11• Dime que todo estará bien.

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Junto mis labios en una línea, elevando mis comisuras cuando las cejas de Julia se elevan al parpadear, observándome fijamente a través del vidrio de sus anteojos, cruza su pierna sobre la otra para acomodar sus manos juntas sobre la rodilla.

—¿Y bien? —estira— ¿Cómo ha ido todo?

Yo suspiro. ¿Por dónde inicio? Han pasado dos semanas desde que estuve aquí por última vez y han pasado más cosas que en todo un año.

Abro la boca sin que ningún sonido salga de mi boca, adoptando una expresión inocente y confundida al tiempo que niego con la cabeza.

—¿Cómo te has estado sintiendo? —pregunta en un intento por darme una mano para hablar.

—Ha sido una montaña rusa de emociones —bufo, recordando todo lo que he sentido en estos días.

—¿Quieres contarme?

Claro, podría empezar diciendo que encontré el valor para viajar a Los Ángeles y visitar la tumba de mi hermano, pero ¿cómo te digo que he visto a Park Jinyoung y me he sentido tan indefensa al recordar todo lo que ocurrió, cómo explico que su sola presencia me causa ansiedad pero que me siento bien por él porque he visto que pudo avanzar; o, por otra parte, que Yugyeom ha confesado que no le interesa para nada tenerme en su vida, que me ha dejado más que claro que ya no le cabe todo el odio que me tiene y que se le sale por los poros; o que alguien ha hecho explotar mi jodido departamento porque él está metido en un asunto demasiado turbio del que es mejor no enterarme; que ahora estoy viviendo con Oliver, que nos besamos; que he ido a una entrevista de trabajo; que otra vez me siento insegura caminando en la calle, que temo que me lleven; que he sentido celos por Oliver sin saber por qué, para segundos más tarde comprenderlo. Que ahora también tengo miedo de perderlo a él porque estoy segura de que haré algo para alejarlo de mí. Que compré un libro que revivió mil sensaciones en mí solo por ser un título que he compartido en su momento con Jinyoung; y qué ahora no sé hacia dónde ir con mi existencia porque todas las direcciones me parecen terreno frágil?

¿Alcanzarán cuarenta minutos para hablar detenidamente de todo eso sin que me sienta abrumada y quiera dejar el tema a mitad en cualquier momento porque quiero que toda esta jodida mierda pare?

Solo quiero sentirme mejor.

Suspiro otra vez.

—Me atreví a viajar a Los Ángeles.

En seguida, sus ojos se abren con sorpresa y orgullo.

—¿En serio?

—Sí —me limito a decir—, pero la verdad, no quiero hablar de eso. Quiero plantear una situación diferente —tomo valor, me reacomodo en el sofá, admirando un punto fijo en el suelo, cruzándome de piernas para finalmente apoyar mi espalda completa sobre la almohadilla.

Julia parpadea rápidamente, poniéndome más atención, encontrando que lo que tengo para decir es algo de suma importancia para mí.

—Yugyeom ha admitido que no me quiere en mi vida —digo con más debilidad de la que creí que soltaría.

Ella anota.

—¿No te quiere más en tu vida?

—Dijo que él no sabe quién soy, que somos dos extraños. Dijo que yo no soy su amiga, que me desconoce desde que he decidido engañarlo con el profesor. Dice que es una mentira que estoy preocupada por él, quiere que lo deje en paz, porque yo soy una cobarde que se refugia en la culpa, victimizándome por algo que ya pasó, y que al menos él está avanzando, y que no debo juzgar su forma de hacerlo porque no soy nadie. Que siempre he actuado de forma egoísta. Dice que le fallé. Y que ahora estamos a mano —finalizo con dificultad, mi garganta amenaza con cerrarse.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora