—¡No entiendo! —sentencia Matthew, frustrado— Y como que este jueguito y su nombre no me agradan demasiado —comenta, señalando con el índice la ronda en la que estamos todos sentados.
—¿Qué es lo que no entiendes? —le pregunto.
—Mejor juguemos a las cartas —comenta Jaebeom.
—No entiendo cómo podemos descubrir quién es el culpable.
—Culpables, pueden ser más de uno —dice Jinyoung, con la mano en la cara, harto de volver a explicar las reglas.
—Y no se dice culpable, se dice mafia —corrijo.
—Ahí está —apunta con bronca—, no me gusta. No me gusta.
—Matt, es solo un juego.
Al escuchar mis palabras, él ni se molesta en mirarme, pero sus ojos se entornan hacia la nada, tensa su mandíbula y respira tan pausadamente, tragándose toda la indignación que siente, que logra frenarme en seco. Definitivamente no le agrada en absoluto, y no piensa lo mismo que yo ni por un solo segundo.
—De todas formas somos muy pocos para que haya más de un maf-culpable —dice Oliver, en un intento amigable de suavizar la molestia que está sintiendo nuestro compañero.
—Mejor juguemos a las cartas —repite Jaebeom.
—Prefiero jugar videojuegos de mafiosos—irrumpe Matt—, ahí me divertiría un poco más, ¿saben? Allí tendría la posibilidad de dispararle a alguno al menos.
—Matthew... —estira Jinyoung, masajeando sus sienes— Creí que ya habíamos quedado claros.
—No, no quedamos claros. Lo siento, pero no puedo aceptar quedarme afuera de esto, ¿mientras ustedes hacen todo el trabajo yo debo quedarme aquí?
—Bienvenido a mi mundo, Matt... —suspiro, quiero intentar relajarlo, pero mis palabras no ayudan.
—Bambam está vivo —plantea ignorándome—, no quiero quedarme aquí sentado. Iniciamos esto juntos una vez, tal vez estoy equivocado en guardar tanto rencor, pero pienso que en algún punto me lo merezco. Pasé años de mi vida amenazado, sintiendo miedo por mi familia, secuestró a Cian como si fuese un maldito objeto, pasé otros dos años aterrado no solo por ella sino que por mi familia también, me mató... o eso creyó, y al volver, todavía debo quedarme encerrado porque no teníamos idea de en dónde estaba metido ese hijo de puta.
—Y te mantuviste encerrado justamente porq-
Jinyoung quiere razonar con él, pero Matthew lo interrumpe.
—Sé muy bien por qué, yo mejor que nadie sé bien por qué. Pero ya no me importa. Estoy harto.
Desde la mañana del viernes, luego de todos relajarnos un poco más después de la adrenalina del episodio del jueves, Matthew ha tratado con todas sus fuerzas mantenerse en sus cabales. Al enterarnos que Youngjae se uniría a los planes, esa misma noche, una vez estuvimos todos juntos, charlamos largo y tendido sobre cómo sería la nueva disposición de las cosas que se harían a partir de este momento con toda la nueva información. Claro, y ahora contando también con Youngjae, Matthew y yo hemos sido dejados a un lado a pesar de haber sido de gran ayuda la última vez. Lo cierto es que, Matt y yo estamos permitidos en participar, pero desde otro punto, desde las sombras para ser más específica. Y yo entiendo muy bien el miedo de Jinyoug de exponerme, llevándome la sorpresa de que Oliver también lo apoya en un setenta u ochenta por ciento, pero también me molesta, porque yo también siento miedo por ellos, y creí que había quedado claro que no pueden hacer esto solos y cuanto más seamos para cubrir nuestras espaldas, mejor; pero ellos continúan negándose, y si incluso yo puedo sentir molestia por eso, Matthew la siente todavía más. Ha intentado comportarse y no quejarse al respecto, pero de a ratos la bronca le gana con cada segundo, y con estos pequeños episodios puedo entender mucho más el efecto que Bambam tiene sobre él, siendo éste, tal vez el más afectado por el simple hecho de escuchar su nombre. Desde que las conclusiones nos han llevado a confirmar que Bambam está más que vivo, él no deja de estar nervioso, y, sobre todo, intranquilo.
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Las reglas de un corazón roto. #4
RomanceA un año del mayor acontecimiento de su vida, Paige todavía intenta librarse de los traumas y la culpa que la abrazan luego de perderlo todo. Buscando la forma en la que podría aceptar darse una oportunidad para retomar su vida normal, Devan Bélange...