39• He hecho lo correcto.

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Especial Park Jinyoung 2/2.

De repente el viento parece azotarme con más fuerza, erizando cada uno de los bellos de mi piel, sacudiéndome con un violento escalofrío que me recorre de pies a cabeza, sin embargo, no logro moverme ni un solo centímetro. Aquella pregunta hace eco en mi cabeza como si ahora mismo me estuviesen encerrando en un cuarto oscuro en el que solo se oye su voz, repitiendo las palabras una y otra vez.

Paige mantiene su mirada anclada a la mía durante varios segundos, con una nostálgica sonrisa dibujada en los labios hasta que niega con la cabeza, vuelve a admirar sus zapatos y se pierde en el agua del río, acomodándose junto a la pared de roca, como si no hubiese pasado nada.

La forma en la que me estaba mirando me hizo pensar que tiene esperanza en mí, pero ahora luce como si no estuviese esperando una respuesta de mi parte.

¿Por qué me siento tan tonto cuando estoy con ella?

Trago saliva sin ser capaz de despegarme de su figura, apreciando cada una de esas facciones que me están ignorando. Quiero abrir la boca y decir un montón de cosas, pero la verdad es que no sé qué. Estoy en blanco.

Entonces su ceño se frunce, parpadea rápidamente al tiempo que entre sus pestañas hay más humedad de la que debería.

—¿Crees que Mark sí estaría decepcionado de mí? —suelta.

—Solo un tonto podría estar decepcionado de ti, Paige Tuan —murmuro.

Ella sonríe. Pasa rápidamente la mano por los costados de sus ojos, aún sin atreverse a hacerme frente.

—No uses mis palabras, estoy hablando en serio.

—Yo también.

Y pone los ojos en blanco.

Suspiro, bajando la guardia, dejando que todo mi cuerpo apunte hacia ella, sosteniéndome desde mi codo, volviéndome peso muerto sobre las piedras, dejando que la única realidad existente sea en la que estamos nosotros dos.

—¿Por qué piensas que Mark podría estar decepcionado de ti? —inquiero con delicadeza.

—Porque acabo de abandonar a Yugyeom —dice en un hilo de voz.

—No fue eso lo que hiciste.

—Se supone que es mi mejor amigo, no puedo simplemente rendirme con él. Pero al mismo tiempo no siento nada de culpa de haberlo hecho, y eso es lo que me da culpa.

—Elegir tu bienestar no es una decisión egoísta, Paige.

—Yo lo estaba haciendo bien —anuncia en un pequeño susurro, siguiendo con su dedo las líneas que limitan las formas de las rocas.

—¿Quieres que te sea honesto?

—Por favor.

—Lo estabas haciendo bien porque existió más gente que te acompañó en la locura. Porque intentar entender el comportamiento de alguien que no quiere que lo entiendas, y esforzarte por llegar a él sin importar las consecuencias, te hubiese llevado a ti al mismo final. Y mientras tú estabas esforzándote por lo que se supone que es una buena amiga, a él no le estaba importando. —Me encojo de hombros.—No lo sé, ¿en algún momento él se preguntó si tú estabas bien? ¿Te dijo que estaba ahí para ti? ¿Te lo demostró? No eres una máquina, no solo tienes que dar, Paige, también te mereces recibir.

—Ahora sí. Ahora sí me siento muy culpable por haberle dicho todo lo que le dije. —Niega con la cabeza.

—Tal vez también necesitaba escucharlo. No tienes que sentirte mal por expresar lo que sientes. Y no puedes ir por la vida poniendo a todo el mundo antes que a ti y pretender que eso es amor.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora