15• Quien alguna vez fuimos.

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Especial Park Jinyoung 2/2.

El oscuro caño del revólver direccionándose a la altura de mis ojos me tiene sin cuidado. La intimidación que me provoca es nula incluso si lo creo capaz de dispararme. Sin embargo, aún en el silencio su siguiente movimiento es quitar el seguro del disparador, trago saliva.

Muerto no puedes cumplir promesas, Park. —Me hablo a mí mismo.

—¿Por qué mejor no bajas eso? —sugiero, haciendo mi mejor esfuerzo por sonar relajado.

Entonces, como si fuese un jodido experto en calcular espacios, mueve solo unos milímetros su pistola de forma que parece prácticamente nula y suelta un disparo tan cerca de mi cabeza que el roce de la rapidez de la bala toma el control de un mechón de mi cabello, encrespándolo como si de un simple soplido se tratase. Yo abro los ojos tan grandes como puedo ante la sorpresa, luego de subestimar bastante a un sujeto que no se parece absolutamente en nada al furioso Yugyeom que conocí en algún momento.

—No quiero matarte —habla en un susurro oscuro y seguro—, así que espero que tengas una buena explicación, ¿qué mierda estás haciendo tú aquí y cómo mierda me encontraste?

Y puede ser un secreto hasta para mí mismo, pero verlo así me duele.

—Tienes buenas conexiones —comento—, los mejores lugares en donde encontrarte es un secreto a voces entre todos tus clientes. Es una buena estrategia —digo con admiración—, nadie puede saber quién eres o dónde te ubicas, no si no saben quién mierda es Devan Bélanger realmente.

Me permito concluir ahí, pienso que aquella elección de palabras es más que suficiente para que entienda cómo he llegado aquí. Sin embargo, él asiente con orgullo, lo cual me llena de ira.

—Qué valor a adoptar ese nombre como propio —continúo.

—Si no sabes de lo que hablas sería mejor que te retires. Como te dije antes, Park, no estoy interesado en matarte. Aunque puedo sacar mis propias conclusiones, estando muy seguro de por quién estás aquí.

—Por ti.

El muchacho suelta una risa tan natural que parece cierta.

—Bien, hagamos algo —habla sin importancia—. Tengo en mente dos opciones: la primera, ¿qué tanto dinero puedo ofrecerte para destruirte la moral?

—¿Qué? —Frunzo el ceño.

—O simplemente puedes irte por donde viniste, porque no estoy interesado absolutamente en nada.

—¿De qué estás hablando?

Suelta un bufido aburrido, demostrando que le estoy haciendo perder el tiempo con un tema que no le compete ni le interesa.

—¿Para qué estás aquí? —pregunta, dejando finalmente el arma sobre el escritorio. A continuación, lo rodea y se deja reposar sobre el mismo, cruzando ambos brazos sobre su pecho para esperar mi respuesta.

Su repentino cambio de actitud me deja estúpido por varios segundos. Ha pasado de estar furioso por verme, a adoptar una sublime paciencia para negociar, lo cual me grita que solo se trata de una estrategia, y Bambam no tardará en salir de cualquier esquina listo para matarme. Mientras me tomo el tiempo para analizar la situación, Yugyeom prosigue en aire victorioso.

—Déjame leerte, Park Jinyoung —articula mi nombre con cierta burla—. Llegaste aquí, seguramente, luego de un largo proceso de investigación, o tal vez no tanto —descarta con la mano—, creyendo que descubrirías algo enorme, con la idea de que al verte yo aquí tal vez explote en temor porque alguien me ha descubierto. Con una ilusión pre-creada de que quizá algo sea diferente a partir de hoy, pero lamento romper tu burbuja. ¿A qué viniste? ¿A intentar entenderme? ¿A hacerme razonar? ¿A decirme que lo que estoy haciendo está mal? A ver, saca la lista de frases que Paige te dijo para que repitas, no tengo mucho tiempo, pero puedo hacer un esfuerzo.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora