10• Cántame una canción.

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Sonrío más que conforme cuando las puertas se cierran, dejándome en el interior del elevador más bonito que he visto en mi vida, a través de la ranura puedo ver la sonrisa amable de Victoria Sparks, quien se mantiene con las manos juntas delante de su cuerpo y asiente con la cabeza en una postura más que profesional. Cuando finalmente el ascensor se asienta e inicia su recorrido hacia abajo, libero el aire en mis pulmones que, hasta ahora, no sabía cuánto lo estaba conteniendo. Mi sonrisa se ensancha y me llevo una mano a la cara, quitándome el cabello de la frente para llevarlo hacia atrás en vano, ya que en seguida vuelve hacia mi cara.

Dios mío.

Las compuertas se abren al tiempo que retumba un bonito y elegante sonido de ding, entonces pongo mi pie sobre el piso de mármol brillante, para salir y me quedo fascinada con ese exquisito dulce aroma que se extiende por todo el lugar, tan intacto como cuando llegué hace tan solo un rato. Busco mi teléfono en mi bolsillo para revisar la hora y me llevo una grata sorpresa al ver que son las 11 de la mañana, siendo que la entrevista inició exactamente a las 9. Es increíble, hubiese jurado que apenas ha sido media hora. Levanto la cabeza, perdiéndome nuevamente en el alrededor que no podría ser más impresionante, sin embargo, mi objetivo es encontrar a Oliver.

Camino directo hacia la gran puerta de entrada, buscando con la mirada un uniformado de pelo negro con las características físicas que coincidan con las de mi amigo, y sé que debería estar parado junto al cristal principal, pero no es así. Es entonces cuando lo veo aparecer por un pasillo desde la derecha con una botella de agua en la mano, asintiendo concentradamente en la conversación que está teniendo con una chica. Ella sonríe abiertamente cuando él dice algo para luego empujar su brazo de forma juguetona, colocando luego un largo mechón de su cabello castaño detrás de su oreja. Oliver apenas nota su comportamiento y le dedica una bonita mueca antes de retomar su camino hacia su puesto de trabajo. Ella llama su atención otra vez y vuelve a acercarse, pero es en ese momento que los ojos de él me encuentran, y dibuja la felicidad en su rostro de forma genuina, ignorando sin querer a la muchacha. Extiende sus brazos a modo curioso, preguntándome en silencio cómo ha ido mi entrevista.

—Cuéntamelo todo —expresa cuando apresuro mis pasos para llegar a él.

Sin embargo, mi atención se desvía hacia ella, quien se detuvo, formando una mueca confundida y decepcionada, al ser dejada de lado, Oliver se percata de mi actitud y voltea. La chica se siente insegura por un momento ante mi presencia, contagiándome de pies a cabeza, provocándome incomodidad.

—¿Qué pasó, Cait? —pregunta Oliver, amablemente.

Cait arrastra sus palabras, trabándose torpemente, hasta que su boca logra pronunciar las palabras correctas de forma tímida:

—Eh... quería preguntarte si te gustaría que almorcemos juntos hoy.

—Oh, lo siento —contesta él, apenado—. Me encantaría, pero tengo otros planes.

—Entiendo... tal vez-tal vez otro día.

—Tal vez otro día —replica.

Cait retrocede dando pocos pasos para finalmente caminar de frente hacia su puesto de trabajo, justo detrás del gran puesto de recepción, junto a un chico y otra chica.

Cuando devuelvo mi atención a Oliver, este se encuentra mirándome con los labios juntos, formando una sonrisa divertida.

—¿Qué? —inquiero.

—Cuéntamelo todo.

—¿Tienes planes para tu hora del almuerzo? —cuestiono sin detenerme a pensar.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora