Me pongo de pie cuando Julia abre la puerta de su consultorio y me sonríe, indicándome que puedo pasar. Como es de costumbre yo sonrío y paso por su lado saludándola cordialmente antes de que ella cierre la puerta detrás de nosotras. Dejo mi pequeño bolso sobre la silla, cuestionándome si hoy tendré el valor para hablar sinceramente y me muerdo el labio, me ubico en el sofá, relajada y sin presiones, y entonces ella se ubica frente a mí, junto a su cuaderno, esperando a que yo abra la boca.
-¿Cómo has estado, Paige? -pregunta al ver que no estoy dispuesta a iniciar la conversación.
-Bien.
Julia asiente.
-¿Has hecho algo nuevo durante la semana?
-Sinceramente no. Tomo té en las mañanas, duermo un poco más y luego me levanto, en ocasiones almuerzo y en otras no. Luego me distraigo con distintas cosas hasta la noche.
-¿Qué cosas?
-Lo mismo de siempre. Música, videos, lectura. Mucha lectura.
Parpadeo al poner mi atención sobre la hoja en la que ella escribe, parece anotar algo bastante extenso y luego vuelve a mirarme.
-¿Has intentado cambiar de rutina?
Me encojo de hombros con culpa.
-No.
-¿Por qué?
Niego con la cabeza mientras una sonrisa avergonzada se desliza por mis labios. Maldita sea, soy una estúpida.
-No tengo ganas -respondo en un hilo de voz.
Una de sus piernas se cruza por sobre la otra y une sus manos sobre ellas.
-¿Has tenido pensamientos negativos?
¿Qué se supone que significa eso? Debo decir que no.
-No.
-¿Pensamientos suicidas?
Frunzo el ceño, como si se tratara de una posibilidad completamente ajena de mí.
-No -miento.
Julia me observa fijamente, como si pudiese leer mi mente de forma perfecta y saber que mis labios sueltan el veneno de la más típica mentira.
-¿Sigues hablando con tu amigo Oliver?
-Sí, casi todos los días.
-¿Durante esta semana?
Mierda.
-No, durante esta semana no.
-¿Han estado desencontrados?
En realidad... todavía no he contestado los mensajes del lunes pasado y he estado ignorando sus llamadas. Tuvo que llamar a Yugyeom para saber que yo todavía estaba bien.
-Exacto. Él estuvo ocupado.
-Pero siguen en contacto, eso es bueno. ¿Consideraste su oferta?
-Sí -suspiro-, pero no me parece buena idea.
Julia frunce el ceño.
-¿Por qué no?
Arrugo mi nariz, como si algo oliese mal.
-Simplemente no soy apta para ese trabajo. Tú sabes, no estoy al nivel.
-¿Cómo que no, Paige? Tú misma me contaste que él te dijo que no se molestaría en conseguirte un puesto si tú no estuvieses capacitada.
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Las reglas de un corazón roto. #4
RomanceA un año del mayor acontecimiento de su vida, Paige todavía intenta librarse de los traumas y la culpa que la abrazan luego de perderlo todo. Buscando la forma en la que podría aceptar darse una oportunidad para retomar su vida normal, Devan Bélange...