1• Ilumíname.

69 10 74
                                    

Cuelgo el teléfono luego de hablar con mi psicóloga para comunicarle que he arreglado una cita para la próxima semana con quien aparenta ser un psiquiatra. Me llevo una mano a la cara, acurrucada en el sofá, sosteniendo mis dos piernas flexionadas con una de mis manos. Sabía que esto pasaría y era justo lo que no quería. De mi mejilla, mis dedos viajan a mis labios para pellizcar el inferior mientras pienso en todo y en nada. Un suspiro se me escapa con una melancolía que se ha hecho muy común en mi desde hace un tiempo ahora, justo cuando mis ojos se posan en la pantalla del televisor en silencio, siendo este la única luz que ilumina el departamento.

Estando uno en la mierda, ¿por qué es tan difícil avanzar cuando en realidad queremos salir de aquí?

Me siento molesta conmigo misma, como si hubiese logrado encontrar mi zona de confort dentro de todo el desastre que es mi cabeza.

Me distrae de mis pensamientos el ruido de la puerta del baño, la luz amarilla que sale del cuarto me abruma pero en seguida la eclipsa un Yugyeom con jeans negros ajustados, una camisa azul y su alborotado cabello mojado, este cae sobre su frente en pequeños mechones organizados que le dan un toque oscuro, aparentándolo como un verdadero rompe corazones. Su figura se roba toda mi atención, él camina sin cuidado, revolviendo una toalla en su cabeza para acelerar el proceso de secado. Pasa por delante de mí sin registrarme para ir al balcón para colgar la prenda y que se seque con el frío de la noche.

—¿Hoy también te irás? —pregunto cuando vuelve a entrar.

Es viernes. Los viernes y fines de semana se han vuelto la rutina favorita de Yugyeom. Salir a beber al mismo bar de siempre y no regresar hasta el lunes en la tarde.

—Como siempre —responde sin darme demasiada importancia.

Inspiro profundamente por la nariz. Sé que este último año no ha sido fácil para ninguno de los dos, pero aún viviendo con él, nunca nada ha vuelto a la normalidad. Viéndolo todos los días, este Yugyeom que se presenta ante mí casi todas las mañanas es uno diferente al que solía conocer. Los temas de conversación no son una cosa recurrente entre nosotros, él casi nunca está. Sus estudios y su trabajo de medio tiempo lo consumen al cien por ciento. A él no parece afectarle, pero por mí parte aún estoy sorprendida que compartiendo el mismo espacio que él, lo extraño demasiado.

Él toma su chaqueta y las llaves antes de encaminarse hacia la puerta.

Algo se revuelve en mi estómago y hago el mismo intento que llevo haciendo durante meses, el volver a acercarnos.

—¿No quieres quedarte? —sugiero tomando un valor increíble, como si se tratara de un extraño.

—No me esperes —responde ignorando completamente mi pregunta y desaparece detrás de la puerta.

Todavía no sé cómo es que nos hemos mudado juntos, desde que nuestras vidas volvieron a una normalidad que podríamos calificar entre comillas, yo nunca he vuelto a ser parte de sus planes.

Mis labios hacen presión en una fina línea que acaba por convertirse en una sutil mueca de tristeza. No sé de qué me quejo, si al final de todo, creo que yo misma fui quien se aseguró de alejar a todos a su alrededor. Trago saliva asumiendo la responsabilidad y me pongo de pie para realizar mi típica rutina de fin de semana: una película en Netflix a la que no le prestaré el mínimo de atención porque ya la he visto mil veces, palomitas de maíz de microondas y mi típica botella de soju.

Abro el paquete de plástico y vacío el contenido en mi recipiente favorito, presiono los botones para el tiempo y temperatura correcta en el electrodoméstico e introduzco el plato para que mi bendita cena se prepare. Mientras tanto voy en busca de mi pequeña botella y organizo el sofá para que se ajuste a mi comodidad. Entonces mi teléfono suena, indicando una llamada entrante de Oliver, me muerdo el labio y pongo los ojos en blanco porque aún no me siento con ánimos de socializar; supongo que ahora está saliendo del trabajo y acaba de ver mi mensaje, ese que me vi obligada a escribir, diciendo que estoy interesada en hablar con él sobre la propuesta de trabajo.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora