Remus y Tonks

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A pesar de haber dormido durante un par de horas, Hermione se sentía cansada. Pero definitivamente el cansancio, el estrés e incluso la sensación de culpabilidad por estar escondiendo sus planes a sus amigos... todo eso, valía la pena. Si su plan salía bien... cualquier cosa valía la pena. Ante este sentimiento, se permitió soñar un poco sobre cómo podría ser el reencuentro de Fred con su familia. Si todo iba bien, sería maravilloso darle ese regalo a los Weasley.

Hermione se aseó un poco y decidió que necesitaba comer algo antes de dirigirse al despacho del director. Al bajar las escaleras y llegar a la Sala Común, se quedó congelada. Alguien había iluminado con millares de velas toda la sala y colocado en el medio una mesa para dos, cargada de apetitosa comida. Intentó moverse sigilosamente, deseando no molestar a quien estuviera apunto de disfrutar de una magnífica velada pero entonces lo vió ... Ron. Él, nervioso y sonrojado, la miraba desde una esquina de la sala. Estaba muy guapo, se había puesto elegante para la ocasión.

- Ron, ¿qué es todo esto?

- Bueno... supuse que esta noche debías marchar de nuevo y que preferirías esto a un sándwich rápido en las cocinas.

Ron había conseguido que Hermione se quedase sin palabras, y eso era algo realmente difícil. La cena transcurrió tranquila. Hermione le habló a Ron del miedo que tenía a que sus padres nunca le llegasen a perdonar lo que les había hecho. Él la tranquilizó, le dijo que todo iba a salir bien. Y ella le creyó.

La hora de marchar llegó y Ron le pidió de nuevo que le dejase acompañarla. Ella se lo negó, pero le recordó que en tres días sabría la verdad. Ron la acompañó hasta la puerta y los dos se miraron tímidamente... era curioso cómo, a pesar de haberse acostado juntos, aún se sonrojaban con un simple cruce de miradas o con un roce de su piel. Ella se pusó de puntillas y le dio un beso en la mejilla. Él rápidamente giró la cara y le robó un beso en los labios. Ambos se sonrojaron.

- Te quiero, Hermione.

- Te quiero, Ron.

Y tras esta despedida, Hermione llegó al despacho de la directora. Sabía que los últimos meses de su vida, Remus y Tonks habían vivido en casa de los padres de ella, así que allí es donde Hermione pensó que debía aparecerse si quería tener más posibilidades de encontrarlos juntos. Respecto al cuando, recordó cómo cuando se reencontraron en Shell Cottage, Remus les dijo que había vuelto a casa después de la discusión con Harry.

Al aparecerse en la casa de los padres de Tonks, encontró a la chica más alegre y desenfadada del mundo llorando amargamente en su sofá... Sus padres intentaban consolarla, sin éxito. En aquel momento alguien abrió la puerta. Andrómeda en seguida alzó la varita, pero Tonks ni siquiera se movió. Se quedó congelada viendo como su marido, transmitiendo un gran sentimiento de culpabilidad, se arrodillaba frente a ella, apoyaba su cabeza en su regazo y se echaba a llorar.

- Lo siento, nunca debí abandonaros.

- Lo importante es que has vuelto, Remus.

- Soy un imbécil, creí que huyendo os protegería. Voy a estar siempre a vuestro lado, voy a hacer que mi hijo se sienta orgulloso de mi.

Y en ese momento Ted y Andrómeda entendieron lo que estaba pasando. ¿Un bebé en la familia? Aquello era maravilloso.

Remus se incorporó, se secó las lágrimas y se dirigió a sus suegros.

- Yo... Lo siento... Soy un cobarde, tuve miedo...

- Valiente no es quien no tiene miedo, sino quien es capaz de identificarlo y enfrentarse a él... - Dijo Ted. - Y tú has vuelto.

- Y nos has traído un motivo para luchar y un motivo para vivir. ¡Por Merlín, voy a ser abuela!

Y aquella casa hasta el momento lúgubre, se llenó de esperanzas y risas. Y aunque Hermione se sintió feliz al vivir esa escena, no pudo evitar sentirse un poco intrusa. Bajo la capa aplicó el conjuro Petrificus Máxima que Alastor le había enseñado y todos quedaron petrificados a su alrededor. Aplicó los trasladores en los cuellos de Ted, Remus y Tonks y, tras ver aparecer el destello violeta, revirtió el hechizo de petrificación y volvió a su tiempo.

Decidió que aquella noche no quería dormir sola y se coló en el dormitorio de los chicos, donde nadie quedaba dedpierto. Escondió sus zapatos bajo la cama de Ron y se metió en ella. Corrió las cortinas y se acurrucó junto a Ron, quién a pesar de estar dormido correspondió a su abrazo y murmuró su nombre. Hermione sonrió y le besó suavemente en el cuello, en el huequecito dónde ella se había recostado y dónde podía oler ese olor tan característico de Ron, aquel olor que se representaba en su amortentia.

Se sintió feliz porque al día siguiente ella recuperaría a sus padres y porque Teddy Lupin ya había recuperado a los suyos. Y arrullada por esos pensamientos y por los brazos de Ron, se dispuso a dormir.

La decisión de HermioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora