43• Lo prometo.

72 7 67
                                    

A pesar de sentir el nudo en la garganta y el golpe de emociones que con cada segundo que pasa logra afectarme cada vez más, haciéndome descubrir que ya no me cabe en el cuerpo toda la importancia que Yugyeom tiene para mí, pero que tampoco hay más espacio para seguir desperdiciando un minuto más de mi vida en ello, empujando todo a su paso, llenándome de preocupación la situación de Jinyoung y nada más de Jinyoung, logro recomponerme un segundo más tarde suelta su última sílaba, ahorrándome un llanto sin sentido porque, es cierto, a esta altura, ¿sirve de algo seguir llorando?

Los lamentos han pasado a segundo plano, me encuentro en un punto que realmente quiero que me importe todo y por un mínimo momento, me extraño. Me extraño a mí misma hace un mes atrás, sumergida en mi propia mierda, quemándome la cabeza, pensando en cómo ayudar a mi mejor amigo, sin encontrar un motivo por el cual levantarme de la cama, teniendo a un Oliver a quien le ignoraba las llamadas casi todos los días de la semana. Y no sé por qué, quizá porque aquella Paige todavía tenía esperanza. O no lo sé. Tal vez porque esa Paige todavía tenía la intención de luchar por su mejor amigo. Y no quiero ser hipócrita, no puedo decir que fue tan gradual que ni me di cuenta... tal vez sí fue así, pero el arrebato de locura en el que Yugyeom escupió todas sus verdades hace tan solo unas noches, fue el golpe final que necesitaba para poder concentrarme en quien vale la pena.

Hablando de hipocresía, tampoco soy capaz de decir que no siento culpa por dejar de intentarlo con él, pero, uno tiene que aprender a ver cuándo retirarse a tiempo de la batalla, y si debo ser todavía más honesta, Yugyeom ya no es una lucha en la que quiero participar. Me siento una mierda al pensar en darme por vencida en alguien que parece que no tiene salvación, yendo hacia alguien que luce más como que sí. Y tampoco quiero parecer rencorosa, cuestionándome si Yugyeom ha estado allí para mi cuando lo necesité... Pero... ¿acaso es mi responsabilidad salvar a la gente a mi alrededor?

Yo no soy salvavidas de nadie, menos cuando yo también me necesito a mí misma.

Así que suspiro, admirando toda la expresión seria de un Jinyoung que tiene más pinta de rendirse a las injusticias de la vida que a seguir luchando por lo que lo puso en este maldito mapa en un principio. Lleno mis pulmones de aire y doy un paso hacia adelante, sujetando en cada una de mis manos los dedos de Jinyoung, entrelazándolos con fuerza, haciéndolo sentir, si es que acaso no es suficiente con tenerme en frente y haberle dicho todo lo que le dije, que estoy aquí. Él junta sus labios, dedicándome una mirada tierna y preocupada, con esos ojos oscuros y brillosos que me han atrapado hace unos cuántos veranos atrás, al inicio de una historia que jamás en la vida me imaginé que podría llevarnos a este momento. Asiento una sola vez con la cabeza, preparándome para la siguiente conversación, él entiende mi pequeño ademán poniéndome todavía más atención, entonces trago saliva para pronunciar:

—Si Yugyeom te quiere muerto, entonces tendrá que pasar sobre mi cadáver. No tenemos por qué hacérsela tan fácil. No llegamos tan lejos para darle lo que quiere. No se lo dimos a Bambam, menos se lo daremos a él.

Me observa, impasible, sin poder creer lo que está oyendo. Yo me mantengo segura, que lo asimile, lo acepte y lo tome. Me cansé de jugar el papel de tonta. Se acabó.

Sin embargo, para poder idear algo, necesito saber bien todo lo que pasó, así que con cierto nivel de nerviosismo y negación sobre si quiero oír o no, me armo de valor para continuar:

—Necesito que seas cien por ciento honesto conmigo para la siguiente pregunta. ¿Puede ser?

Titubea. El gesto me hace sentir insegura, me grita en alguna parte de mí que él continúa mintiendo, que hay cosas que oculta, él tiene miedo de prometer algo que no puede, pero me mantengo con la frente en alto, no puedo quitarle crédito, me ha hecho admitirlo, nunca me ha mentido por oficio y nunca esas mentiras fueron para peor. O al menos, eso es lo que sé yo.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora