La euforia logró sin mucho esfuerzo opacar el cansancio en el cuerpo de Jaemin, lo suficiente como para mantenerlo alerta durante sus clases del jueves, comiendo ansias porque dentro de unas horas almorzaría con Jeno. Y es que el solo pensamiento de pasar un poco de tiempo a su lado, escuchar su voz de cerca y sentir el aroma de su colonia era suficiente para revitalizarlo.En su mensaje de buenos días, el mayor parecía igual de entusiasmado por verlo e incluso le preguntó qué se le antojaba almorzar, pero Jaemin insistió en decir que él mismo prepararía algo, a lo que Jeno le dio permiso de hacerlo en el departamento para mayor comodidad. Jaemin no pudo ni quiso negarse, y aprovechando que sus clases terminaban a las diez ese día ― o más bien, que él haría que terminaran a las diez ― se dijo que podía irse tranquilamente por sus cosas y luego al departamento del mayor.
Saltarse las clases no era algo que lo pusiera muy contento, pero por un lado ya no soportaba más la espera de ver al mayor, y en su mente no dejaba de imaginar lo que cocinaría para Jeno; por el otro, su siguiente clase la compartía con Donghyuck y todavía no se sentía listo para volver a hablarle, si es que tenían algo de lo que hablar en realidad, así que la solución más lógica era faltar a esa clase.
En punto de las diez, el profesor Shim comenzó a despedirlos y a recordarles sobre su entrega de proyectos para la semana siguiente, y aunque el estrés de los finales seguía palpable en su sistema, Jaemin se apresuró a su dormitorio para aprovechar la hora que le quedaba de sobra para terminar de preparar su proyecto.
Sus sentidos estaban más que despiertos, sin importar que solo hubiese dormido cuatro horas. El tiempo pasó más lento que de costumbre y sus mejillas enrojecían de la emoción cada que recibía un texto de Jeno. El mayor solo le contaba lo mucho que detestaba escuchar las estupideces de sus inversionistas y los regaños de su secretario, pero todo eso le provocaba una sonrisa de idiota enamorado en el rostro.
Jeno tampoco dejaba de insistir en que usara una extensión de su tarjeta para comprar los ingredientes ni de intentar averiguar qué prepararía para el almuerzo, y si Jaemin se dejaba llevar por sus tontas ilusiones, parecía como si fuesen una pareja de verdad, con un esposo ansioso por saber lo que su pareja tendría para él al llegar a casa.
Durante el camino al conocido edificio, Jaemin hizo una parada exprés en el supermercado, sin importarle que Jeno insistiera en pagar por ello. Una vez en el departamento, quedaba poco más de una hora para que el mayor se escapara del trabajo para que comieran juntos, por lo que todavía le daba tiempo de cocinar tranquilamente. Fue algo sencillo, unas gambas con una salsa especial de cerveza y ensalada, arroz y el kimchi de su madre para acompañar, y aunque hubiese querido preparar el postre, el tiempo le quedaba justo para tomar una ducha y arreglarse antes de la llegada del mayor.
Gracias al depósito que el secretario Wooyoung hizo a su cuenta, Jaemin no escatimó en gastos para conseguirse lociones corporales en su parada al supermercado, así que consintió cada rincón de su piel y su cabello, su rostro e incluso, dedicó especial cuidado en su zona íntima, en caso de que hoy la suerte estuviese de su lado. Por muy inmoral que fuese, él estaba dispuesto a dejar de lado sus creencias para convertirse en el refugio de ese hombre que tanto revolvía su estabilidad emocional, y aunque su objetivo no era conseguir un divorcio del mayor, estaría más que conforme con continuar con su relación como si Ilsan nunca hubiera sucedido, incluso si eso significaba ser solamente su amante.
Luego de la ducha, solo pasaron diez minutos para que Jeno se apareciera por la puerta, inmediatamente atraído por el aroma de la comida en la cocina.
― ¿Jaemin? ―llamó, pero el chico no aparecía por ningún lado.
―Aquí estoy, Jeno ―el sonido apenas audible de su voz llamó la atención del mayor, quien siguió el origen de este hasta la habitación principal. Jeno dejó el saco en el sofá y el helado que compró en la mesa antes de dirigirse por el pasillo de su departamento, encontrando al joven de cabellos rosas frente al espejo. El chico giró la cabeza y le sonrió como un diablillo en lo que se abrochaba los jeans, sus cabellos ligeramente húmedos caían por su frente, y Jeno solo quiso corromper esa aparente inocencia con la que lo miraba―. Lo siento, tomé una ducha.
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Distaste | nomin
Fiksi PenggemarCon Jeno, la vida de Jaemin adquiere otro sabor. El conocer el mundo sugar abrió toda una amplia gama de sabores que acariciaron sus sentidos como el más exquisito manjar. Con Jeno, la vida de Jaemin es dulce cuando lo conoce, agrio cuando se reencu...