Los últimos merodeadores

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Hermione no podía permitir que la situación la superase. Así que, siendo práctica, subió a su habitación para dejar el regalo de George antes de ir a ver a Dumbledore. No quería que nadie más lo encontrase por casualidad.

No fue nada delicada al abrir la puerta y despertó a Ginny:

Hermione, ¿qué llevas ahí?

- Un regalo de George.

- ¿Y qué es?

- Poción anticonceptiva. - Aquello hizo que su amiga se incorporase en la cama.

Oh. ¿Acaso tu y Ron...? ¿Cómo fue? ¡Cuéntamelo todo!

- Yo y Ron nada, Ginny.

- ¿Tú y...?

- ¡Ginny, cómo quieres que sea con otro! ¡Si sabes que llevo años enamorada de tu hermano!

- Ya... pues lo que dijiste en la mesa fue muy feo.

- Lo sé, y lo siento.

- Me parece que las disculpas se las deberías dar a otra persona...

- Él me dijo que era una cualquiera...

- ¿En serio? Ron es un idiota.

- Sí...

- Pero es el idiota que amas...

- Sí.

- ¿Vas a marcharte otra vez, Hermione?

- Sí, he de irme.

- Ya sé que no soy Harry ni Ron, pero sé defenderme y soy tu amiga. ¿Por qué no puedo acompañarte?

- Gracias, Ginny. Pero esto es algo que he de hacer sola.

- Sabía que dirías eso... - Dijo Ginny , tristemente - Hermione, otra pregunta... si no vas a usarla, ¿puedo quedarme la poción que te ha dado George?

- Claro. Me alegra que entre tú y Harry las cosas vayan tan bien, de verdad. Me he de ir, nos vemos luego.

- Ten cuidado.

Y Hermione salió dedicándole una última sonrisa a su amiga.

El paso por el despacho del director fue rápido, pues todo estaba ya dispuesto para la misión de esa noche. Una mueca de asco apareció en la cara de Hermione cuando llegó a la Mansión Black, ya no recordaba el estado de dejadez de la misma antes del gran cambio de Kreacher. El elfo pasó por su lado murmurando "Aún persiste el olor de la asquerosa sangre sucia, si mi ama levantara la cabeza ella sí sabría qué hacer...". 

Hermione dedujo que sería fácil encontrar a Sirius en su propia casa, pues durante meses estuvo allí sitiado mientras el Ministerio lo buscaba. Lo que no se esperaba Hermione era encontrar a Sirius acompañado: en la mesa de la cocina, y frente a una cerveza de mantequilla, estaba Lupin. Hermione se emocionó al ver a los dos hombres de nuevo, debía salvar a Sirius por Harry, y debía salvar a Lupin por Teddy. Pensó que era una lástima que el efecto de aturdimiento del traslador durase sólo un año antes de la muerte de la persona a quien se aplicase, pues si no fuera así podría haber salvado dos hipogrifos de un solo golpe de varita.

Estaba claro que Hermione no podía hacer nada mientras los dos hombres permanecieran juntos, pues rápidamente al aturdir a uno el otro la atacaría, aún estando escondida bajo la capa. Ambos eran muy buenos en defensa. Así que Hermione se limitó a esperar que Sirius se quedara solo... sabía que era de mala educación escuchar conversaciones ajenas, pero necesitaba estar atenta a lo que decían los hombres para detectar cualquier signo de ser descubierta.

La decisión de HermioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora