcionaba el oxígeno, ahora solo se trataba de dos tubos muy finos, trasparentes, conectados a cada fosa nasal por una punta, y por la otra a la máquina que le sumistraba lo necesario.
Su respiración era calmada, todos sonreían al ver como su pecho subía y bajaba con lentitud, comenzaba a hacerlo por si misma, sin depender de la tecnología, aunque claro está que está jugaba un papel muy importante, pues le servía de mucha ayuda.
Como cada día, cierto culé se dirigía al hospital, esta vez un poco más tarde de lo habitual, pues había hecho una pequeña parada antes de llegar.
Eric: Buenos días. - sonríe una vez entra en la habitación después de cerrar la puerta tras de sí. - Te he traído un ramo de flores, rosas, tus favoritas. - informa mientras coge el ramo que había traído días antes, que ya estaba seco, para tirarlo a la basura y ocupar en el jarrón las nuevas. - Pero tranquila, que son violetas y blancas. - se sienta en el sillón que hay junto a la camilla. - Quería traerlas azules y rojas, pero sé que si lo hago, cuando despiertes me vas a matar. Me he puesto malo sólo de pensar que son los colores de tu equipo, el mejor robando partidos, ligas y Champions, un ladrón vaya, aunque eso no es nada nuevo tampoco. Que por cierto, queda poco más de un mes para el clásico, en el que obviamente vas a llorar, porque os vamos a machacar. No sabes lo que me voy a reír de tu cara cuando veas a Messi marcar un gol en el Bernabeú, es que no me lo pienso perder por nada del mundo. Te voy a estar jodiendo dos semanas como mínimo. - ríe. - Anoche los chicos vinieron a casa y echamos un par de partidos al FIFA, y como es lógico gané... - hace una pausa. - Bueno, en realidad solo una partida de todas las que jugamos, pero porque Carles tenía el mando bueno el muy cabrón y el mío, como me tienen tanta envidia, pues le hicieron algo fijo. - se retracta sonriendo inocente. - Por cierto, tu hermana se ha vuelto majisima conmigo, parece que me ha cogido cariño. No me ha vuelto a insultar desde Octubre, creo. Y oye que ya van casi cuatro meses, bueno contando con ese mes, sino serían tres... - frunce el ceño. - Espera... - comienza a hacer cálculos mentales y también con las manos. - Joder, con lo bueno que soy en mates y ahora parece que se me ha olvidado todo... - se queja. - Nah, supongo que es lo que tienen los sábados, que son como el verano, hago borrón y cuenta nueva. - niega con la cabeza. - Los médicos dicen que estás mejor, incluso te han bajado la dosis de algunos medicamentos. Están muy sorprendidos con tu evolución. - vuelve a hablar tras varios minutos en silencio. - En realidad todos lo estamos. - se inclina hacia la camilla, y acerca más el sillón hacia esta, toma su mano con suma delicadeza y comienza a acariciarla. - Ahora solo fatal que luches un poco más y consigas abrir los ojos. - añade mientras se le nubla la vista. - Sé que dormir todo el rato y no tener obligaciones es cojonudo, pero tienes que hacer un esfuerzo y despertar, te prometo que después podrás echarte todas las siestas del mundo, pero cuando estés bien. - sonríe triste. - Todos te necesitan... Yo te necesito. - admite sin cesar en las caricias. - Te echo mucho de menos, idiota. Sé que nunca te lo había dicho, - hace una pequeña pausa y pasa la lengua por sus labios antes de continuar. - no sé si porque no quería admitirlo, tuviera miedo de que no fuese correspondido, o no sé, ahora mismo eso da igual. - suspira. - Pero... Te quiero. - confiesa. - Te quiero mucho, y ojalá puedas oírlo. - se inclina para dejar un beso en la frente de la donostiarra. -

*Al día siguiente. *

Daniela: Joder tío, eso no. - hace una mueca de asco ante el vídeo que le ha enseñado el catalán. - Cerdo, por tu culpa no pienso volver a probar una manzana en mi vida. - le insulta. - Mi madre está abajo, me tengo que ir. - anuncia levantándose del sillón tras revisar la nueva notificación que le acaba de llegar. - Adiós Candy, vendré mañana con Pau cuando salgamos de clase - le da un beso a la chica en la mejilla. - Adiós chicos. - se despide con una sonrisa de Abril y Eric. -

Horas más tarde, ambos adolescentes continúan en aquella habitación de hospital mientras beben un refresco y charlan.
Abril: ¿Echamos un parchís? - propone desbloqueando su móvil. -
Eric: - ríe. - De una. - acepta imitando su acción. -
La partida acaba de comenzar y el pique entre ambos enorme. La donostiarra sólo necesita un tres para meter la última ficha y de esta forma ganar la partida, la cual ha sido realmente entretenida por los comentarios que soltaban las dos partes. Un ruido extraño y molesto además de continuo, los saca a ambos de la concentración del juego, justo cuando el dado de Abril ha parado. Viene de una de las máquinas de la habitación. De inmediato varios enfermeros aparecen en el lugar, revisan el estado de los aparatos. Joder. Murmura uno de ellos antes de que saquen a ambos de la habitación.
"Llamen al doctor Álvarez. ¡Rápido!"
Grita otro antes de cerrarles la puerta en la cara. Bajan las persianas que dan al otro lado de la habitación.
Abril: Mamá, sube ya, porfavor. - pide desesperada una vez la progenitora ha descolgado el teléfono. -
En menos de dos minutos, ya está allí, acompañada de Álvaro, Pedro y Pablo, quienes habían ido a merendar algo a la cafetería del centro de salud.
Pasan más de dos horas, dos putas horas. Los profesionales entran y salen de la habitación, corriendo, algunos con utensilios en las manos o máquinas que empujan y se mueven gracias a las ruedas que tienen en la parte inferior. Sin embargo ninguno es capaz de decirles nada, están demasiado apurados. Nadie les proporciona información acerca de lo que está sucediendo tras aquella puerta. Todos se temen lo peor. Algunos se aguantan las lágrimas, otros las han dejado corren a sus anchas. Hay quienes se mueven con rapidez por la habitación, intentando que el tiempo pasara con mayor rapidez, pero es inútil, no sirve para nada, bueno sí, para incordiar al resto que se mantiene en pie o sentado, pero quieto. Pese a que la habitación está insonorizada se puede oír algún que otro grito.

¡Bisturí!
¡Pincha aquí!
¡La perdemos!
¡Traed las placas!
¡Tres... Dos... Uno... Fuera!
¡Ya!
¡Subid el voltaje!
¡Más rápido, joder!
¡No funciona!
¡Mierda!

Tras varios segundos de silencio, el doctor sale de la habitación, cabizbajo. Suspira antes de mirar a los allí presentes, buscando las palabras adecuadas, los cuales rápidamente se han acercado a él.
Doctor: Lo sentimos mucho, pero no hemos podido hacer nada por el ella. - anuncia. -
Álvaro: Está diciendo que... - deja la frase en el aire, incompleta. Sin querer decir aquello que ha dado a entender el especialista, pero que todos creen pese a que se nieguen a ello. Tampoco se molesta en limpiar las lágrimas que corren nuevamente por sus mejillas, mucho menos de secar estas. -
Doctor: - asiente con la cabeza. - Su hermana acaba de fallecer. - sentencia, completando aquella oración. -


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¡Hola!
¡Capítulo sorpresa! Leo vuestros insultos y maldiciones hacia mi persona. No me odieis mucho porfavor. Que yo os quiero. Nos vamos de funeral 😭💔
¡Besos!
🥰❤️

Eclipse ~ Eric Ruiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora