38. Soledad

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Dororo le tenía un inmenso miedo a la soledad. Ella trataba de ocultarlo, pero conforme más tiempo pasábamos juntos como pareja, esto comenzó a hacerse más notorio. Cuando comencé a darme cuenta de esto, pensé que este temor era algo lógico debido a haber perdido a sus padres a tan temprana edad, y el haberse alejado de Mio solo lo hizo atenuarse más.

Ella siempre trataba de mostrarse fuerte y alegre, pero en verdad era doloroso ver lo mucho que se esforzaba por no dejarse sumir en este temor todo con tal de no preocupar a las personas a su alrededor. Esto sin embargo no pasó desapercibido para mí.

Después de que cumplimos nuestro primer mes juntos y las cosas con Taho se arreglaron nuestros días continuaron pasando tranquilamente. Cierto sábado quedamos de vernos al atardecer en el río de las luciérnagas.

Llegué a su lado cargando mi guitarra ya que me fascinaba tocar y relajarme en ese hermoso lugar que era tan especial para ambos. Al parecer los dos habíamos tenido la misma idea, pasar el tiempo juntos haciendo lo que más amábamos, ella ya me estaba esperando sentada a la orilla del río con su amado cuaderno de dibujo apoyado en sus piernas.

— ¡Hyakkimaru!

Me saludó con esa voz alegre y energética que ya era como música para mis oídos. Me senté a su lado, le di un corto beso en sus labios y comenzamos a hablar mientras ella hacía unos trazos en su cuaderno. Decidí no tocar nada pues una dulce y baja melodía clásica sonaba desde su móvil.

En cierto momento nos quedamos en silencio, la observé embelesado mientras continuaba dibujando, en verdad adoraba ver su rostro cuando lo hacía. Como si fuera posible, cuando ella dibujaba, cuando su rostro se perdía concentrado haciendo esa actividad que ella tanto amaba la percibía más hermosa que nunca.

Fue en ese momento al verla con detenimiento que pude percibir un atisbo de dolor en sus encantadores ojos. Bajé mi mirada a su cuaderno y me sentí preocupado al ver lo que estaba dibujando. Como todos sus dibujos este era hermoso, sin embargo, también muy melancólico. Había dibujado una pequeña niña sentada en un columpio al lado de otro que estaba vacío.

Tal vez no tenía caso sentirse ansioso por eso, probablemente simplemente se le había ocurrido, sin embargo, un mal presentimiento se apoderó de mi pecho

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Tal vez no tenía caso sentirse ansioso por eso, probablemente simplemente se le había ocurrido, sin embargo, un mal presentimiento se apoderó de mi pecho.

Sus dibujos siempre eran coloridos y brillantes, este se veía opaco y sin vida, eso de inmediato llamó mi atención, no podía ignorarlo. Estaba a punto de preguntarle si ese dibujo tenía algún significado en especial para sacar el tema a colación cuando me lo impidió al hablarme:

— Hyakkimaru... A veces no puedo evitar preguntarme como sería mi vida si mis padres siguieran a mi lado.

Un nudo se formó en mi garganta al escucharla. Así que era eso, estaba pensando en sus padres. Ignorando la pesadez que se formaba en mi pecho al percibirla triste, le respondí suavemente en un intento por tranquilizarla:

Las notas de mi corazón [Dororo AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora