La vida sigue

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A Hermione le encantaba el día de su cumpleaños. Aunque se había acostumbrado a despertar en esa fecha tan especial entre las cortinas de su cama de Hogwarts, debía reconocer que tampoco estaba mal levantarse y encontrarse un desayuno recién hecho en manos de sus sonrientes padres. Ahora todos estaban a salvo y podían disfrutar juntos de pequeñas y banales cosas como un zumo de naranja recién exprimido.

Charló con sus padres mientras desayunaba lo que le habían traído. Después, ellos se marcharon para darle intimidad para abrir los regalos que habían aparecido a los pies de su cama. Había muchísimos. Pensó en abrir en ese momento los regalos de sus amigos y dejar para más tarde los de los fans (sí, más para su fastidio que para su regocijo desde que acabó la guerra había un grupito de adolescentes pendiente de idolatrarla y seguir todos sus movimientos). Aunque no quería ser maleducada y les mandaría de regreso una nota de agradecimiento, hoy no le apetecía dedicar tiempo a eso.

Poco a poco la montaña de regalos fue disminuyendo y Hermione confirmó lo que había sospechado desde el principio: no había nada de Ron. Se debatía entre el enfado y la tristeza cuando oyó un ruidito en la ventana: Pig golpeaba suavemente con el pico en el cristal de la ventana. Con una sonrisa, le dejó entrar y le entregó una golosina. Él le mostró una cajita que llevaba atada en la pata. ¿Le habría regalado Ron una joya? Poco a poco abrió la caja y sólo encontró un papel dentro. Lo desdobló y leyó: "Andén 9 y 3/4. 20h". Hermione sonrió y pensó que ya tenía planes para ese día: comería con sus padres temprano y luego ellos marcharían hacia el aeropuerto, pues tenían que asistir al día siguiente a un congreso de odontología en otra ciudad. Y, por lo visto, cenaría con Ron.

Hermione se arregló para la cena, usando el mismo peinado que en el Baile de Navidad. Sabía que a Ron le encantaba ese recogido. Se apareció en la puerta de la estación y, al no ver a nadie, entró en el andén 9 y 3/4. Quedó impactada. Allí estaba el Hogwarts Exprés. Todo estaba en silencio. La nostalgia la empujó a entrar. Sabía exactamente a donde se dirigía. Al llegar al vagón donde conoció a Ron y a Harry, todas las luces se abrieron. Ron estaba allí, rodeado de manjares que, sorprendentemente, no había probado aún pues la estaba esperando a ella. Todo era precioso.

- ¿Te gusta? Lo he cocinado yo. - Ante la mueca de incredulidad de ella, Ron siguió hablando - Bueno, en realidad lo hizo mamá... pero yo escogí la receta.

Hermione se acercó a él y le dio un dulce beso. Después contestó a su pregunta.

- Me encanta. Es perfecto.

Cenaron entre risas y recuerdos. Cuando estaban rememorando el momento en que se conocieron Ron se untó la nariz con chocolate y ella rió a carcajadas. Cuando pudo recomponerse de su ataque de risa, miró a Ron y vio que esté estaba arrodillado ante ella. El mundo se congeló:

- Hermione, nunca pensé que mereciera ser tan afortunado como para enamorarme de mi mejor amiga y que ella me correspondiera. ¿Querrías hacerme el hombre más feliz del mundo y convertirte en mi esposa?

Aquello fue inesperado. Totalmente inesperado. Él le mostraba un precioso anillo de oro blanco, en el que había un diamante que mágicamente había sido tallado en forma de rosa. A ella le costó recuperar su voz para contestar:

- Claro que quiero, Ron.

Él suspiró y ambos sonrieron. Después se unieron en un beso, que se fue profundizando. Entre beso y beso, Ron pudo ver que la pulsera de Hermione brillaba con un tono más rojo que nunca. Cuando los demás miraban la pulseran, simplemente veían una cadenita de plata. Pero cuando él la miraba, podía percibir los sentimientos y emociones de Hermione según el color de su brillo... Eso le había ayudado mucho en el pasado, fue genial que los gemelos se la regalaran y le explicaran su significado. Sabía cuando retirarse en una pelea porque la pulsera brillaba en negro. Cuando Hermione estaba triste la pulsera emanaba verde y entonces el corría a abrazarla. Cuando ella estaba relajada, el brillo era blanco. Cuando reía, amarillo. Y bueno, cuando sus hormonas se disparaban entre besos y caricias... la pulsera emitía un brillo rojizo. Y nunca había estado tan roja como en ese momento lo estaba. Los pensamientos de Ron fueron interrumpidos cuando Hermione se sentó a horcajadas sobre él y le arrancó la camisa. Él no se hizo de rogar y empezó a desabotonarle el vestido... pero de repente una luz apareció. Era el vigilante nocturno de la estación paseando con una linterna. Y aunque él no podía verlos ni oirlos, ambos se sintieron incómodos ante su presencia.

- Vamos a mi casa, mis padres no están. - Y tras estas palabras y un último beso, se aparecieron en la habitación de los padres de Hermione.

Para Ron fue excitante, nunca lo habían hecho en esa cama. Él creía que Hermione nunca accedería a ello, pero ciertamente era el lugar más cómodo y espacioso para el asunto que se traían entre manos. Fueron arrancándose la ropa entre besos, chocaron contra el armario y cayeron en la cama. Ron se dio cuenta que estaba completamente desnudo cuando vio a sus calzoncillos aterrizar sobre el reloj despertador que tenía Hugo en su mesita de noche.

Y entonces las luces se abrieron, y aparecieron los Granger. Hugo con un rodillo en la mano, su mujer con un martillo. Hermione, que aún conservaba su ropa interior, intento cubrirse con la sábana de la cama de sus padres, destapando a Ron por completo y mostrándolo totalmente desnudo ante su familia.

Hugo les miraba atónito. La madre de Hermione recuperó la compostura para balbucear unas palabras...

- Nuestro vuelo se ha cancelado por una tormenta... oímos ruido y nos asustamos... no sabíamos que eráis vosotros...

Ron imploró con sus ojos a Hermione, rogándole que hiciera algo... un confundus, lo que fuera... pero ella negó con la cabeza. Les había prometido a sus padres que nunca más les iba a engañar o mentir, ya había jugado demasiadas veces con su memoria y no lo iba a volver a hacer.

La escena estaba congelada, nadie sabia qué decir o hacer. Hasta que la madre de Hermione, habló de nuevo:

- ¿Eso que llevas en el dedo es una anillo de compromiso?

Hermione, afirmó débilmente con la cabeza y sus padres corrieron a abrazarla. Entonces la señora Granger exclamó con alegría:

- ¡Estoy muy feliz por vosotros! ¿Ron, se lo has contado a Molly? ¿Por qué no vamos ahora mismo a La Madriguera a explicarle la noticia? ¡Esto hay que celebrarlo!

Ron, feliz por la resolución de la situación, sólo pudo contestar con una gran sonrisa:

- ¡Nosotros ya lo estábamos celebrando!

Y así fue como Ron descubrió que a los padres muggles tampoco les hace ninguna gracia que bromees con el echo de acostarte con sus hijas.

FIN

Muchas gracias por hacer llegado hasta aquí

La decisión de HermioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora