La cita

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Hermione despertó ya pasada la hora de comer. Realmente estaba muy cansada esos días y dormir le había ido muy bien.

Al abrir los ojos, pudo ver cómo Ginny le sonreía desde su cama:

- Buenos días, dormilona. Te estaba esperando. Te he traído algo de comer. Y después... ¡te vamos a poner guapísima para la cita del siglo!

Ginny, ¿Ron te lo ha contado?

- Fue muy divertido. Charlie le preguntó a Ron si quería jugar a quidditch esta tarde y Ron dijo que no podía y se puso rojo hasta las orejas. Todos empezaron a reírse y a pedirle explicaciones, hasta que George dijo que te iba a buscar a ti para que nos contases. Ron dijo que no, que de ninguna manera... Y en ese momento llegó una lechuza con un paquete para Ron. Antes de que él pudiera cogerlo, Charlie se lo quitó y lo abrió. Mamá estaba escandalizada. Charlie se partió de la risa cuando vio la foto de vuestro beso, luego leyó la carta del editor de El profeta. Básicamente decía que habían recibido la petición de Ron solicitando una copia de la foto y que era un honor para ellos satisfacer a un héroe de guerra. Que esperaban que fuerais muy felices juntos y que recordarais la buena predisposición de la revista hacia vosotros cuando concedierais las exclusivas de la boda. Mamá se emocionó mucho. Mis hermanos ya no llaman  a Ron "el tonto cabezota" ahora le llaman "el tonto enamorado". Por cierto, que yo quiero ser la dama de honor. ¡Oh, venga, no te hagas la ofendida! ¡Seguro que llevas pensando en tu boda con Ron desde segundo curso! - Ante el sonrojo de Hermione, Ginny continuó hablando - ¿Ves cómo tengo razón? En fin, el pobre Ron no sabía dónde meterse y empezó a balbucear algo de una cita. Papá, Bill y Percy empezaron a darle consejos, George y Charlie rieron más, y mamá se volvió a emocionar. Dijo que en momentos como este es cuando más debes añorar poder hablar con tu madre, y que seguro que ella te acompañaría a comprarte algún vestido nuevo para que estuvieses bien guapa... Ron murmuró que tú siempre estabas guapa y mis hermanos se rieron de nuevo... En resumen, que le dije a mi madre que el vestido ya te lo compraba yo... Así que Harry y yo hemos dado vueltas por el callejón Diagon hasta que hemos encontrado algo que creíamos que te gustaría. No te sientas obligada a ponértelo, con un golpe de varita puedes cambiar el color y lo que quieras, ya sabes...

Hermione, abrió el paquete con mucho cuidado. Dentro había un vestido precioso, ni muy largo ni demasiado corto, ni ancho ni ceñido... Y del azul exacto de los ojos de Ron.

Ginny, es perfecto.

- Lo sé. Y esto es de parte de Harry. - Y tras estas palabras, le tendió a Hermione una caja de madera que era una reproducción en miniatura de Hogwarts.

- Me encanta.

- Ábrela, tonta. El regalo es lo de dentro.

Y al abrir la caja Hermione descubrió unos pendientes preciosos, con pequeñas esmeraldas del color exacto de su vestido.

- Son increíbles. Es demasiado.

- Oh, venga. Las dos sabemos que para Harry el dinero no es problema. Él te quiere. No me mires así, sabes que por las dos bajaría al infierno más profundo para salvarnos. Sólo que después de salvarte, a ti te abrazaría en silencio bajo la sombra de un árbol y a mi me haría suya contra ese mismo árbol. ¡Oh, Hermione, no me mires con esa cara de mojigata, tú sabes que es verdad!

Y Hermione estalló en carcajadas. Ya les dolía la barriga de tanto reír cuando Ginny se puso sería.

Me siento culpable de ser feliz aunque Fred no esté.

- Ginny, estoy segura que lo que más desearía Fred es que fueras feliz. Hazlo por él.

Tras estar unos minutos abrazadas, Ginny rompió el silencio.

La decisión de HermioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora