Especial Park Jinyoung 2/2.
Quizá ya me volví loco.
O tal vez aún queda una parte de mí con un poquito de raciocinio suficiente como para mantenerme en la cúspide, a una delgada línea de acabar por convertirme en todo aquello por lo que había luchado tanto por no ser.
Sé que quiero presionar el gatillo. Le doy la orden a mi dedo de presionar el gatillo. Pero la viva imagen de un Yugyeom vulnerable, acoplado al capó de un auto policial, sujetado por dos de ellos, manteniéndolo firme sin siquiera la posibilidad de poder levantar la cabeza, me hace cuestionarme más cosas de las que me gustaría.
El epítome perfecto se conforma en miles de preguntas en mi cabeza que guían a una sola respuesta.
Apretar el gatillo ahora es terminarlo todo. Lejos de ir con cada uno de mis valores y someterme a la autodefinición de cobarde, aprovechándome de la imposibilidad de defenderse a un niño que no ha sabido controlar sus impulsos ni fue dado con la chance de poder siquiera elegir la vida que lo precedió antes de poder abrir los ojos, me convertiría a mí en un completo imbécil.
Puedo terminarlo todo, puedo cobrarme cada maldito centavo, cada maldita vida y cada minuto que he perdido de mi tiempo con solo apretar el gatillo. Pero, ¿cuál es el precio? Si ya puedo sentir en mis venas cómo corre el impulso y la sed de una furia que me arrebata el aire con cada partícula de oxígeno. Sería una de mis más grandes mentiras decir que no lo deseo. Que no muero ahora mismo por ver su cráneo estallar en mil pedazos bajo la responsabilidad de una bala que es mía y solo mía. La gratificante imagen de ver cómo finalmente acaba todo, o al menos una parte, y ver que gané. Que finalmente fui yo. Que, así como inició conmigo, acaba conmigo. Pero es de estúpidos y arrogantes creer todo este problema gira en torno a una sola persona. En algún punto de esta historia todos hemos sido el blanco de alguien. A veces, incluso hemos sido nuestras propias víctimas.
Apretar el gatillo suena tentador, pero conozco las consecuencias.
Deshacerme del miedo a perderlo todo, arriesgándolo todo.
¿Vale la pena?
Lo he intentado, lo sé, creyendo en algún momento que, si yo quedaba fuera del mapa, el peligro también.
¿Del uno al diez qué tan equivocada pueda estar una persona? Añadamos el término Park Jinyoung.
Apretar el gatillo con la condición de crear un hueco en el cráneo de un inocente que se ha vuelto el peor intento de villano, porque ni siquiera le ha salido bien eso, es dejar también un hueco en esta historia.
¿Soy capaz de tirar a la basura todo el tiempo que he perdido?
He luchado tanto con no llegar a este momento. Me convencí a mí mismo que debía luchar por sacarlos a todos vivos y medianamente estables para que puedan vivir la vida que les correspondía, hemos hecho promesas sin sentido, porque nunca contamos con que esos tres individuos que tanto anhelábamos cuidar tenían no solo sus sentimientos, sino también su propia manera de pensar y lidiar con todo ello. El peor error que pudimos haber cometido es dejarlos ir.
Sin embargo, a esta altura no pienso hacerme más responsable de nada. Tengo la sangre hirviendo y admiro de mí mismo el poder tener esta pequeña franja de segundo el a que mi cerebro está pensando un poco más, quizá, mucho más de lo que lo ha hecho en estos últimos años. No puedo hacerme cargo de las decisiones que ha tomado Yugyeom nunca en la vida, porque al final del día, quien es quien, por sus venas, no puede cambiarlo. Y pese o no, Yugyeom es un Kim. Aquí hay algo que viene de familia y eso yo no lo hubiese podido cambiar ni siendo el mejor amigo (o enemigo) del mundo.
ESTÁS LEYENDO
Las reglas de un corazón roto. #4
RomanceA un año del mayor acontecimiento de su vida, Paige todavía intenta librarse de los traumas y la culpa que la abrazan luego de perderlo todo. Buscando la forma en la que podría aceptar darse una oportunidad para retomar su vida normal, Devan Bélange...