Capítulo 10

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Todos los días en la mañana al despertar, lo primero que hago es ver el anillo en mi mano, luego al hombre detrás de mí que tiene un brazo arriba de mi cuerpo con el mismo anillo. Una y otra vez me repito que esto es real, que no estoy soñando.

—Señor Mario —lo llamo.

Recuerdo como hace unos meses él quería que dejara de llamarlo por el señor. En ese tiempo lo decía con otra voz, con respeto. Ahora lo digo con complicidad.

Acaricio su rostro con mis nudillos y acorto la poca distancia para besarlo.

—Buenos días. Yo sé cuando estás despierto y cuando duermes.

Mario sonríe y se coloca arriba de mi. Pasea sus labios por todo mi cuello sin besarlo, enviando escalofríos por todo mi cuerpo.

—Vamos a llegar tarde —intento despegarlo con pocas ganas.

—Te doy permiso de llegar tar —muerde el lóbulo de la oreja y me hace gemir—. Así me gusta —sonríe y me besa.

Se presiona contra mi para que pueda sentir su erección y abro las piernas para que podamos estar más cómodo. Me acostumbré a dormir sin ropa interior como él, de repente uno de los dos se despierta en la madrugada con ganas de amor y hay mucha ropa de por medio.

Mientras besa mi cuello, giro la cabeza y veo el día en que estamos arriba del reloj en la mesita al lado de la cama: Lunes.

—¡Mario, no! —lo empujo para levantarme.

—¿Qué pasa? —se preocupa.

—Hoy es lunes —él hace una expresión de ¿y?, entonces añado: El último día para la tutoría y me dan fecha para la presentación del proyecto.

—Sigo sin ver el motivo para que evites hacer el amor.

Me doy media vuelta y entro al baño, pasando seguro a la puerta para que no entre y quiera hacerlo en la ducha. No es como que deba llegar a la hora, pero quiero tener ya la fecha para saber más o menos cuando iré a ver a mi mamá para decirle y hablar con ella de una vez.

—¡¿Por qué le pasas seguro a la puerta?! —grita al otro lado—. ¡Quiero usar el retrete!

Retrete... claro.

—¡Usa el baño de huéspedes o espera que yo salga!

—¡Vas a pagar dejarme así!

Sí, yo más tarde te pago.

Me lavo los dientes al terminar la ducha y me coloco la toalla para salir del baño. Abro la puerta despacio y asomó la cabeza para estar seguro que no está en la habitación. Al ver el área despejada, camino al vestier para poder vestirme.

De un portazo, la puerta de la habitación conjunta es cerrada una vez que estoy adentro. Mario Andrés está de pie al lado del marco con una sonrisa de triunfo.

—No me gusta dejar deudas pendientes —camina hacia mí.

Para la próxima, llevo mi ropa al baño de una vez.

                                           🎶

Terminamos discutiendo porque se me hizo tarde y me tuve que venir sin desayunar a la universidad. Él vió que era más fácil subir a desayunar antes de trabajar, que dejar a su esposo-jefe con ganas de amor. De paso, la fila para tutoría es inmensa.

A veces es insoportable. Bello y muy bueno en la cama, pero insoportable.

—¿Qué tienes? —le pregunta Dilan a Santiago que está inquieto.

Enséñame a VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora