34. Pasado y futuro

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Dororo es caprichosa, testaruda, impulsiva y de un carácter fuerte. Ella siempre ha vivido su vida según sus principios y nunca se deja intimidar por nadie. Ahora que pienso sobre esto y recuerdo lo que pasó ese día, no es de extrañar la reacción que tuvo cuando la besé.

Ese dulce besó duró unos cuantos segundos, duró apenas lo que lo hace un suspiro. Deleitándome con el tan ansiado sabor de sus labios, me separé más por los nervios de darme cuenta de la imprudencia que había hecho que por el deseo de querer hacerlo, si por mí fuera, hubiera durado una eternidad aprisionado a su boca.

Cuando separé mi rostro abrí mis ojos, sumamente nervioso. La hermosa jovencita me observaba con unos parpados bien abiertos, sus labios seguían entre abiertos y temblaban levemente, todo su rostro entero era adornado por un fuerte enrojecimiento.

Antes de poder decir o hacer otra cosa observé consternado como esta alzaba rápidamente su brazo, inmediatamente después un sonido seco se escuchó al tiempo que un intenso ardor se extendía por toda mi mejilla derecha. Duré con la cabeza ladeada unos cuantos segundos, parpadeando sumamente confundido pues mi cerebro no era capaz de procesar lo que acababa de suceder.

Volví la cabeza lentamente al frente sujetándome con mi mano mi adolorida mejilla. Dororo tenía su mano abierta aun alzada a la par de su rostro, esta respiraba agitadamente y me miraba indignada. No podía creer lo que acababa de suceder, no cabía en mi sorpresa al darme cuenta que acababa de darme una bofetada.

— ¡Eres un idiota, el más idiota entre los idiotas! —Exclamó furiosa cerrando sus ojos y apretando sus manos en puños—¡Acosador, pervertido! ¡Infiel! ¡Mujeriego! ¿¡Quién demonios te crees para hacer esto!?

Cada insulto que soltaba se me clavaba como un cuchillo al corazón, sumado a esto, un profundo enojo comenzaba a invadirme también. La escuchaba en silencio apretando fuertemente la mandíbula, conteniéndome para no perder la compostura y defenderme. Era doloroso escuchar todo eso, pero por más que dolía tenía que admitir que tenía razón. Yo me había equivocado, no tenía por qué haberla besado sin su permiso.

Maldiciendo internamente por mi imprudencia, cuando por fin fue capaz de callar todos sus reclamos nos observamos en silencio por unos cuantos segundos con ojos heridos y descontentos. A pesar de lo antes dicho, Dororo también siempre ha sido una experta para moverme a su voluntad y enredar de una manera espantosa mis pensamientos, eso me quedó más que claro ese día.

En cuestión de segundos su rostro se suavizó mostrando unos ojos desesperados y deseosos. Se lanzó a mí, enredó sus pequeños brazos alrededor de mi cuello y atrapó sus labios contra los míos ansiosa. Apenas y me las pude arreglar para no irme hacia atrás debido a la fuerza y rapidez con la que hizo este movimiento. Sintiendo un agradable cosquilleo recorrer cada parte de mi cuerpo al recibir nuevamente esos temblorosos labios cerré los ojos y me dejé llevar para corresponderle de inmediato.

Fue un beso cargado de amor, dulzura, deseo y desesperación, me dejó tan abrumado que por un momento todo mi cuerpo se paralizó. No importaba que no fuera mi primer beso, a pesar de las muchas veces que besé a Mio nunca antes me había sentido así hasta que Dororo me besó.

Ese beso era inseguro, tímido, inexperto, a pesar de esto estaba haciendo que una carga eléctrica me recorriera desde la cabeza hasta los pies, estaba haciendo estragos mi cabeza. Nuestros labios apenas y se movían, pero no se separaban ni un centímetro. Era sumamente inocente, pero eso no importaba, no tenía que ser un beso pasional para hacerme sentir que mi corazón latía tan rápido en mi pecho como si este fuera a explotar, no debía serlo para hacerme sentir que ese era el mejor momento de mi vida.

Duró tan solo unos minutos, sin embargo, toda la dicha que ese beso me hizo sentir fue tanta que yo lo sentí como una hermosa eternidad, era como si nuestros labios se negaran a separarse, deseando que quedaran grabada en nuestra memoria táctil el sabor de los labios del otro.

Las notas de mi corazón [Dororo AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora